Día 22 | Agua

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Llevaba la cabeza apoyada en el vidrio de la ventana, mirando como el paisaje del bosque pasaba por mi lado a gran velocidad, reduciéndose a nada más que una mancha de colores verdosos y amarillentos.

Me giré y vi a Shisui manejando, moviendo la cabeza al son de una canción y riéndose por alguna de las estupideces que seguramente estaba diciendo Naruto, el novio de mi hermano. De alguna u otra forma habíamos terminado los cuatro en el mismo coche, íbamos a un camping junto al lago. Sasuke nos había arrastrado a mí y a Shisui, mi mejor amigo, a celebrar el cumpleaños de Naruto y como yo era totalmente incapaz de decirle que no, terminé aquí.

—¿Vas a cambiar la cara? —preguntó mi amigo mirándome de reojo, sin quitar su vista de la carretera durante demasiado tiempo y yo fruncí el ceño— ¿Por qué estás tan amargado?

¿Por qué?

Porque me daba un poquito de envidia ver a mi hermano besuqueándose con el rubio en el asiento trasero, yo también quería tener la libertad de besar al hombre del que estaba enamorado, pero el título de "mejores amigos" me comía cualquier oportunidad que pudiese llegar a tener con él.

Pensar en pasar un fin de semana con él a la orilla de un lago viendo como esos dos tortolitos se querían y saber que yo nunca podría hacer nada de eso con él, me amargaba.

—No me gusta salir —musité como si fuese un niño malcriado.

Había parte de verdad en esa afirmación, no me gustaba salir a ninguna parte, pero por él sería capaz de ir hasta el fin del mundo.

Que ridículo.

—Lo pasaremos bien, Ita. —mencionó él, sonriéndome de lado.

—Sí, claro —murmuré enfurruñado y él soltó una carcajada, dejándome tranquilo en mi burbuja de negrura.

No demoramos demasiado en llegar al camping y tenía que admitir que el lugar era bonito, una playa preciosa junto a un lago cristalino y tranquilo. Quizás podría ir a instalarme por ahí en lugar de torturarme por mi amor no correspondido.

Ayudé a bajar las cosas del vehículo y observé como Shisui le enseñaba a Naruto a armar una carpa. No pude evitar sonreír un poco al ver su forma de hablar, sus manos moviéndose al son de lo que decía y las carcajadas que brotaban de sus labios cuando el otro no lograba entender lo que tenía que hacer.

Shisui era todo lo que me hacía falta y no podría tenerlo jamás.

—¿Algún día dirás algo? —dijo mi hermano de pie junto a mí, rodé los ojos y empecé a apartarme de su trayectoria. Me sentía patético por tener problemas de este tipo.

—No sé de qué estás hablando, Sasuke—gruñí y él me dio un empujón a modo de reproche antes de irse con su novio.

El día se me pasó lentamente y pensar en que todavía me quedaban dos días más en este suplicio me ponía de peor humor. No sabía que algo tan insignificante como el amor me podía hacer sentir así, tan idiota y triste. Sintiéndome mal cada vez que veía a Sasuke con Naruto, lo cual me hacía ponerme aún peor, porque la culpabilidad de sentir envidia de mi propio hermano me hundía en la miseria.

Shisui había encendido una fogata y como siempre se había sentado a mi lado, sacudiéndome el cabello para intentar animarme, pero sin conseguirlo en lo absoluto. Sasuke nos echaba miraditas curiosas cada cinco minutos y mis nervios estaban a punto de estallar. Lo único que quería era irme a casa y esconderme bajo las colchas de mi cama, pero no podía.

Lo que sí hice, fue levantarme abruptamente, dando las zancadas más largas de mi vida y desapareciendo de su vista en dirección al lago. Me quedaría ahí la noche completa si era necesario, ya no quería seguir viendo a Shisui, esos sentimientos que quería controlar se enloquecían cuando estaba a su lado y no quería perder su amistad.

Me senté junto a la orilla, el agua casi tocaba mis pies desnudos y solté un suspiro abrazándome las rodillas y escondiendo la cabeza entre ellas. No sabía que el desamor podía doler tanto.

—Ita, ¿qué pasa?

Shisui, a quién menos quería escuchar.

Se sentó a mi lado sin que lo invitara y me rodeó los hombros despertando todos esos sentimientos que quería enterrar. Me encogí y quise llorar, pues por más que deseaba apartarlo, mi corazón no me dejaba.

La felicidad ante su tacto y la pena por saber que no me quería como yo lo quería a él, era lo peor.

—¿Por qué no te vas? —gruñí.

—Porque no me gusta ver que algo te pasa.

—¿Por qué demonios te importa tanto? —pregunté soltando la lengua más de lo que debía—. Solo soy tu amigo, ¡no hay nada más que me una a ti!

—Ita...

—¡Déjame tranquilo! —chillé, soltando un par de lágrimas en el proceso.

Shisui me miró con extrañeza e intensidad, ignoró mis gritos y volvió a abrazarme por los hombros. Miserablemente me apoyé en él, sintiéndome cada vez más patético.

—Te voy a decir algo, Itachi —dijo con firmeza—, y quiero que me escuches.

—Vale —murmuré rendido.

—No sabes cuántas veces he pensado en eso, en que aparte de nuestra amistad no hay nada más que nos una.

—¿Qué quie...?

—Dije que me escucharas —interrumpió y yo cerré la boca—. Siempre he querido ser más que tu amigo, pero supuse que tú no querías eso.

Me quedé en blanco al escuchar lo que siempre quise oír, incluso las lágrimas dejaron de salir de mis ojos como por arte de magia.

—¿Qué estás diciendo? —murmuré hipando un poco.

—Estoy enamorado de ti, incluso le pedí a Sasuke que te obligara a venir para decírtelo de todas maneras —Lo miré con los ojos muy abiertos y él sonrió—. Me aburrí de esconder lo que sentía y quise decírtelo, asumiendo que quizás podrías decidir sacarme de tu vida.

—Yo... —Shisui negó con la cabeza.

—No tienes que responderme nada, solo quiero que lo sepas.

—Yo también te amo —murmuré acumulando cada gota de valor que reposaba en mi pecho.

Shisui me miró con atención, casi que pude ver el entendimiento en sus ojos, estaba comprendiendo mis arrebatos, mi actitud de mierda y por qué había terminado llorando patéticamente a las orillas del agua tranquila y cristalina.

Luego se rio, soltó una carcajada delicada y me abrazó con todas sus fuerzas, estrujándome entre sus brazos y yo de alguna forma también terminé riéndome con él.

—¿Somos idiotas no crees? —Lo escuché decir cerca de mi cuello y asentí, dejándome querer.

—Demasiado.

Me separó de su cuerpo y antes de que mi cerebro fuese capaz de reaccionar ya tenía sus labios sobre los míos. No lo dudé ni medio segundo y lo besé, fundiéndome con él, demostrándole que lo quería. Shisui sonrió sobre mis labios y continuó besándome, abrazándome con firmeza y negándose a soltarme.

Yo tampoco quería que me soltara.

30 días | ShiItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora