Estaba durmiendo cuando oí el timbre de la puerta. Me supuso casi toda la noche quedarme dormido y ahora, alguien venía fastidiar a estas horas de la mañana. Creo que mi día no iniciaba de lo mejor.
Rumié en no abrir, pero el sonido fue tan insistente que tuve que hacer un esfuerzo. Me levanté apenas y sin preocuparme demasiado por mi facha, abrí la puerta, encontrándome con una gran sorpresa. Era Krist.
—¿Q-Qué haces aquí? —Me giré para ver la hora. — A las 7 de la mañana.
—Vine a tomar desayuno contigo. —Dijo él, entrando con un par de bolsas, haciéndome a un lado.
—¿Eh...?
Cerré la puerta tras de mí y lo observé en silencio, aún muy confundido de lo que estaba pasando. ¿Por qué?
—Compré comida, no sé cocinar, así que no te preocupes por los envenenamientos.
—Es bueno saberlo... —Reí ligeramente y me acerqué, para colocar agua a hervir, a pesar de aun no comprendía qué es lo que hacía aquí.
—¿Cómo dormiste anoche? —Su pregunta me pilló de sorpresa y un sonrojo me vino a mis mejillas. ¿Qué acaso sabía algo?
—Perfecto. —Mentí.
—Oh, tus ojeras no dicen lo mismo. —Me fijé que cuando sonríe malvadamente, sus labios tomaban una forma felina, lo cual le hacía ver más diabólico, pero tierno...
—A-Ah... siempre las he tenido, desde que entré a la universidad... —Intenté ignorarlo. Pero él mantenía su sonrisa, en signo de victoria. —Por cierto, ¿por qué has decido tomar desayuno conmigo?
—Ah... mis padres salieron temprano y mi hermana también, iba a estar solo, así que decidí venir acá. —Me enseñó todos sus dientes, con aquella gran sonrisa.
—Ya veo... —Rasqué mi cabeza.
—Ve a ducharte. Detesto comer con gente sucia. —Me ordenó y mi rostro de perplejidad no pudo haber sido peor.
—V-Vale...
Algo confundido, fui a ducharme rápidamente para luego vestirme para ir a la universidad. Cuando llegué al comedor, la mesa estaba puesta y él ya estaba comiendo.
—Lo siento, no pude esperarte. Esto se veía demasiado bien.
—Descuida...
Me senté. A decir verdad, eso de que su familia salió y él iba a estar solo, lo olí a excusa de algo... y una interrogante comenzó a rodearme ferozmente. Sabía que sus intenciones reales eran otras, pero tampoco me atrevía a consultar, ya que, podría tener que ver con el contrato.
—¿A qué hora tienes clases? —Interrogó, bebiendo algo de té.
—Ahm... a las ocho y treinta, ¿por qué?
—No deberías llegar tarde. Te iré a dejar, tengo que hacer un par de cosas cerca de tu universidad. ¿Te importa?
—¿Debería? —Alcé mi ceja y sonreí de medio lado. Recibiendo como respuesta una imitación.
Volvíamos a reír.
Al terminar de comer, recogimos las cosas y tomamos camino a la universidad. Conversamos sobre temas varios, gustos de cada uno, experiencias vividas, etcétera.
—Detesto las cosas tan comunes...
—¡Hey! Yo soy común... —Le rebatí, apenado.
—¿Tú crees? —Curioseó, tornando su juguetón rostro hacia mí.
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Instintos
Hayran KurguSoy Singto Prachaya y siempre he creído que la sonrisa de mi novia es como la de un ángel. Kat estaba mucho más tranquila, tanto así que comenzó a hablarme más sobre "Krist Perawat". Sobre lo bueno que era, sus manías y malgenio, lo sobreprotector...