Parte 2

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Llamé un taxi...
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Subimos. Previo a cargarlo para dejarlo en el asiento a mi lado; le puse mi gorro para tratar de esconder parte de su putrefacta cara. El taxista dijo que nos haría una tarifa especial y que no quería problemas ajenos a su misión de llevarnos del punto A al punto B. Supuse que ningún taxista quiere provocar una mala impresión a alguien ebrio que trae por compañía a un cadáver perfumado en whisky. Me pareció un tipo amable, aunque nunca paró de sudar. Pagué. Bajamos.
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Me pidió si le podía dar una vuelta por el cementerio. Que ya había estado ahí antes pero era necesario recordar un par de cosas y después me explicaría a que iba todo el misterio. Lo cargué en mi espalda. Al rato de andar, me dijo:
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—Ahí. —Apunto con su mano a una tumba cercana.
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Era la primera vez que lo veía mover alguna parte de su cuerpo. Por lo que creo fue instinto; alcé mi mano y también apunte al mismo punto. Saco de nuevo su mano y bajó la mía agresivamente. Quise reclamarle y en ese momento me di cuenta que ni si quiera sabia su nombre. No alcancé a decir nada porque al instante después me dio una patada al costado, como cual jinete le da una orden a su caballo para proseguir con la marcha. De nuevo no pedí explicaciones, simplemente proseguí.
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Me pidió que lo recostara en la tumba que había llamado su interés. Al ya estar abajo, me dijo:
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—Ahora necesito que te mates.
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—¿Qué?
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—Para ponerte en onda. Estamos en un cementerio.
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—Espero que no hayamos venido al cementerio solo para que puedas hacerme esa broma.
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—Es una broma; pero, tampoco es del todo mentira. Nunca me podrás entender si vistes tu caliente ropaje.
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—Me iré.
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—No quiero vivir... tu no quieres vivir...
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—Claro que quiero vivir.

—Estás muerto.

—Error. Eres un cadáver y yo soy un ser vivo.

—Error —repitió—. Come tierra si te hace falta sobriedad para ver lo obvio.

Observe con más detalle y parecía estar cambiando. Si bien seguía con su hedor putrefacto "natural" y sin signos de un corazón en su interior... ahora parecía poder ver con lo que eran unos ojos rojos que despedían furia y también se le habían agrandado las entrañas que amenazaban con exponer un cuadro visual espantoso. Seguía como un cadáver; pero uno que parecía dispuesto a dar una buena pelea. Se empezó a acercar de a poco.

—Lo siento. Necesito más poder.

—Pensé que ya éramos amigos. —le dije, un tanto decepcionado.

—Pienso lo mismo pero la sed es irrefrenable. Debo consumir carne fresca para recuperarme por completo.

Parecía hipnotizado en su ansia necrófaga. Agarré una pala que vi a un costado. El cadáver se me fue acercando cada vez más. Se abalanzó contra mi. Caí. Me traté de defender con la pala agarrándola desde ambos extremos y contuve las furiosas manos del cadáver lejos de mi cuello. Su baba, caía en mi cuello; sus entrañas, rozaban mi vientre; su cara, asqueaba mi vista. La pala se rompió y aprovechó para empezar a estrangularme. Mi vista se estaba empezando a nublar cuando vi que desde el centro de su cuerpo una bolita de oscuridad empezó a crecer y crrcrt hasta que cubrió todo el cadáver; y, este explotó. Quedé cubierto de su muerte, por decir poco.

Me quedé en el suelo; mirando al cielo, inmóvil. Arriba mío se asomo la cabeza de un hombre con una capa completamente de negro a excepción de una gran línea blanca que lo cruzaba por al medio.
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—Este ghoul siempre me crea problemas —dijo—. Usualmente los mantengo con su población subterránea pero de vez en cuando aparece uno más listo que los demás y se aventura por la ciudad.
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—¿Un qué? Y, ¿Quién eres?
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—Soy Hecticius. El necromancer de esta zona. Tienes suerte que andaba por acá; vine a buscar un libro que me robó un novicio el otro día. Y un ghoul es un muerto viviente. Es parte de las artes oscuras.
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—¿Me vas a matar?
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—Claro que no, sino hubiera dejado que el ghoul acabara contigo.
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—¿Me puedo ir? —pregunté, sollozando casi en las lágrimas.
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—¿No te da curiosidad mi mundo? La oscuridad otorga beneficios.
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—¿Cómo a ese cadáver?
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—Al parecer igual eres de los listos. Hoy ando compasivo así que te puedes ir tranquilamente. Si ves a otras de mis mascotas por ahí tan solo diles «mort est lux» y te dejaran en paz sin mayor queja.
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—Adiós
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—Adiós. Vuelve una de estas noches... si te pica la curiosidad.

Me fui rápidamente, llegué a mi piso y me di una larga ducha.

«Así que hay algunos cadáveres que no están tan muertos como deberían, y se llaman «ghouls»; qué fascinante», pensaba mientras los asquerosos restos del cadáver se despedían de mi cuerpo vivo.

......
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Ha pasado una semana desde este bizarro evento.
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Si bien es muy pronto para considerarlo, creo que Hecticius vio en mi un potencial ¿O estaré siendo muy ingenuo?
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Hoy, siendo el 30 Octubre del 1980: decidí a ir a verlo para saber de que trata esto de las artes oscuras.
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Iré registrando acá mismo mis futuras experiencias tan pronto vuelva:
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Me emborraché con un cadáverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora