A media noche Steve se despertó y se dio cuenta de que un bello castaño lo abrazaba con fuerza. Estaba dormido y a Steve le entraron ganas de dibujarlo. Tony, ahí, dormido en a su lado, en sólo una cama y desnudos era la mejor fantasía, así que en una de las libretas de apuntes del castaño, comenzó a dibujarlo, cómo no estaban en su cuarto no tenía sus propios materiales por eso simplemente tomó algunas cosas de Tony y comenzó a dibujar.
Le era sumamente necesario dibujarlo mientras descansaba entre las sábanas a su lado, nunca antes había tenido tal necesidad de dibujar a alguien. Claro, sólo Tony podría hacerlo sentir esas extrañas emociones.
Ya llevaba gran parte del boceto cuando los brillantes ojos avellana de Tony se despertaron de par en par
—¿Qué haces?— Susurró muy por lo bajo, con una suave sonrisa
—Te dibujo— Le respondió del mismo modo
—Ah, ¿sí? Déjame ver— Tony se estiró un poco para poderse ver a si mismo en aquella hoja blanca de su libreta —Dios, Steve dibujas precioso
—No soy yo, eres tú el precioso
El castaño rió —Cállate, me avergüenzas
—¿Por qué? Es la verdad, eres precioso
Tony volvió a reír y ahora, estirándose un poco más, lo besó —Calla— Le puso uno de sus dedos sobre los labios
Steve lo jaló desde la cintura subiéndolo un poco a su cuerpo para besarlo con profundidad. Bajó sus labios para chupar y besar el cuello de Tony
—Steve, haces cosquillas
El dicho siguió con su camino hasta llegar a la notoria cicatriz en el pecho de Tony
—¿Cómo fallaste?
—¿Qué cosa?
Steve se incorporó un poco para mirarlo a los ojos —¿Cómo fallaste el disparo?
—No lo sé— Se encogió de hombros —Estaba muy ebrio
—Pero para dejarte una marca así, tan cerca del corazón, debió a ver sido horrible
—Sí, lo fue. Realmente no recuerdo mucho. Sólo mi pecho sangrando y mojando toda mi camisa de rojo. Qué por cierto aún no he logrado quitarle la mancha
Steve le respondió con una sonrisa lánguida —No te dejaré solo. No dejaré que en algún momento te quieras disparar de nuevo, yo... No lo permitiré
Tony también le sonrió —No necesitas ser mi guardaespaldas, Steve
—No— El rubio bajó sus manos hasta apretar con fuerza los glúteos de Tony —No seré un guardaespaldas, seré la mitad que te faltaba
Lo volvieron a hacer, hicieron el amor de nuevo, en aquel colchón abrigador. Esperando que nunca jamás amaneciera, que se pudieran quedar así para siempre, juntos en alma y cuerpo. Pero obviamente el día tenía que comenzar y a la mañana siguiente Steve había despertado con una gran sonrisa, lo cual hasta llegaba a ser sorprendente, él nunca despertaba de ese modo y pensó que quizá su mejor amigo en ese momento le estaría molestado por la embobada sonrisa que puso en cuanto vio al castaño de sus sueños recostado a su lado.
Sin hacer mucho ruido y sin intenciones de despertarlo, se levantó de la cama y poniéndose todo lo que se encontró en el suelo, salió de la habitación. Era verdad que estaban en un hotel y no podía entrar a la cocina para prepararle el desayuno, pero si se lo podía llevar hasta la cama, que era su plan principal.
Se paseo por la mesa de alimentos y en dos platos comenzó a poner lo más rico que veía. Hot Cakes, ensalada de frutas silvestres, tocino, jugo de naranja, obviamente el café matutino de Tony y todo lo que se le antojase.
A lo lejos, una chica recepcionista lo veía con intriga, como analizándolo cuidadosamente. Se debatía entre ir e interceptarlo o dejar que desayunara en paz, pero la primera opción le ganó las ansias y caminó con paso firme hasta el rubio.
—¿Disculpe?
Steve se giró para ver a la persona que le acababa de hablar —¿Sí?
—¿Es usted el Capitán Rogers?
—Oh, sí. Soy yo. ¿Ocurre algo?
—Ah, me alegra encontrarlo, es que realmente sólo me dieron una descripción y no sabía si era usted. Perdón, no le quito más su tiempo. Sólo le quería entregar esto
La chica le tendió un pequeño papelito que Steve recibió algo dudoso —¿Qué es esto?
El rubio ya estaba preparando la oración "Oh, perdona, pero es que tengo pareja" para decírselo en cuanto la chica le asegurara que se trataba de su número, pero no pudo estar más equivocado
—Es un telegrama que le mandan desde la base aérea de Londres.
Steve abrió ligeramente los labios con sorpresa —A-ah, sí. Gracias, muchas gracias
—Claro, es un placer
La mujer hizo una ligera reverencia, se dio la vuelta y se fue. Steve tardó un poco en reaccionar, se le habían olvidado por completo los días que llevaba ahí. Con los platos de desayuno sobre la mesa y con algo de discreción, abrió el pequeño papelito
"Capitán Rogers.
Le informamos que su nave
está lista para su uso y que
mañana por la mañana podrá
regresar a salvo a Estados Unidos.Steve frunció el seño y cerrando los ojos suspiró. ¿Qué le diría a Tony?
Cuando entró a al habitación le llegó un rico aroma, el olor a Tony era muy delicioso, así que aquel semblante caído se volvió a levantar en una suave sonrisa. Caminó hasta la orilla de la cama y antes de hincarse frente a Tony, dejó los platos de desayuno
—¿Tony? Despierta, Tony— El dicho pujó un poco, entonces Steve le acunó el rostro entre una de sus manos —¿Tony?
El castaño abrió sus bellos y brillantes ojos con una sonrisa —Buenos días— Se acunó con más fuerza en su mano y le besó la palma —Huele a café
Steve rió —Te traje el desayuno
Tony también rió —Eres muy caballeroso— Lo tomó del cuello y lo beso —Que te parece si desayunamos y después...— Lo besó nuevamente —Entramos a la ducha juntos
—Me parece una muy buena idea— Dijo sonriente
Después de un muy delicioso desayuno entre risas, coqueteos y besos; entraron a la ducha. Ambos desnudos entre el vaporoso ambiente de la regadera se besaban y tocaban todo el cuerpo. Lo hicieron en la ducha, una vez más compartieron su pasión y mientras les faltaba el oxígeno se suspiraba amor.
Tony no iría a trabajar, quería pasar el día con aquel atractivo rubio de ojos azules y a Steve le encantó su decisión, sin embargo había una sóla cosa que rondaba por su mente y esa era, tener que separarse de su otra mitad, tener que decirle adiós a Tony Stark.
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Un viaje de negocios {Stony/Au}
RomansUno iba a hacer una misión como piloto aviador, el otro sólo estaba en un viaje de negocios, pero ninguno de los dos esperó encontrarse entre sí y ahí, debajo de esas sábanas perfumadas, en el interior de la habitación de esa posada, siendo apenas i...