Día 5

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Besándose
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Hay pequeños momentos en la vida, hechos para quienes solo están preparados para ellos.

Momentos que, si llegan a tomarte desprevenido, podría significar el fin de muchas, muchas cosas.

Habían aquellos cuyo "momento" era un examen sorpresa en ese curso que definitivamente no podían desaprobar; o tal vez enterarse del amorío que había estado teniendo tu esposa con su jefe mientras te ibas, como buen empleado trabajador y responsable, a un viaje de negocios.

Todos esos y muchos más ejemplos pasaban en ese instante por la concurrida e, inevitablemente, dramática mente de Zenitsu Agatsuma, el muchacho con la mejor—o peor —suerte del mundo.

En su interior había todo un musical y, por cada nota que se tocaba, el número de voces aumentaba cien, mil, un millón de veces más.

Una estampida, un zoológico, una iglesia llena de coristas enfadados; ya no habían palabras ni frases para describir el caos en su interior y, con nerviosismo, intentaba buscar una respuesta adecuada.

— ¿Podrías... - levantó su mirada con un tímido temblor, y el rojo de sus mejillas pudo haber sido confundido con un farol descompuesto — ...repetir eso?

— ¿A qué saben los besos?

— ¡No lo repitas!

— ¡Pero me acabas de decir que lo haga!

Nuevamente sus pupilas estaban clavadas en las sábanas bajo sus piernas, y jamás quiso alejarse de aquel lugar tanto como lo había hecho en ese momento.

La habitación de Uzui siempre había sido su lugar especial.

Los juegos, bromas, llantos y risas que había compartido con su amigo de la infancia, estaban atrapados entre cuatro paredes de un desgastado color azul pálido. La calidez y tranquilidad que emanaba Tengen se hallaba en cada rincón del lugar y, en un abrir y cerrar de ojos, Zenitsu podría volverse el chico más calmado y apacible del mundo si la esencia de su infancia lo envolvía en un cariñoso abrazo.

Sin embargo, Uzui siempre ha sido un sujeto impredecible.

Y a Zenitsu no debió sorprenderle para nada cuando su "momento" por fin hubo llegado.

Aún así, no estaba preparado.

¿A qué saben los besos?

Una pregunta simple, que podría incluso llegar a ser tonta.

¿El sabor de un beso? Zenitsu no lo sabía con exactitud, pero podría apostar a que era nada más que una desagradable mezcla de saliva y líquidos cuyo nombre no deseaba saber.

Pero sabía muy bien que si se atrevía a utilizar aquello como una respuesta, una mirada llena de infantil frustración cruzaría el rostro de Tengen Uzui.

Porque, para un sujeto extravagante, deben haber preguntas extravagantes; y, como la cereza en el jodido pastel de la enorme bola de confusiones humana como lo era su amigo, siempre había una respuesta.

No dos, no tres. Una.

Y Zenitsu se había pasado los miserables dieciséis años de su vida intentando dar en el clavo con las ocurrencias ridículas de su mejor amigo.

≪uzuzen≫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora