La isla

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Una vez recuperé el sentido completamente, decidí darme una vuelta por la isla, pero... espera un momento, la isla no media más de cuatro metros de diámetro y tan sólo tenia una puñetera palmera plantada enmedio! Bueno que se le iba a hacer, tendría que apañarmelas con eso... Obserevé, que no se podía apreciar ninguna silueta en el lejano horizonte, y eso me puso miy triste...

Dejemonos de tonterías, en ese momento tenía una hambre descomunal!  Me fijé en la palmera, y ví que tenía un par de cocos. Imediatamente intenté subirme a la palmera con todas mis fuerzas, para alcanzar los cocos, y lo único que conseguí fué otro golpe en el gaznate, al caerme. Tras lo ocurrido, y transcurrido un rato tras el golpe, me quedé pensando un buen rato como podía hacerme con uno de esos dos cocos, hasta que obtube una idea que pronto desbubriría que no sería la mejor opción: lanzar un puñado de arena hacia los objetivos, hasta que cayeran al suelo y pudiera deleitarme con un alimemto , muy completo. Cogí un buen puñado de arena fina del suelo de la isla, apunté y lo lanzé con todas mis fuerzas hacia los cocos, el problema, era que en la islita de los co"piiii" hacía muchísimo viento y la arena me entró directamente en los ojos, y de la mala hostia que llevaba encima, le metí una patada con todas mis fuerzas a la palmera y cayó uno de los dos cocos. Cuándo me disponía a cogerlo, el viento lo hizo rodar hasta el agua del maravilloso mar Pacífico, dónde, un par de tiburones martillo de unos 4 metros de largo y 2 metros de embergadura, me estaban esperando pacientemente, rodeando mi preciado coco.

Por desgracia no me fijé en los tiburones, cosa mala, y al meterme en el agua, los dos enormes seres se dirijieron hacia mi pra intentar comerme de un solo bocado. Milagrosamente, pude salir del agua con mi gracia natural, y salvar la vida, al menos, durante un ratitio más.

Decepcionado, me senté en la blanca y caliente arena, y observé cómo el coco se iba alejando, solito, flotando en el agua...

Vaya día mas asqueroso...

Como acabar mal el díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora