Realeza AU

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No sabe por qué pero algo en su mirada le resulta atrayente, son como dos gemas que parecen no tener color específico además, el fuego ardiente que puede observar en ellos. Sabé perfectamente quien está bajo aquel antifaz de tonos morados, Jiang Wanyin, su compañero, con quien está unido por el hilo rojo del destino, por la gracia de los dioses y también su enemigo, el heredero del Reino de la Luna, quien en algunos años ascenderá al trono y gobernará desde el Palacio de la Noche Eterna, sabe que su destino está maldito, él mismo siendo el ascendido al trono del Reino del Sol, el Rey gobernante que hasta hace poco se escondía en el Palacio de la Luz Resplandeciente, el propio enemigo de su destinado. Su historia desde siempre ha sido destinada al fracaso porque, ambos saben, saben que miles de vidas dependen de sus decisiones, que la sangre de otros cientos servirá para coronar sus cabezas y proteger sus propios tronos, es una guerra sin memoria donde ningún bando esta dispuesto a perecer.

Observa su figura orgullosa pasearse entre la multitud, viste de colores extrañamente claros que le impiden pasar desapercibido entre las personas que se han reunido en la Torre Koi, el único lugar donde se juntan ambos Reinos, un lugar que parece permanecer en un atardecer eterno, donde nunca es de día, pero tampoco de noche, el único lugar donde podrá ver a Wanyin sin tener que apuntarle con su espada y donde ambos podrán disfrutar de la cálida sensación de estar cerca del otro, continúa observandole fijamente, tratando de memorizar cada mínimo detalle, desde el largo de su pelo hasta su forma de andar. La sensación atrayente lo envuelve nuevamente cuando sus miradas se encuentran frente a frente, avanza tratando de llegar a él, como una abeja a la miel, la mirada de Wanyin lo recorre completamente, se detiene un momento ante el tiempo que parece dejar de avanzar, cuando de nuevo sus ojos vuelven a encontrarse, como si un hechizo le impidiera apartar la mirada, sigue avanzando mientras recorre su cuerpo, deteniendose en sus labios, esos labios rosados que parecen ser dulces, adictivos.

- Xichen - el Jiang dice casi como un susurro cuando por fin llega hasta él y una corriente eléctrica recorre todo su cuerpo.

- Wanyin - dice en reconocimiento mientras extiende su mano - Me concederías esta pieza -

Jiang Wanyin sonríe levemente y sus ojos adquieren un brillo divertido antes de tomar su mano y marchar hacia la pista. Con su mano derecha sosteniendo la mano del Jiang y la otra en su cintura comienza a moverse tomando el ritmo, la música es lenta al principio, aumenta su rapidez gradualmente para terminar volviendo al ritmo inicial, sus cuerpos se mueven al compás y como antes sus miradas se conectan, sus ojos expresando su anhelo y lo que muere atorado en sus gargantas, todas esas promesas y palabras de amor que permanecerán selladas por la eternidad. El ambiente alrededor de ellos lleno de deseo, casi asfixiante y lleno de melancolía para quienes los observan, no están seguros de quienes se ocultan detrás de aquellos antifaces, pero sienten pesar en su corazones debido a su causa.

El tiempo transcurre tranquilo, entre ambos atrapados en su propio mundo de alegrías y un cariñosa calidez, bailando cada melodía que resuena en el salón, sin intenciones de separarse por tan sólo un instante del las horas que les quedan juntos, disfrutando del contacto con el otro, reviviendo en sus memorias los recuerdos de sus encuentros furtivos.

Lan Xichen recuerda como se conocieron perfectamente, fue en una de esas ocasiones que su padre lo llevó a la Torre Koi, lo vio sentado en uno de los jardines observando en la dirección del Reino del Sol, luciendo casi nostálgico, era apenas un niño, pero sentía como si lo conociera toda la vida, quiso acercarse y hablarle, incluso abrazarlo sin embargo, su padre se lo había impedido, le había dicho que lo mejor sería que se mantuviera alejado de él, que todo sería menos doloroso. Las siguientes veces sólo habían intercambiado miradas, eso hasta que un día habían chocado mientras el Jiang parecía distraído, en ese momento Xichen decidió que por fin podría cumplir su deseo de conocer más al joven, siempre desde que lo vio le había parecido de alguna manera fascinante, tenía la extraña necesidad de querer saber más de él y era extraño. Luego de aquella vez ambos encontraban un momento para charlar cuando sus visitas a la Torre Koi coincidían, no eran conversaciones largas y no hablaban de sus reinos, sólo hablaban de Cheng y Huan, el Lan lo prefería así temiendo que si Wanyin se enterara quien era decidiera alejarse de él, Xichen sabía perfectamente quien era el Jiang, su padre le había dicho después de verlo por primera vez y ése día algo dentro de su pecho se había sentido realmente mal, tiempo después el mismo se enteraría que al igual él, Wanyin conocía su verdadera identidad luego de que por motivos similares a los suyos tuviera las ganas de acercarse a él, después de eso su relación no desapareció, al contrario su vínculo se fortaleció, tal vez se debió al hecho de ya no guardar secretos. Finalmente así terminaron perdiéndose por horas en sus visitas, hablando de sus temores y contando anécdotas familiares, siempre evitando pensar en el momento en que ambos tendrían que enfrentarse entre sí.

Lan Xichen supo que Wanyin era su persona destinada al cumplir la mayoría de edad, cuando realizaron las ceremonias sagradas para saber que sería de su futuro y quien lo acompañaría en el trono, los Lan sólo aman una vez y si el destino ha dictaminado a tu compañero no habrá nada que hacer, así que lo único que le espera a Xichen es reinar en soledad y buscar un buen heredero, el Lan nunca le dijo a Wanyin nada, no podía atarlo a él, no seria tan cruel para atormentarle con la idea que a pesar de estar unidos por el destino nunca podrían estar juntos, le dejaría pensar en ellos como una historia que estaba destinada a ser pasajera, porque lo ama, lo ama tanto que desearía que el esté momento nunca terminará

Su baile continúa, tranquilo, sin nadie que interrumpa, el Lan observa sus manos unidas, puede ver el hilo rojo que une sus dedos anulares y luego regresa la vista a sus ojos.

- Te odio - Wanyin susurra, puede oír el dolor en sus palabras y le sonríe para aliviarlo un poco.

- Te odio - contesta de vuelta, al igual que él Jiang tratando de creer sus propias palabras, porque ambos saben que el te amo permanece oculto tras esas palabras.

Y ellos continúan bailando despreocupados, disfrutando un poco antes de la guerra, permaneciendo juntos como un atardecer, inmersos en las promesas de amor grabadas en sus ojos, aunque sean las más grandes mentiras.

XICHENG FEST 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora