Insistieron tanto, que Chris no tuvo más opción que brindarles el mejor (o el último) Halloween de sus vidas.
finalizada. prohibida
su copia/adaptación
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ㅤ El tiempo se estaba acabando, la historia estaba por llegar a su fin.
Tomó la silla en la que había descansado casi toda la noche y se sentó frente a Felix, quien se encontraba sentado en el sofá. Chris se tronó los dedos, el cuello y la espalda para posteriormente soltar un suspiro. Felix aún sentía miedo, temía que en cualquier momento sucediera algo, pero al mismo tiempo confiaba en que seguiría con vida para el momento en que llegara la policía. No obstante, no estaba del todo seguro de querer salir de esa casa. Nada lo ataba a ella, o a Chris, o a sus difuntos amigos, pero ese acontecimiento lo perseguiría por el resto de su vida. El impacto que tuvo en él sólo se haría peor y peor. Nunca podrá vivir como antes; no volverá a dormir, o al menos no con la tranquilidad de antes. Nunca más volvería a confiar en otra persona, porque en Chris confió toda su vida, y así terminó. Las pesadillas lo atormentarían hasta de día, tendrá que lidiar con terapia, medicamentos y probablemente termine encerrado en un hospital psiquiátrico. Desde el momento en que saliera de esa casa, lo conocerían como “el pobre chico que sobrevivió a la peor masacre en años”. Pasaría el resto de su vida deseando que hubiera sido él en lugar de sus amigos, de su familia. ¿De qué serviría ser un sobreviviente, si quedaría completamente solo? Ni siquiera podía imaginarse a sí mismo cargando con la culpa de haber sido el único que salió con vida. No podía creer que Chris lo condenara a eso.
─ Eras mi amigo ─susurró─. Eras mi amigo, Chris.
Chris lo observó con tristeza. ─Oh, Felix…
─ Te di toda mi confianza ─dijo, y nuevamente las lágrimas se escaparon de sus ojos─. Te di mi vida, porque te amaba. Dejé todo en tus manos, ¿y te atreves a arrebatarme lo único que me importaba? ¿Qué demonios hicimos? ¡¿Qué mierda te hicimos para que hicieras esto?! Te vi crecer, te acompañé en cada puto momento de tu vida, te confié cada parte de mí e igual terminé apuñalado por la espalda. Dejé mi hogar, ¡lo dejé todo por ti, mierda! ¡Eras mi amigo!
─ ¡Y lo di todo! ─exclamó Chris. Se levantó de la silla y se acercó a Felix tan rápido que no le dio tiempo de reaccionar. Lo tomó del cuello e hizo presión para inmovilizarlo─. Les di absolutamente todo, pero no les importó. Me dieron de su veneno, sabían que no estaba bien, pero se quedaron callados. ¿Por qué? ¿Por qué no abrieron la puta boca para preguntarme si estaba bien? Lo único que hacían era pedir y pedir ─mientras hablaba, inconscientemente apretaba cada vez más, tanto que el rostro de Felix comenzó a tomar un tono púrpura─, pero nunca agradecieron todo lo que pude darles. Que esto termine así…
El tiempo se acabó. Supo que el fin había llegado cuando escuchó esos fuertes y ruidosos golpes en la puerta. La policía había llegado. Un oficial gritó, ordenando que abrieran la puerta, y Chris de inmediato se puso de pie, tomando a Felix de la mano y llevándolo a la cocina. Una vez allí, le ordenó que se metiera debajo de la mesa mientras él sacaba el arma de su mochila. Felix estaba asustado, tanto que apenas pudo decirle a Chris que lo sentía. El mayor se apuró en acercarse a él y comenzó a hablar: ─No salgas de ahí hasta que ellos lleguen. Sal con las manos en alto y diles que fuiste tú quien llamó a la policía. Te harán preguntas, muchas preguntas, pero no tengas miedo, sólo diles la verdad ─se acercó un poco a él mientras lo tomaba de la mejilla. Se miraron a los ojos, y a pesar de que las lágrimas nublaran la vista de ambos, conectaron una última vez─. Nada de esto es tu culpa, Felix… estarás bien.
Se puso de pie y corrió hacia la sala. Felix apenas pudo recuperar el aliento, pero de igual manera lo llamó, imploró que volviera, y eso destrozó a Chris por dentro. Sabía que, a pesar de todo, ninguno de los dos podía dejar ir al otro. Pero era lo mejor, quizá no para Chris, cuya alma se había roto hacía ya bastante tiempo, pero sí para Felix. Él saldrá de allí, y vivirá. Tomaría tiempo, tardaría en sanar todas las heridas, pero lo haría. Confiaba en que sucedería.
La puerta principal fue derribada. Chris se quedó de pie en medio de la sala, sintiendo un escalofrío recorrer toda su columna vertebral. La policía entró a la casa, y estando a tan sólo una habitación de llegar adonde Chris estaba, lo único que hizo fue asegurarse de que el arma estuviera cargada. Mientras quitaba el seguro, se rio de sí mismo cuando toda su vida comenzó a pasar en frente de sus ojos. Su infancia, su periodo de aprendiz, el día que conoció a su nueva familia… hasta que llegó a esa noche. Se sentía en paz. Estaba tan tranquilo, que cualquier malestar en su cuerpo se esfumó. Ese nudo se desató al fin, su consciencia quedó tranquila de repente, como si fuera un hombre totalmente nuevo. Se iría de este mundo sabiendo que siempre dio lo mejor de sí mismo. Siempre lo dio todo… ¿y esto es lo que recibe a cambio?
Observó el reloj.
23:59pm
Los oficiales llegaron a la sala y lo apuntaron con sus armas. Chris les sonrió con sinceridad y la emoción de un niño de cinco años, y antes de llevar el revolver directamente a su boca, exclamó: ─¡Feliz Halloween!
Y disparó.
La pared detrás suyo se tiñó de un color carmesí hermoso, revelando una pintura abstracta. Es ahí cuando todo se apaga para Chris. No escucha nada más que un pitido interminable, no ve nada más que oscuridad, y tampoco siente. La historia llega a su fin cuando definitivamente es incapaz de percibir el mundo. Y su último pensamiento perdura en la mismísima nada…
Aquí está. Aquí está tu maldito Halloween.
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