—¿Te sucede algo...?—le preguntó con una mirada indescifrable y la boca semi abierta, arrastrando las palabras por no saber su nombre y todavía manteniendo la mano sobre su hombro. El castaño apretó con fuerza las palmas contra sus muslos, manteniendolas firmes en sus costados.
—Kihyun. No, estoy bien, gracias.—respondió rapidamente y agitado alejando su cuerpo del contrario. Debía aceptar de una vez la pena que le esperaría en su casa al llegar de la iglesa.
—No...no te ves bien.—respondio con simpleza el otro, el castaño ya no le estaba observando, mantenía su cabeza gacha de la vergüenza, obligandose a tener su mirada clavada en el pavimento—Toma.—le ofreció Hyunwoo, llamando su atención y procediendo a que fije su vista en las manos de este, viendo así como le ofrecía un pañuelo de tela. —Para tus lagrimas.—dijo y le miró con obviedad al percibir que el otro no tenía pensado recibir su pañuelo.
La mirada de sorpresa de Kihyun y que inmediatamente se tocara el rostro para asegurar que era verdad lo que el contrario le estaba diciendo, aseguró a Hyunwoo que este no tenía ni la más mínima idea de que había estado llorando. Y es que era así, lo había estado haciendo y como un tonto ahora pasaba una terrible incomodidad al saber que el morocho le había visto de aquella forma puramente vergonzosa.
Kihyun no tomó su pañuelo y en cambió pasó la manga de su sueter por su rostro rápidamente, el morocho procedió a guardar el pedazo de tela en su bolsillo, y sacar su mano del hombro ajeno con indiferencia. Veía como la humedad y la sofocación que parecia sentir el contrario le estaban haciendo sudar y poner rojo, o bueno, es lo que supuso Hyunwoo al no saber porque las mejillas del castaño relucian un cereza.
—Imagino que estás yendo hacia la iglesa.—dijo Hyunwoo, retomando camino hacia la misma, esperando que Kihyun le entienda y le siga el camino, pero este por el contrario se quedó mirandole una vez más con duda y agachandose a buscar algo dentro de su mochila. —¿Qué pasa?.—preguntó el azabache, retrocediendo sus pasos y volviendo a acercarse al sudoroso muchacho.
—Mi alba, hyung, no la encuentro.—detuvo los movimientos rápidos de sus manos para mirarle desde abajo y explicarle aquello, ¿sus ojos de casualidad estaban volviendo a ponerse llorosos?.
—Tengo una de más en el despacho de la iglesa, te la puedo prestar, pero no llores.—le dijo, con una dureza que pasó desapercibida por el castaño, dandose la vuelta para volver al camino. Escuchó los pasos acelerados y el arrastre de los tacones de los zapatos de charol escolares de Kihyun, cuando este estuvo ya a su lado cayó en cuenta de el malestar que poseía aquél muchachito pero que, le ocultaba, su respiración era demasiado sonora para no sentirse indispuesto.
El camino hasta la iglesia fue pesado y caluroso, para ambos, más allá de que el castaño este reluciente en sudor por los nervios de tan solo tener a un hombre de tal magnitud al lado suyo, el clima era humedo y haciendole frente a la leve llovizna que caía, el sol quería salir. "Al fin" pensó por dentro Kihyun, por dos cosas; la salida del solar luego de aquél día tan triste y el ver que la entrada a la iglesa estaba a tan solo unos metros, le liberaba de aquella incomoda aura que percibía al estar junto a Hyunwoo. Rogaba que este no le juzgara inteligentemente y que por esto, se diera cuenta el verdadero sentido de sus mejillas, pero al fin y al cabo, rogaba a los santos que simplemente Hyunwoo no le juzgara.
Por el contrario, este mismo al tener aquella personalidad tan apacible y tranquila, no era para nada consiente de aquellos sentimientos que el hijo del pastor profesaba hacia su persona, y es que jamás, ni en un millón de años, se le cruzaría por la mente en pensar que los cachetes ensimismados en permanecer intactamente rojos del contrario, eran por puro gusto y vergüenza del estar junto a él, pues, el pecado del enamoramiento de hombre a hombre no era más que eso; un pecado, una aberración. Y es que si alguna vez se hubiera imaginado una situación tal, fue por el mero hecho de escuchar con atención la sabia palabrería del padre.
No, ni en un millón de años Son Hyunwoo pensaría aquello.
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pagan of the good times ;; showki
FanfictionLa curiosidad, el placer y el sentir son tan grandes, que Yoo Kihyun; hijo del obispo, se ve obligado a cometer pecado. [ AU ] !¡ se tocan temas sensibles, por favor no denunciar.