Capítulo 6

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Estaba decidido a evadir a Krist a toda costa. De hecho, pasé varias noches en la facultad o en la casa de amigos. No contestaba sus llamadas, aunque no fueron más de dos. Temía verlo, porque mi mente solo podía pensar en él y en lo que había pasado. Estaba huyendo.

La noche del viernes, decidí salir con unos compañeros de fiesta. De esa manera, evitaba pasar la noche en casa, pero cuando volvía a ella para cambiarme, lo hallé fuera de mi departamento.

No sabía qué debía decirle. ¿Ignorarlo? Imposible. Estaba ahí, sentado afuera de mi puerta.

—¿Qué haces aquí? —Intenté ser indiferente.

—Yo... vine para decirte algo.

—Voy de salida, así que no tengo demasiado tiempo. Lo siento. —Pasé por sobre él y saqué las llaves para abrir el departamento.

—Singto... me gustas.

Mi corazón se detuvo. ¿Acaso escuché claramente? Mis manos comenzaron a temblar y no podía meter la maldita llave en la puta cerradura, hasta que cayó al suelo. Con ello, me di cuenta que estaba alterado. No podía ignorar sus palabras, mi cuerpo me traicionaba, otra vez.

—¿Por qué...? —Exhalé, intentando tranquilizarme. —¿Por qué me lo dices? ¿Qué pretendes conseguir con esto? —Me volteé para enfrentarlo. —¿¡Qué tan lejos quieres llegar con tu maldito juego!? ¿¡Entiendes que dañarás a Kat!? Si quieres destruirme, hazlo. ¡Pero no toques a tu hermana! Ella no tiene la culpa de nada...

—¡Te estoy hablando en serio, maldita sea! ¿Crees que soy capaz de dañar a Kat intencionadamente? —Él me miró a los ojos. Él no estaba mintiendo. —Pero no te preocupes demasiado, me iré pronto de esta estúpida ciudad y de tu estúpida vida.

—¡Genial! ¡Hazlo pronto entonces! —A pesar de que su confesión me caló hasta el fondo. A pesar de que su revelación me excitaba y emocionaba. No podía permitirme aceptar aquellos sentimientos, sería muy irresponsable de mi parte. Jugar a dos bandos, ese no era yo. Debía alejarlo de mi vida a como dé lugar.

—¡Bien! —Me gritó, dándose media vuelta para irse.

—¡Bien! —Contesté a la distancia.

Esa noche, mi mente no pudo quitárselo de la cabeza.

— — —

Recibí una llamada de Kat, pidiéndome que fuera a dormir a su casa, que sus padres no estarían. Acepté, aunque no eran sus padres quienes me preocupaban ahora.

Cuando llegué, Krist estaba encerrado en su habitación. Al parecer no tenía intenciones de salir y eso me relajó bastante. Con Kat cenamos y vimos televisión. Jugamos con Rocket y a media noche, decidimos comer manzanas.

—¡Krist! —Gritó mi novia, haciéndome poner alerta. Después de un silencio, la puerta se abrió.

—¿Qué quieres?

—No has comido nada, así que ven y ayúdame a pelar manzanas.

—No tengo hambre...

—¡Ven, dije!

A veces Kat parecía una mamá que asustaba. Krist se sentó malhumorado en uno de los sillones y evitó mirarme. Tomó un cuchillo y comenzó a pelar la fruta de malas pulgas, hasta que una mala fuerza, implicó un corte en pulgar.

—¡Tsk!

—¿¡Estás bien!? —Salté de mi puesto, tomando su dedo para humedecerlo en mi boca.

—S-Sí... —Sus ojos me miraban perplejos. Caí en la cuenta que, otra vez, mi cuerpo actuaba por instinto y mordí mi labio inferior, nervioso por mis acciones.

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