✨II✨

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Su mirada no se despegaba del reloj colgado en la pared.

Sus pies se movieron inquietos y en su espalda pudo sentir como sus alas estaban ansiosas por salir. 

Solo unos cuantos segundos mas...

Se levantó con sigilo de su asiento, y sobre las puntillas de sus pies se dirigió hacia la imponente puerta que era su carcelera.

Escuchó con atención los pasos y voces de quienes se encontraban afuera, y esperó pacientemente a que el tiempo finalmente se volviera su cómplice.

El retumbar de las campanadas hizo eco en los pasillos, esperó unos segundos más, y cuando finalmente el bullicio desapareció, abrió con delicadeza la puerta.

Su cabellera rizada, sujeta esta vez en una larga trenza que llegaba hasta por debajo de su cintura, se asomó por el pasillo, asegurándose que nadie lo viera en su travesura. Salió sigiloso de nuevo de puntillas e incluso tratando de que su respiración fuese suave.

Debía llegar hasta la salida más cercana.

Cree sin duda alguna que ponerle rejas a la ventana de su oficina fue algo exagerado.

¿Alguien podía culparlo de querer ahorrar tiempo y salir por ahí?

Siguió su camino, atento a que nadie lo viera, y por fin logró visualizar a su salvador. El gran balcón del ala este del palacio se encontraba abierto de par en par, invitándole a salir por ahí, no dudo en acelerar su paso, ya ni siquiera le importó dejar de lado su sigilo. Cuando finalmente llegó y pudo ver la preciosa vista que poseía desde el lugar, se sintió realizado. No había mejor vista en el palacio que la que poseía esa habitación. El acantilado en donde se encuentra Espoir era uno de los más privilegiados.

Sin pensarlo, se despojó de la molesta camisa que le impedía a sus alas moverse con libertad. Las vestimentas 'elegantes' de los elfos siempre le habían parecido molestas.

Cuando estaba a punto de lanzarse por el balcón, la voz a sus espaldas logró sacarle un pequeño susto.

— ¿A dónde crees que vas?— volteó con horror, topándose con la mirada amatista que lo juzgaba con desaprobación. Nervioso, se obligó a poner una sonrisa inocente.

Era una lástima que eso ya no funcionara con él.

—Habla— sentencio el elfo de cabellos purpuras, pero el contrario decidió guardar silencio, por mucho que lo pensara, había usado ya todas las excusas que tenía. —Izuku...

El peliverde soltó un suspiro resignado, sería mejor ser sincero.

—Yo solo... quería estirar las piernas— aunque una verdad a medias no debe estar tan mal ¿cierto?

—Puedes caminar por el palacio si lo deseas— aseguró el elfo mientras se cruzaba de brazos —vuelve a intentarlo—se burló.

— ¡Hitoshi!— se quejó el más joven. — ¡Por favor solo será esta vez!— recurrió al ruego. Incluso pudo imaginarse a cierto licántropo rubio -¡oh! Su querido amigo de infancia- burlarse de él ante su patético intento.

El Hada y El Mago •TodoDeku•Where stories live. Discover now