Shinso tiene sinestesia, algo que ha podido saber manejar hasta sus 23 años. Pero, la única cosa que lo puede llegar a diferenciar un poco, es que puede ver el aura de las personas.
Y a pesar de haber visto cientos de colores, aún no ha encontrado...
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"¿Estás seguro que sabes andar en bicicleta?" Kaminari miró con curiosidad a Shinso, este había dicho que no sabía muy bien andar en ella, ya que le costaba mantener un poco el equilibrio.
"Seguro, sólo tengo que concentrarme antes"
Agarraron las bicicletas para subirse, Shinso se tambaleó un momento pero al ya empezar a andar, mejoró. Kaminari comenzó a pedalear viéndolo con una sonrisa porque veía como fruncía el ceño y sacaba su lengua.
"Puedes hacerlo, monchéri" Le dijo cuando paró y dejó que Shinso se posicionara a su lado.
"¿Ya tenemos nuevos apodos?" Sonrió divertido.
Denki giró los ojos sonriendo.
"Por supuesto que sí, copain. Pensé que ya lo sabías" Soltó una risa, para después empezar peladear e irse lejos del él. "¡Alcanzame si puedes!"
Shinso soltó un suspiro de cansancio al verlo, para después sonreír al tener una imagen linda de él. El atardecer era amarillo con tonos rojos y rosas, las personas caminaban por las calles con sus auras de diferentes colores, pero Denki siempre destacaba entre ellas.
Llevaban cuatro meses de novios y puede decir que eran los mejores. A como iba la relación, los dos pensaron para sí mismos que querían pasar el resto de su vida a lado del otro. Porque para Kaminari, ellos dos estaban destinados, y en sus días de insomnio se atrevía a decir que también para quedar juntos.
"¡¿Vas a venir o no, beau?!" Denki gritó desde lejos hasta donde terminaba la esquina de una calle que era para cruzar a la siguiente.
Shinso quitó la vista de su alrededor para enfocarse en el otro, sintiendo calor en su pecho. Lo miró con ternura porque a pesar de los colores del atardecer, de la gente y de ciertos locales, el carmesí de Kaminari opacaba a todos.
"¡Claro que sí!" Le mandó un beso, Denki fingió atraparlo con su mano, cerró su puño y lo puso en su pecho.
Shinso rodó los ojos, empezó a andar y se sintió feliz al ver que Denki lo esperaba con tranquilidad. Muy dentro suyo quería que las cosas se sintieran así para siempre, y tenía fe de que así sería.
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