Opus 2 | El festival de tormentos

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Al día siguiente, desperté con la inmensa gratitud de que por fin era viernes.
Desenredé mi cuerpo entero de las tibias sábanas y me dispuse a ir directa hacia la cocina para desayunar con Elliot y la señora Dorothée, quien siempre nos tenía preparado el desayuno.
La verdad, tanto al señor como a la señora Leblanc siempre les he llamado por sus respectivos nombres muy respetuosamente.
Ellos insisten en que disipe mis formalidades tratándose de ellos. 

—"Somos tú familia."

 Pero simplemente no puedo permitirme tal cosa.
Después de tanto tiempo me sigo sintiendo apenada porque han tenido que acoger otra responsabilidad. Me gustaría poder reparar las cosas y así evitarles tanto a éstas personas que no tuvieron la culpa de nada.

El señor Leblanc solía madrugar bastante más que nosotros para ir al trabajo, así que él se alimentaba por ahí con un pan barato y un café amargo porque siempre iba con prisas.

En mi perezoso descenso por las escaleras, oí la preciosa voz de la madre de Elliot cantar la canción de Jazz que sonaba en la casa del lado.
Era ya una costumbre. Mis vecinos están simplemente fascinados con el Jazz.
No los conozco demasiado bien porque para mí, mi vecindario está únicamente habitado por mí familia.
Pero aunque no haya cruzado más de dos palabras con las personas que vivían al otro lado de mis paredes, me agradaba que aunque ya no salía el sol en esta ciudad tormentosa, ellos se encargaran de hacerlo brotar para nosotros todas las mañanas.

Dorothée es una mujer bellísima.
Siempre va vistiendo vestidos florales que van a la perfección con su cabello castaño, su piel bronceada y sus bellos ojos verdes. Luce tacones que estilizan aún más sus piernas, y para los fríos otoñales, en sus hombros caribeños reposa un hermoso chal tejido a crochet.
Su cabello siempre está sedoso y trenzado.
Ella es encantadora y su voz es tan melodiosa que llega a ser semejante a una flauta. Era imposible que el señor Raphaël se pudiese resistir a sus cantos mañaneros y a su sonrisa reconfortante.

Y yo, como siempre, hago por la oveja negra.
Qué envidia.
¿Es malo sentir envidia de la madre de tu mejor amigo? No, desde luego que no, pero es vergonzoso.
Y a pesar de que ha habido facetas en las que ha caído en profundas tristezas a causa de mi trastorno, es la persona más dulce que he conocido jamás. Además es una gran cantante de ópera.
El punto es que cuando no práctica de manera rigurosa el canto lírico, se dedica a cantar piezas de Edith Piaf, algo de Jazz o alguna que otra balada francesa.
Lástima que no pueda obtener frutos de lo que hace. Son tiempos difíciles para los músicos. Infortunadamente con el pasar de los años, a la música de verdad se le ha restado su característica grandeza.

—Buenos días, señora. —saludé y luego saludé a Elliot
Elliot no me dirigió la palabra.
—Buenos días, cielo. —contestó alegre
— ¿Y... el señor Raphaël? —pregunté aunque ya sabía la repuesta
Las personas tienden a preguntar tan solo para armar conversación, supongo que es como un ritual para mantener la unión o algo parecido.

Me senté en la pequeña mesa para cuatro, al lado de mi amigo.

—Se ha ido sin probar bocado. ¡Es tan malo para despertar al son de la alarma! —exclamó preocupada mientras repartía los platos— Scar, sé que te gusta el café en las mañanas, pero he preparado jugo de naranja.
—No pasa nada, supongo que más tarde iré a Rose por un café con Elliot... Y puede que con su novia. —resoplé
Percibí la irritabilidad de Elliot.

En seguida me arrepentí.
¿Por qué tengo que ser tan molesta?
Ya la situación estaba lo suficientemente mal como para seguir refiriéndome a ella con tal desdén.

—Entonces ¿irán hoy al festival? —preguntó
—Sí, eso creo. —respondí llevándome la cucharada de comida a la boca
—Me parece que no has preparado una máscara, ¿o sí?
—Usaré la misma de los últimos años.
—Oh, vamos, pequeña. Es tu oportunidad de ser alguien más. No tiene sentido ponerse la misma máscara de los últimos tres años. —refutó
—No le veo el problema.

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⏰ Última actualización: Oct 19, 2020 ⏰

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La Música Negra que Tiñe la Vida de un Amargo OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora