Capítulo 1 (Parte I)

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Era Navidad, otra vez. Mina hizo una mueca y pensó que no tenía tiempo para las bobadas, las extravagancias y las payasadas de borrachos típicas de esos días, ya marcados por la falta de concentración, el aumento del absentismo y la reducción de la productividad de sus cientos y cientos de trabajadores. Enero nunca había sido un buen mes para el margen de beneficios.

Además, tenía asociada la Navidad a la muerte de su hermano menor, Minho. Habían pasado tres años, pero no lo olvidaba ni un momento.

Su hermano, tan brillante y prometedor, había muerto por culpa de una fiesta que ella mismo había organizado. Una de las invitadas se emborrachó y cometió el error de ponerse al volante de un coche. Desde entonces, su sentimiento de culpabilidad ahogaba hasta los
recuerdos más felices de Minho, a quien sacaba 5 años de edad y a quien quería más que a sí misma; especialmente, porque habían discutido unos minutos antes de su muerte.

Pero el amor siempre dolía. Mina lo había aprendido de muy joven, cuando su madre los abandonó a ella y a su padre para marcharse con un hombre adinerado. No la volvió a ver. Su padre se desentendió de sus responsabilidades como progenitor y se lanzó a una serie de fugaces aventuras amorosas, una de las cuales terminó con el nacimiento de Minho, que se quedó huérfano a los nueve años por parte materna.

Cuando lo supo, Mina le ofreció un hogar. Y probablemente había sido el único acto de generosidad del que no se había arrepentido. Por mucho que lo echara de menos, aún se alegraba de haberlo tenido a su lado. La entusiasta forma de ser de Minho había mejorado brevemente su vida de obseso por el trabajo.

Sin embargo, ahora estaba condenada a vivir en un castillo que ya no le parecía un hogar. De hecho, nunca habría comprado Bolderwood si a Minho no le hubiera encantado lo que a ella le parecía una monstruosidad gótica con torretas. Obviamente, podía buscar esposa y esperar a que la abandonara y se quedara con el castillo, con sus hijos y con su fortuna, pero la perspectiva no le agradaba en exceso.

Como mujer rica, estaba acostumbrada a que las mujeres avariciosas y dominadas por la ambición se arrastraran a sus pies. No importaba si eran altas o bajas, sinuosas o delgadas, rubias o morenas; todas estaban cortadas por el mismo patrón. Y a sus apenas 26 años , Mina estaba tan cansada de experiencias sexuales con ese tipo de mujeres que se había empezado a replantear seriamente lo que consideraba atractivo en una mujer.

Al menos, ya sabía lo que no le gustaba. Le aburrían las descerebradas, las arribistas y las esnobs. Las coquetas que se reían tontamente le recordaban su juventud desperdiciada, y las mujeres de carrera solían estar tan centradas en sí mismas que rara vez eran buenas amigas y buenas amantes. O eso o no podían mantener una relación sin hacer planes a largo plazo sometidos a sus conveniencias.

Cuántas veces le habían preguntado si quería tener hijos, si era fértil, si tenía intención de sentar la cabeza algún día. Y no, Mina no tenía intención. No se quería arriesgar a sufrir una desilusión tan grande, sobre todo, porque la muerte de Minho le había enseñado que la vida podía ser increíblemente frágil. Estaba decidida a seguir sola y a convertirse en una vieja cascarrabias, exigente y muy rica.

Inocencia Probada [MICHAENG] G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora