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¿Quien dijo que los cuernos asimilaban la maldad y las alas la pureza cuando los seguidores de uno buscan justicia y venganza mientras que los otros creen que el amor tiene géneros específicos?

La mirada del menor se encontraba perdida en la ventana observando en el árbol un par de pájaros en su nido, un suspiro cansado escapó de sus entreabiertos labios cuando la campana que avisaba del fin de las clases resonaba con fuerza por él establecimiento. 

—¿Vieron el post en Instagram del chico? Ese que dice que vio a su ángel.
Los chicos susurraban lo suficientemente fuerte como para llamar la atención del pelinaranjo, quien se acercaba de a poco.

—Una estupidez, ¿Realmente creen en ángeles guardianes y cosas así?
El rubio río con sorna negando con su cabeza ante la molesta mirada de los otros dos.

—Pues yo si creo.
La atención de los que conversaban sé concentró ahora en Hinata, quien había irrumpido sin si quiera preguntar.— ¡Sería genial poder conocer a tu ángel!

—¿Y si tenemos demonios?
El rostro del pequeño Hinata formó un puchero notorio ante las palabras del escéptico rubio, bufo. Tsukishima.

—Una estupidez, todos saben que los angelitos son los buenos y los demonios los malos. ¿No es así?
Miro a Yamaguchi esperando algún tipo de ayuda pero este solo lo ignoro, sus ojos viajaron de inmediato a Yachi quien dudó antes de hablar.

—B-Bueno... Así dice mi mamá que es.

—Tsk.
Tsukishima solo acomodo su bolso en su hombro antes de darse media vuelta y salir de escena seguido por Yachi quien solo se despidió con su mano.

—Hinata...
Alzó su vista cuando noto que Yamaguchi seguía parado ahí con manos temblorosas, torpemente sacó un papel de su bolsillo para entregárselo.— Yo creo lo mismo que tú así que estuve averiguando...

Los ojos cafés de Hinata repasaron una y otra vez las palabras escritas sobre el papel desgastado mientras escuchaba a Yamaguchi de fondo.

—Es... Es una manera de invocar a un ángel.





Shoyo se dejó caer en su cama a penas estuvo en su habitación, odiaba las clases y odiaba aún más llegar a su solitaria casa, metió sus manos a los bolsillos de su pantalón topándose nuevamente con lo que Yamaguchi le había entregado.

—Invocar a mi ángel...
Repitió en voz baja para si mismo, ¿Su ángel podría concederle un deseo? Quería algo tan sencillo.

Se levantó de un salto de su cama cerrando o tapando todo lo que pudiera hacer entrar algún tipo de luz a su cuarto, dejo el espejo justo enfrente de él tomando una vela y el papel con firmeza para comenzar a repetir entra la oscuridad una y otra vez las palabras que ya había memorizado.

La luz de la vela comenzó a parpadear y el frío se apoderó de su cuerpo haciéndolo temblar, sintió su corazón casi salir por su boca cuando lo vio detrás de él por el espejo con su cabello castaño claro y si traje de un blanco impecable pero... ¿Por qué sentía miedo? Su cuerpo estaba tan tenso que sus extremidades no respondían al movimiento, observó cómo aquel ángel levantaba su mano y lo supo de inmediato, era el fin de su vida. Shoyo cerró los ojos y espero, mas lo que él esperaba no llegó.

Abrió sus ojos con valentía y volvió a mirar por el espejo comenzando a tartamudear, esta vez si se volteó observando cómo otra presencia se alzaba frente a él sujetando la mano del Ángel con fuerza impidiéndole llegar a hacerle algo a Hinata.

—Estupido demonio, ¿Vale la pena el esfuerzo por un humano más?

—Vete, Atsumu.
Las piernas de Hinata temblaron cuando la voz del pelinegro resonó potente por la habitación, Atsumu el ángel se desvaneció y la mano del demonio comenzó a humear.

—¡Estas herido!
Hinata apresuró sus pasos tomando la mano de este entre las suyas para ver la fea quemadura.— V-voy a curarte... ¿Por qué hizo eso? Es un ángel...

—Oh pequeño humano ingenuo, ¿Qué te hace creer que Los Ángeles son los buenos? Un

𝐃𝐞𝐯𝐢𝐥𝐦𝐚𝐧. •𝐊𝐚𝐠𝐞𝐡𝐢𝐧𝐚•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora