HOPE:
Movía los controles de la máquina como una loca en un fallido intento de no perder. No era muy buena, que digamos, en Street Fighter. Siempre he perdido todas las partidas que me dignaba a jugar. No podía comprender cómo la gente solía ir a ese lugar para intentar divertirse, NO era nada divertido.
Una mueca de decepción se formó en mi rostro al ver el cartel "Game Over" plasmado en la pantalla. No sé por qué llegué a pensar que ganaría, era una perdedora innata. En mi sangre corre la ingenuidad. Cualquier cosa me da esperanzas, y siempre termino MUY decepcionada. Vaya que sí.
Después de darle una débil patada a la máquina, me aleje de ella para ir a la tienda que estaba en la habitación de al lado. ¡En ese lugar sí que vendían chucherías deliciosas! Siempre me animaba, después de desperdiciar una preciada ficha en un juego que me resulta imposible, comer un rico chocolate.
—¿Cómo pueden gustarte los caramelos de naranja? Son repugnantes. —una voz chillona, como la de un niño, se escuchó a lo lejos. Levante la mirada para poder apreciar de quién se trataba y, me lleve una grata sorpresa, al darme cuenta de que se trataba de Eddie Kaspbrak, revoleé los ojos con arrogancia. Ese chico era insoportable.
Recuerdo aquella tarde del 25 de agosto de 1988, yo me encontraba comprando algunas cosas para chicas en la farmacia. Parada frente al estante de higiene femenina, y confundida, tome la primera caja de tampones que mis manos tuvieron la mala suerte de tocar. Esto de ser chica, y no tener una figura femenina de la cual aprender, era una mierda.
Al acercarme a la caja registradora, me encontré con un pálido y desesperante chico asmático. Estaba comprando un medicamento líquido para su nebulizador. —¿Estás comprando tampones? —se atrevió a decir el enano. Asentí algo confundida, pero al fin y al cabo asentí. —Eso es muy antihigiénico, y también es repugnante.
—Lo se, pero yo no controlo lo que mi cuerpo hace. No puedo desear que mi menstruación desaparezca de la noche a la mañana. Es algo muy estúpido pensar que hay otra opción que sea menos "antihigiénica". —mis ojos retrataban el asco y el odio que sentía ante su ignorante actitud de niño pequeño.
El chico se quedó callado, como si, lo que había dicho, le hubiera molestado. Eran impresionantes las ganas que tenía de romperle la cara de una paliza, tal vez así se le conectarán las neuronas de una vez por todas. Aunque eso sería muy difícil, pues, tristemente, es hombre, y los hombres, por años, nunca se resignaron a cambiar.
Desde entonces, Eddie Kaspbrak era un nombre lleno de ignorancia y estupidez. Su forma de pensar era tan infantil que cualquier niño, de menos de 8 años, pensaría que, al escucharlo, se trata de un cavernícola que camina por las calles, al anochecer, con una antorcha en una mano y un traje fabricado, a mano, con piel de alce.
Pase por al frente del Asmático y del Bocazas. Él Bocazas era tan insoportable como Eddie, solo que él cuenta chistes malos TODO el tiempo. Siempre me molesta llamándome "Bebota" o "Princesa" cuando camino por el pasillo, de la mano de Henry. Como siempre, terminaba recibiendo una paliza de parte de Bowers.
—¡Hey! ¡Miren a quien tenemos aquí! —tragame tierra, por favor. —¡A la hermosa e inteligente Hope Connor! —todos, pero todos, en el Arcade, se giraron a observarme. Me moría de humillación. Esa fue la primera vez que deseé que Henry apareciera y que le partiera las gigantes gafas, que siempre lleva, de un golpe.
—¡Vaya, vaya! Veo que el Arcade abrió paso a los vírgenes. —mi voz interna tenía razón, ese chico era más virgen que Stanley Uris. Aunque quería insultar su payasa forma de ser de mil maneras diferentes, en distintos idiomas, decidí reaccionar de una manera más... tolerante. —¡Hey, Richie! No sabía que estabas aquí. Si lo hubiera sabido, no hubiera venido. —bueno, al parecer jamas entenderé la palabra "comportarse"
—¿Siempre eres una perra o paras para descansar? —hasta el mismísimo Richie quedó sorprendido al escuchar el comentario de su amigo. La sonrisa que Eddie mantenía en su rostro era perversa, se podía ver que le gustaba molestarme, al igual que Richie.
—¡Oh, Eddie! ¡Fuiste tú el que dijo eso! No podía verte, ya sabes, por qué eres un maldito enano de mierda. Tal vez podrías comprarte unas escaleras, así podría verte bien. ja. En esto de los insultos nadie puede ganarme. Siempre he sido buena para responder a los insultos que la gente me dice de formas muy creativas y dolorosas.
—¡Tranquilas, princesas! Los vestidos de ambas son igual de hermosos. —comentó el peli-negro entre risas.
—¡Púdrete, Bocazas! —respondimos Eddie y yo, al unísono. Sin más, me aleje de ellos como si nada hubiera pasado. Necesitaba comer chocolate, no hablar con unos retrasados hijitos de mami. Si seguía hablando con ellos, perdería mi preciado tiempo.
Ojalá hubiera podido comer chocolate tranquilamente, pero, como siempre, Henry apareció y lo arruinó TODO. Lo único bueno que puedo sacar de lo que pasó, fue que él no me vió. Estaba demasiado distraído hablando con sus secuaces. Gracias a Dios.
Sin pensarlo siquiera dos veces, dí media vuelta y comencé a correr hacía la entrada, y salida, principal del Arcade. No podía dejar de pensar que él me había visto, y que solo fingía. Si ese fuera el caso, estaría furioso conmigo. Y no quiero que le pase nada malo a Stephanie, o... a mi. Siendo sincera prefiero que me lastime a mi antes de que lastime a Stephanie, ella no se merece ser lastimada sin razón, ni tampoco ser lastimada.
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𝐇𝐨𝐩𝐞 - Henry Bowers. (CANCELADA)
Fanfic"-¿Qué quieres? -el castaño solo resoplo y, con ira en sus ojos, comenzó a acercarse, lentamente, hacía mi. Al entender sus intenciones, me asuste, pero luego logre controlar mis nervios. Sabía que esto no terminaría bien, pero ya estaba cansada de...