02| Las historias intermedias

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El corazón duele en el pecho de JiMin, la luna esta en lo alto cuando, abrumado por todos los recuerdos, sale fuera de la pequeña cabaña. Dentro del bosque las aves nocturnas se quedan quietas al verlo pasar, el viento susurra palabras tranquilizadoras entre los árboles, y los pequeños animales se quedan expectantes. El bosque siente todo lo que lo atormenta, las sombras lo observan ocultas, hasta que llega al risco.

Fue en un lugar montañoso donde sus tormentos volvieron a nacer. La luna brilla en lo alto, enorme, llena en su totalidad. Si fuera un hijo de ella ahora estuviera llorándole, pidiendo explicaciones a tanto dolor. Incluso su mente se siente tan salvaje, que sus alas dejan de esconderse y salen. Brillando bajo la brillante luz nocturna.

El viento vuelve a susurrar una última historia. La historia que lo llevó a escoger el destierro. Un ángel de la muerte siendo desterrado, algo que no ocurría en milenios.

Los ojos de aquella alma, negros y profundos, se muestran ante él como una visión, un espejismo de un rostro conocido que en sus recuerdos se mantiene diferente y con un nombre distinto. Sin embargo, es la misma alma, su subconsciente le reconoce.

Después de vagar por medio mundo, se dirige hacía las costas del pacífico. Pasa por Australia, Japón, China, Rusia. Evitando de manera intencional Corea. Vuelve su vista a América. Chile se convierte en su primer destino, siguiendo hacia el norte, hasta llegar a México. En su estadía observa extrañas costumbres para despedir a los muertos. Los colores vivaces del Día de Muertos le hacen sonreír y disfrutar. La muerte no es el final, es el inicio de otra vida. Y en cierta forma tienen razón.

Estados Unidos se muestran ante él, el inglés no ha sido su fuerte, pero sesenta años donde lo único permitido para él eran libros, le ha hecho dominar el idioma. En California se permite descansar un poco, es la oportunidad para descansar y saciar su deseo por el mar, deseo que nació de su estadía en México.

Después de descansar un poco, finalmente se acerca a un restaurant. Pude ser el primer alimento solido que probaría en años. Pero, antes de entrar al restaurant, observa una hilera de motocicletas estacionadas al otro lado de la calle, frente a un bar. Sus dedos hormiguean por tocar una, sus piernas, por montar sobre aquellos asientos.

Se acerca a una que ha llamado su atención, es negra con relieves de color verde y azul eléctrico, al frente una calavera y un par de alas café detrás de la calavera. Alas blancas para los ángeles del Cielo, alas cafés para los ángeles del Abismo. Sus dedos pasan sobre las alas, están pintadas con tanta exactitud que parecieran reales de no ser por el tamaño.

—¿Quieres montarla?

Se gira, apartándose dos pasos de la moto antes de alzar la vista y responder.

—Es una bonita máquina.

El hombre frente a él no tiene nada que comparar con los otros hombres musculosos y de gran melena que están junto a la puerta del bar. Es alto, una camisa a cuadros bajo un chaleco de cuero negro, pantalones de mezclilla roída y botas. Lo mas llamativo es el color de su cabello; verde menta. Lleva una pulsera de cuero en la mano izquierda y unos tatuajes adornando los músculos que muestra gracias a las mangas dobladas de la camisa. Un chico malo. Su rostro está oculto por las sombras, así que es casi imposible mirarlo directo a los ojos.

—No creo que "bonito" sea la palabra correcta. Yo diría que "grandiosa", "espléndida", "feroz" va más con el tema. Incluso "mortal".

JiMin sonríe. Caminando un poco alrededor de la "mortal" máquina frente a él. La mirada baja, observando los cilindros, el motor, el pedal y todo lo demás, como si fuese un experto, aunque en realidad sea su primera vez viendo una tan cerca.

Shadow | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora