La Seta

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Otro día en el paraíso... supongo. Empezaba a acostumbrarme  a la isla. Al fin y al cabo no se estaba tan mal, ... ¡pero que estoy diciendo! Estar en ese lugar era lo peor...

Tan sólo llevaba unos tres días en la isla, y ya estaba sufriendo los efectos de la deshidratación, el hambre y las quemaduras alrededor de mi cuerpo, a causa de que, la palmera, no producía la suficiente sombra cómo para cobijarme.

No podía más, pero eso no me retendría. Necesitaba algo de comer y beber.

Pensé que el único coco que tenía la palmera, no era el único alimento que habría en el lugar. Descarté la opción de buscar en el agua de la orilla, ya que, aunque no fuera muy profundo, los dos tiburones podrían atacarme. Supongo que más adelante se cansarían de mi y podría empezar a explorar los alrededores aquáticos. En lo que respecta a la bebida, no tenía muy claro que podría encontrar.

Cuándo perdí toda esperanza, noté algo bajo la suela de mis doloridos pies: era una seta.

Era de un color rojizo, decorado con diversos topos de un tono morado. Sin pensármelo dos veces, la arranqué de la ardiente arena, y le dí un bocado, pero espera un momento... estaba realmente buena, no me lo podía creer. De otro bocado rápido, me la terminé, y me sentí realmente bien, por el simple hecho de haber podido llevarme algo a la boca.

Al cabo de tan sólo de dos segundos, empezé a marearme de una forma bastante brusca, y a tener alucinaciones muy raras, era lo más normal. Quién podía ser tan estúpido cómo para comerse una maldita seta, salida del mismisimo suelo, sin conocer sus efectos sobre el organismo: sólo yo, claramente.

En primer lugar, observé que los dos tiburones martillo, estaban hinchándose, hasta al punto de explotar y transformarse en dos unicornios, que emanaban arco íris desde su trasero, y, los mismos, salieron disparados hacia el espacio exterior, mejor no preguntéis. Acto seguido, yo mismo salí disparado por los aires, sin motivo aparente, y luego volví a estrellarme de cabezas, como cuando llegué a la isla, contra el agua del oceáno, y una vez dentro, un grupo de delfines, de color negro, y que hablaban con acento afroamericano, me retaron a una batalla musical con música hip hop y funky, sin niguna clase de sentido, obiamente. Por algún motivo, mi cuerpo, al oír la música que emitía uno de los delfines, a modo de altavoz, empezó a moverse cómo poseído por el ritmo ragatanga, y a causa de esto los delfines se quedaron sorprendidos por el ritmo que recorría mis venas, y me chocaron los cinco. Y acto seguido...

¿Pero qué... dónde estoy? Me encontraba tumbado en la fina arena de la isla, y me dolía un montón la cabeza, cómo la mañana siguiente después de salir de fiesta, tras haber ingerido un par de litros de alchool, a través de mi garganta.

Una vez me incorporé, observé los alrededores de la isla, y no divisé a ninguno de los dos tiburones, una ventaja a mi favor, aunque el otro coco que había en la palmera también había desaparecido, que desgraciado soy...

Cómo creo que ya os he contado bastante por hoy, ya os seguiré contando mi historia mañana, o si eso, pasado mañana...

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⏰ Última actualización: Mar 07, 2015 ⏰

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