S Á B A N A S

22 0 0
                                    

-Ven..- Susurró.

Mi cuerpo desnudo se pegó al suyo, sudado, tibio.

-Estas fría..- Dijo. Su mano, que anteriormente me acariciaba palpó su hombro, invitandome a recostarme en él. Apoyé mi cabeza sin molestarme en recoger mi cabello.

-Sí..- Respondí fría. Recogí la cobija abrigandome hasta arriba, tapando mi desnudez y buscando calentar mi cuerpo de alguna manera.

No estaba satisfecha, otra vez.

Derek había dado lo mejor de si en nuestro "sexo de reconciliación". Simplemente la relación no daba para más. Habíamos superado muchas cosas que creímos que no íbamos a superar, por lo que me parecía muy estúpido que nuestra relación de tan solo cuatro años terminara por mi insatisfacción sexual.

Yo lo quería, quizá no lo amaba, pero lo quería lo suficiente como para seguir intentandolo a pesar de todo lo que sufrimos como pareja. Era un buen hombre, me quería, me era fiel, me trataba bien, tenía un buen trabajo y un futuro asegurado. Era guapo, atento, sabía cocinar, le gustaban los niños, era detallista, deportista, sano, era resumidamente, lo que mi madre aspiraba para mí desde que era una niña.

"Es perfecto, Nia, es con quién te quieres casar"

Yo sabía que quería un futuro con él, de eso estaba segura. Lo supe desde el principio, éramos tal para cual. Ambos amabamos el deporte, la cocina, éramos fanáticos de la limpieza y el orden, ambiciosos, éticos, teníamos hasta los mismos gustos en la comida y llevábamos una rutina perfecta.

Nos levantabamos a las 6 de la mañana, tomábamos un baño de agua tibia y nos vestíamos, tendíamos la cama, preparabamos el desayuno y a trabajar. Ambos trabajábamos en la gerencia de uno de los hoteles de lujo de California, que pertenecía a la familia de Derek. Luego del trabajo volvíamos a casa por la tarde,  tomábamos un snack rápido, hacíamos un poco de ejercicio, luego leíamos un poco o mirábamos tv, preparabamos la cena y a dormir.

Establecimos esa rutina el día que nos mudamos juntos, de forma automática. Y nunca hablamos de modificarla en nada, no nos importó, nunca ni nos aburrió, ni nos estresó. Salíamos a comer fuera casi todos los fines de semana, sin contar los almuerzos en el restaurante que queda pegado al hotel. No éramos de salir de copas pero de ves en cuando lo hacíamos con nuestros amigos del trabajo, pero al otro día todo volvía a la normalidad.

En el sexo? Comenzó como en todas las relaciones, no nos quitábamos las manos de encima, llegamos a pasar más de 24 horas desnudos, haciendo nada más que dormir, comer y follar.
Por motivos de trabajo y estudio, sumado al resto de responsabilidades incluyendo descansar, pasamos a tener sexo cuatro días a la semana.

Esta es la primera vez que follamos dos veces en una semana los pasados 5 meses. Y solo porque no trabajamos esta semana y ya no sabíamos más que hacer.

Pero aún así, no lograba hacerme venir.

No desde hace tiempo, y no es que no sintiera atracción sexual hacía él, yo lo veía y quería devorarlo, pero simplemente, no era suficiente para mí.

-Que piensas? -Su pregunta me trajo de vuelta al mundo real. No supe en que momento me fuí y eso me llevo a cuestionarme cuánto tiempo estuve simplemente viendo el techo.

-Tenemos que comprar otro juego de sábanas..-Inventé.

-Que? -Preguntó con un deje de burla, acariciando con la mano debajo de mi cabeza la sábana bajo nuestros cuerpos.

-Quiero una sábana lisa, con un color claro, quizá Coral o Champagne..- Hablé. Pensando en las distintas formas de manchar una sábana con un color tan delicado.-.. Y que sea de seda..-Continué -.. Quiero sentir que estoy sobre una nube cuando me acueste en ella..-Extendí mis brazos acariciando la sábana rasposa bajo mi piel.

-Cariño, estás bien? - Preguntó abrumado.

-Sábanas, Derek..- Finalice la conversación cuando me puse de pié, dejándolo en la cama antes de tomar mi camino a la ducha.

Dulce Redención.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora