El mundo cada vez se echaba más a perder. Sólo habían desigualdades y violencia. Yo no quería vivir en un mundo así porque eso implicada estar constantemente triste y dolida por aquellas personas que no tenían suficiente dinero para vivir en condiciones.
Solemos quejarnos de las cosas que tenemos porque somos muy caprichosos por naturaleza pero no nos damos cuenta de las cosas que tenemos. Nos creemos que sempre tenemos menos que otros cuando hay muchísima gente en el mundo que no tienen dinero para comer, para pagar una casa y para mantener a su familia. Nos quejamos de que hay mucha desigualdad en el mundo pero tampoco hacemos nada para soluccionarlo, ni tampoco ponemos nuestro granito de arena. Somos hipócritas por momentos, y también fáciles de manipular.
Desde que tengo uso de razón, vivo con mi tía Jacinta, un nombre no muy agraciado pero en estos tiempos se solían poner nombres "raros", así es como los llamo yo. Mi propia tía me contó la muerte de mi madre, y el abandono y la despreocupación de mi padre hacia mi: mi madre era muy joven y venía de una familia humilde, mi padre era un hombre apuesto, con ojos azules y cabello rubio. Venía de una familia rica, con fincas grandes y una mansión. Mi padre se fijó en mi madre, pues ella también era una persona muy linda y aunque fuera de una clase media-baja, era humilde y sencilla, muy natural. Cuando empezaron a salir todo eran risas. A ella la envidiaban mucho por estar con un hombre tan apuesto y tan afortunado en temas económicos, y los chicos le advertían a ella de que ese hombre no era de fiar. Pero cuando se casaron ya empezó la desgracia y la ruina: por lo que me comentó mi tía Jacinta, él pegaba y maltrataba a mi madre, y ella, como estaba tan enamorada y tan ciega por ese señor, se dejaba. Mi madre se quedó embarazada de mi y yo, siendo pequeña, nunca ví esas desagradables peleas y discursiones que tenían ellos dos, pues mi madre no quería que yo sufriera y siempre estaba con mi tía Jacinta. Ese señor no se merecía llamarle "hombre" ya que era un imbécil y un cobarde por pegar a una mujer, y sobre todo con la persona que estaba casada y supuestamente amaba. Una noche, mi padre nos abandonó y nos dejó en las puertas de la casa. No teníamos a dónde ir y decidimos transladarnos a casa de mi tía Jacinta. A los pocos días de transladarnos, mi madre tenía malestar en el cuerpo: estaba embarazada de aquel señor, por segunda vez. Mi tía, al enterarse, no quería que ella tuviera otro hijo y más de ese imbécil. En aquellos tiempos no existía el aborto, tenías que tenerlo y ya está, no te daban ese derecho a decidir, da igual que si fuera una violación o que el bebé viniera con una malformación, daba igual. Lo tenías y ya está, ocupandote del niño con tu marido o sin él.
La madre de mi tia decidió darle una especie de "veneno" para matar al bebé pero ella lo que no sabía es que esa especie de "veneno" no mataba solo al bebé sino también a la persona que tenía dentro ese niño. Pasaban los días y mi madre no podía levantarse de la cama. Las únicas palabras que recuerdo de ella era que siempre me llamaba y me decía "Ven, ven cariño, ven...". Yo la notaba entristecida por todo lo que vivió y a pesar de que yo, en ese tiempo, tuviera cuatro años, sabía cuando mi madre estaba mal o estaba bien, y yo sé que con ese hombre nunca ha estado bien, por lo que me comentó la tía Jacinta. A los pocos días, mi madre murió.
Es duro ver como un familiar muere, pero sobre todo es más duro si es tu padre o tu madre, en este caso era mi madre. La persona que me había dado la vida, una mujer valiente y honrada pese a todas las circunstancias que le puso la vida y los desagradables momentos que tuvo con aquel señor llamado "padre". Es más, en el funeral de mi madre no apareció aquel hombre que le había hecho tanto daño, ni tampoco la familia de él. Cuando pasaron dos meses, la madre de mi tía cayó en depresión y murió porque se sintió culpable de la muerte de mi madre. No le cojo rencor simplemente no supo lo que hacía por no tener conocimiento de ello.
Eran otros tiempos peores, tiempos en que las enfermedades se pillaban al instante y no habían curas. Donde a la mujer se le consideraba como un objeto de jugar, de usar y tirar, donde se cachondeaban y las utilizaban como entretenimiento. Con lo que le pasó a mi madre me sentí más valiente y me prometí, a mi misma, que no me hiciera daño ni cayera ninguna lágrima por un hombre, pues era la persona más importante en mi vida y la hicieron sufrir mucho.
ESTÁS LEYENDO
Otros tiempos peores.
RomantikEran tiempos complicados y muy duros para las personas que no tenían un buen cobijo para refugiarse y el único ahorro que tenían en casa les servían únicamente para la comida. Sin embargo, nuestra protagonista se identifica con una de esas personas...