Capitulo 2

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Fuimos a casa de Rodrigo iba tapándome la cara de la cual aun manaba sangre, ya tenia toda la manga empapada.Los trasuntes nos echaban miradas vituperables. Rodrigo caminaba despacio, sin prisas, como si le divirtiera el espectáculo hórrido al que dábamos muestra. 

La casa de Rodrigo era chica y chata, se podría decir que solo se componía de un cuarto bajo que despreciaba todos los cánones de limpieza. Era una ambiente de canícula pestilente, de éter nauseabundo. El mobiliario era una cama y varias cómodas con múltiples cajones. En una mesa al lado de la cama reposaban una pila de libros tan viejos que parecían cartón mojado. Eran varias novelas de Tostoi, Freud, y Sade. 

Rodrigo comenzó  arrebujar unos papeles de un cajón, cuando se fijo que veía el montículo de libros me hablo: 

-Los compro muy barato, aveces las recojo por ahí, es como que la gente lanzara su historia a la calle- Se arranco un bufido burlón 

Me deje caer apesadumbrado en la cama, a ojear a Sade. 

Rodrigo me dio la espalda unos segundos mientras me aconsejaba con aire patriarcal: 

-Necesitas drogarte.... pero no me queda mucha marihuana para los dos, ya vuelvo. Salio de aquel antro infausto, yo me quede solo entre cavetas abiertas y trastos. Advertí que atrás de la cama había una ventana sucia que dejaba ver el cantegril donde estaba sumergido, Rodrigo se veía correr como un perro galgo entre aquellas veredas de entierro.....

 La sangre ya amainaba, pero aun sentia estertores, no habia espejos pero tenia la seguridad de que me habia partido la cara. 

Me sentía a la Deriva, solo que nunca me había mordido una serpiente, no tenia una balsa, ni estaba en un río solitario; pero, aun así, el sentimiento era el mismo. 
Comencé a hurgar en los cajones que habían quedado fuera, no había gran cosa; papeles, envolturas ,condones,migajas. En una de las gavetas había una edición deshecha de Crimen y Castigo y una pistola al lado, como una alusión. Tome los dos y me lance en la cama polvorienta. Estaba cansado y con sueño, hojee y leí un poco, ya estaba dormitando. 
Me senté en la cama, tome la pistola me la puse en la sien y apreté el gatillo... no estaba cargada. No tenia idea de porque lo había hecho, solo quería hacerlo. 
La deje en su sitio, leí un poco mas y me dormí 

Cuando me levante, la ventana dejaba colar una luz mortecina de candil amortajado que cubría los objetos, como el olvido, pero no, era el atardecer. 
Rodrigo habia regresado y estaba tirado en el piso sollozando, tenia los ojos inyectados en sangre y apestaba a marihuana. 
Lo mire desconcertado, me miro y me dijo: 
- Lo cortaron, ¿sabes? lo mataron, esas perras amaestradas.. 
Levanto la cabeza y me miro reprochándome mi falta de respeto al no conmoverme. 
¿Que? dije solamente. 
-¿Recuerdas aquel árbol gigante de cuando eramos niños? pues lo arrancaron de cuajo, de la vida. Esos trabajadores, no los culpo, deben comer, para eso deben destruir y edificar. 

La luz le dio de lleno en el rostro en ese momento, sacándolo de la penumbra, note que a través de su llanto tenia moretones en la cara y sangraba de tantas partes que confluían en un solo torrente.
¿Que hiciste?- observe bajándome de la cama y mirándolo de frente-
-Pues lo que debe hacer alguien que ve una injusticia, arreglarla. Pero nadie me ayudaba, grite, y trataron de golpearme, así que yo también, fue una pelea de causas justas; ellos querían comer y yo no quería que sacaran el árbol. Fueron dos causas justas. Sabes que no tengo familia, que vivo aquí solo drogándome y tratando de vivir. Pero coño, quería aquel árbol. 

Me reí. Se que cuando alguien se siente mal es una burla que alguien este feliz, quien sea, pero su atuendo y su postura era de tanta comicidad que me reí.   
 - Vete- Me soltó con desanimo. Tal vez no era el árbol, era el recuerdo. Quería saber que existía un recuerdo palpable por ahí, que no todo era cuestión de memorias. Pero vete. 

Se levanto y se acostó en la cama, saco una bolsa plastica con marihuana rompió una hoja de Crimen y castigo al azar,  la utilizo como pitillo y comenzó a fumar.  

Tenia hambre y en verdad  era ya bastante tarde, le asentí con la cabeza, hizo lo mismo y salí.  

ShaddayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora