Un Ángel abraza estrellas

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Era una noche fría, oscura recuerdo que podía oler el hielo y los primeros copos de nieve se arremolinaban a mí alrededor. 

Cuándo sentí unas manos sujetarme con fuerzas mientras una navaja amenazaba  mi cuello.

-Dame todo lo que tengas me susurró.

Estaba tan nervioso que intenté quitarme el anillo que portaba y se lo entregué junto al dinero pero él no parecía satisfecho.

-El brazalete lo quiero o te mataré me amenazó.

-No por favor, llévese todo pero no me quite el brazalete dije aferrándome a el.

Podía darle todo menos ese brazalete, era un regalo de mi padre. Él murió cuándo tenía apenas siete años pero recuerdo el día que me lo regaló. Era muy noche y yo dormía pero a la mañana siguiente encontré la cajita en mi mesa de noche desde ahí jamás me lo he quitado y ese ladrón lo quería pero sólo muerto me lo arrebataría.

-No, el brazalete no le dije con miedo.

No recuerdo mucho más, sólo escuché.

-Déjalo, que lo sueltes gritó esa voz.

El ladrón me empujó contra la pared luego sólo vi dos siluetas enredadas en la oscuridad y el brillo de la navaja con gotas de sangre. 

El ladrón salió huyendo dejando todo mi bolso, el anillo y a mi salvador herido así que cómo pude me acerqué a él.

-¿Puedes escucharme? tendremos que ir a un hospital le informé al ver la herida.

Cuándo iba a levantarme, él tomó mi mano.

-El hospital no dijo desmayándose.

Cómo pude lo llevé a mi apartamento recostándolo en la cama.  Aproveché para limpiar, curar y vendar su herida sin haberme fijado en su rostro. 

Era realmente hermoso, su largo cabello negro como la noche en perfecta caída sobre la almohada como un abanico al soltarle la coleta alta que tenía, lentamente acaricié su rostro ardía en temperatura. 

Fui a la farmacia por medicamentos y luego de adminístraselos me senté en la silla a su lado. 

Al día siguiente sentí un movimiento.

-¿Puedes escucharme? le pregunté nervioso.

Lentamente abrió sus ojos ahora el cuadro de su rostro era completo, simplemente perfecto.

-¿Te sientes mejor? le pregunté.

Él asintió y se llevó las manos al vendaje.

-Lo siento, saliste herido por mi culpa dije cabizbajo.

-No te preocupes no podía dejar que te lastimaran dijo suavemente.

-Te hice un caldo te ayudará a sentirte mejor dije tomando la bandeja de la mesa de noche.

Él asintió, se lo serví y aprovechamos para conversar.

-¿Cómo te llamas? Porque mi salvador tiene nombre ¿verdad? pregunté sonrojado.

Él sonrió, Dios que sonrisa.

-Lan Xichen ¿y tú? preguntó tomando las pastillas.

-Soy Jiang Cheng le dije ofreciendo mi mano.

Él volvió a sonreír dándome un ligero apretón.

-¿Puedo preguntarte algo? intentó sentarse.

Yo sólo asentí.

-¿Qué defendías con tanto coraje? el ladrón pudo asesinarte me regañó suavemente.

Una lágrima cayó y le mostré mi brazalete.

-Este brazalete es un regalo de mi padre yo tenía siete años cuando me lo dio, él volvía a casa cuando su avión estrelló por eso lo valoro mas que mi vida dije llorando.

Él parecía inseguro cuando levantó su mano para limpiar mis lágrimas.

-Está bien, no llores dijo sonriendo acariciando mi rostro.

Yo lo miré sorprendido.

-Vamos a conocernos y seamos amigos ¿te parece? me preguntó tomando mi mano.

Yo asentí así que él me pidió que me acercara y me abrazó fuertemente hasta quedarme dormido de tanto llorar y desde ese día agradezco infinitamente a ese ladrón que intentó robarme porque me dejó en manos de mi ángel y hoy mi novio.  Nuestra amistad evolucionó y se convirtió en amor.

***

Ya han pasado dos años desde ese día y estamos más unidos que nunca.  La noche llegó así que me levanto de la cama y voy hacia la terraza para mirar al cielo. 

Acaricio mi vientre abultado de ocho meses, estoy embarazado de una niña.

-Gracias papá por darme la oportunidad de ser feliz junto a A-Huan y por tu nieta Yinhua.  Te amo dije tirando un beso al cielo.

Siento unos brazos rodearme y como su rostro se acomoda en mi hombro.

-¿Qué haces afuera cariño? me preguntó dándome un ligero beso a mi cuello.

Yo me volteé para besarlo.

-Agradeciendo a mi papá por esto tan hermoso que estoy viviendo dije mientras una lágrima caía.

Me besó y yo me dirigí hacia la cama mientras él miraba al cielo.

-Gracias señores Jiang por darme a su hijo y por su nieta, son lo que más amo espero se sientan orgulloso de mi como yerno dijo sonriendo.

Una estrella brilló más que las otras y Xichen sonrió. Fue a la cama  con la seguridad que desde el cielo sus suegros les daban su bendición. Y aferrado a su esposo e hija se sintió en paz.

Mi Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora