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"¿Recuerdas esa noche, Clay?
¿La recuerdas con esa misma claridad con la que siempre cuentas el mismo hecho?"













La noche era más oscura que la sombra de los cuatro chicos, quienes se habían propuesto una reunión en la casa del más mayor del grupo, para ver películas de terror en la fría y entretenida noche de Halloween. ¡Boo, sangre y fantasmas, vampiros y espectros, boo!

Las calabazas con su amarillenta luz adentro que alumbraba en todo su esplendor, adornadas en grandes filas al transcurso de las calles, las telarañas de mentira, la calle con luces de tonos rojizos y anaranjados hacían mas linda si miras con mucho detalle a la ciudad.

Los mejores amigos, sonrientes como siempre, caminaban al parecer apurados y disfrazados: Uno de ellos andaba de gato, uno de esqueleto, el rubio de... ¿arcilla?, y el último de un pequeño diablo negro, con colita y todo, adorable.

Había gente rondando y pidiendo dulces por cada casa, desde casas que solo tenían por lo menos un par de dulces para los niños hasta casas que eran una pasada y se hacían llamar "mansiones del horror" en las donde se podía explorar por todas partes, llamando la atención de toda la gente.

Los cuatro chicos, que se habían escapado de sus casas a la madrugada, vieron una de estas cuantas mansiones que aparecian con frecuencia delante de ellos, sin embargo, esta lucía completamente diferente a las demás, y no había nadie alrededor de ellos. Enserio querían meterse e investigar, estaban sedientos de abrir aquel portón mugroso y desgastado para asustarse con la consciencia limpia hasta ahora. El plan era ir a ver la televisión en medio de toda esa oscuridad, pero les intrigaba mucho entrar a ese lugar.

Uno de los cuatro decía, "¡No quiero ir! Me-me da miedo" mientras que los otros le decían que sí, que no iba a ser tan malo (aunque ellos nisiquiera sabían quién se apoderaba de aquellas espeluznantes tierras).

Darryl solo suspiró, siendo repentinamente asustado por Nick desde atrás. Soltó un grito de miedo que ninguno del grupo olvidará, a menos que se mueran en el camino a esa gran mansión.

Y, aunque uno de los abuelos de los niños, hace tiempo les había contado que no debían adentrarse a aquel misterioso lugar, relatando historias ficticias que en ese tiempo los pequeños creían y hacían pasar por verdad, les mataba aquella curiosidad. Ya que después de muchos años se dieron cuenta que esas historias no eran realidad, que solo eran un estúpido invento.

¿O quizás no?...


















¡Jajajaja, qué pregunta mas interesante y tonta! Si me lo preguntan, no tengo clara la respuesta, pero la de ellos, sus vidas y sus propios ojos, si que la tienen.

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⏰ Última actualización: Oct 24, 2020 ⏰

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