Capítulo 9.

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Narra Jessica.

La gran noche había llegado por fin, y aunque Akemi no tuviese ningún animo para ir a esa estúpida fiesta yo logré convencerla y arreglarla para que fuese La Jodida Estrella.

Y en efecto, lo era. Akemi iba preciosa.

Ella iba peinada con una larga y rubia trenza que le llegaba hasta el ombligo, y lo que llevaba puesto era, casi literalmente, de infarto.

Un precioso vestido azul marino que llegaba suelto hasta casi el suelo y dejaba al descubierto una de sus piernas, pero quedaba ajustado a sus atributos. Increíblemente, me había dejado ponerle tacones. No eran de aguja, pero le quedaban bien (sobretodo porque le pinté las uñas a juego con el vestido, lo sé, soy genial).

En cuanto la vi bajar esas escaleras hacia el salón principal, supe que no iba a acabar bien. Suerte que tenía a Kai a mi lado. Miré todo a mi alrededor, la sala estaba pintada de un rojo vino y los detalles de madera estaban pintados en negro. Había una mesa en el centro del mismo color y en esta había todo tipo de tentempiés... Sin embargo, Akemi lograba opacar todos los detalles allí presentes.

Todos se la comían con la mirada.
Vi a un chico Ootsutsuki darle un codazo al otro que estaba a su lado y señalar con la cabeza hacia Akemi con los labios entreabiertos.

La miraban como si fuera una Diosa.

De repente oí unos susurros de unas chicas a mi lado.

—Qué suerte tiene Ayane, poder pasar una noche con ese Senju...—Suspiró sonoramente.— ¡Está mejor que cualquiera de sus hermanos!— Se mordió el labio. Giré la cabeza y la puse en el pecho de Kai, quien estaba a mi derecha, para no reírme.

Y eso que se creían.

Esta noche iba a ser larga.

Narra Akemi.

En cuanto llegué allí, me arrepentí. Solo estaba haciéndolo por Jess... Y porque quería ver a la zorra que iba a casarse con Tobirama. O, bueno, estrangularla. Lo que antes pasara.

Saludé a mi hermano y a mi amiga y unos minutos después me dirigí a Hashirama, que estaba con Mito allí.

Mito iba preciosa, como siempre que le había visto. Llevaba sus clásicos dos moños pelirrojos junto a un kimono carmesí precioso. Y Hashirama, sorprendentemente, iba vestido de forma más... Casual, pero formal.

—Hola, Mito, Hashirama.— Les sonreí a ambos.

—Estás preciosa— Dijeron al unísono. Acto seguido se miraron a los ojos y se sonrieron de una forma que me pareció la cosa más tierna del mundo.

Desearía que Tobirama me mirase así al menos una vez...

Basta, Akemi, a lo que estamos.

—Muchas gracias, vosotros también.— Sonreí avergonzada. Por su comentario y por mis pensamientos.—¿Habéis visto a Tobirama?— pregunté tímidamente.

—Creo que estaba con Madara...— Comenzó Mito con su dulce voz. Esta mujer te dejaba embobado con su forma de hablar... Me resultaba muy relajante. Hasta que me di cuenta de lo que había dicho, ¿Tobirama, con Madara? Debe de ser broma. —Justo allí— Inclinó la cabeza hacia una dirección, yo hice un ademán de disculpas y me dirigí hacia su ubicación.

Me quedé mirando a Tobirama en el trayecto. Iba realmente... Perfecto, no sería suficiente. Llevaba una camisa blanca ceñida a su esculpido cuerpo y unos pantalones negros con tirantes del mismo color que llevaba encima de la camisa. Junto a éstos, combinaba una pajarita azul marino.

Akai Sora [TOBIRAMA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora