1. Oscuro

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Primera parte: Oscuro.

***

Está oscuro.

No estoy segura de adónde ir o qué hacer, solo sé que plena e infinita oscuridad cubre mi cabeza... Y no, no estoy hablando de mi vista. Estoy hablando de lo que está a mi alrededor. Me rodea con una negrura tan espesa, que ni los sentimientos verdaderos o los pensamientos razonables pueden fluir con la facilidad que deberían.

A lo lejos soy capaz de ver una pequeña luz, tan pequeña que dudo mucho que alguien mas la haya visto. Todos están tan absortos en sus propios problemas como para notar aquello tan frágil y puro.

Siento lastima por eso, así que en medio de la negrura y la oscuridad de las almas, camino a paso firme, esquivando golpes de la vida, insultos y menosprecio. A medio camino me detengo, ya no puedo seguir. Un barranco lleno de calabazas parlantes me espera. Pero al otro lado está, ahí esperándome, esa pequeña lucecita que necesita de mi o, o en cualquier caso, yo necesito de ella.

La única manera de llegar a ella sería bordeándolo, pero eso me tomaría mucho tiempo.
Miro alrededor buscando ayuda, pero no hay nadie que me preste atención. Algunos tienen pantallas delante de ellos que le impiden ver la realidad mientras otros toman "el trago eterno" directamente desde la botella, impidiendo que vean al frente. Ninguno de ellos me dará la mano si busco de su ayuda.

Miro de nuevo el vacío que se encuentra a mis pies y las calabazas parlantes que tienen una sonrisa espeluznante plasmada. Hago una mueca al ver el montón de huesos y personas agonizantes que se encuentran a los pies de las calabazas. Pongo un pie en el borde para comprobar qué tan resbaladizas son las paredes, y en un descuido presiono lo suficiente como para caer en ella.

Y entonces todo se vuelve aún más oscuro.

Está oscuro, pero tengo que luchar...

... Está frío, pero tengo que vencer...

... Es difícil, pero no puedo rendirme.

Ya no puedo más, pero no puedo detenerme. No ahora, no tan cerca...

***

Gritos. Eso me despierta.

Hay muchos gritos. Agonizantes. Silenciosos. Todo los tipos de gritos. Y entre esos, se encuentran los míos. Me arde la garganta pero aún sigo gritando por ayuda, pero eso no parece importarle a las personas que hay arriba.

Ahora que estoy abajo puedo visualizar mejor lo que está pasando arriba.

Personas. Centenares de ellas caminando con una pantalla en frente, pero eso solo es un camino. El que queda paralelo a este esta lleno de personas en situaciones deplorables, con botellas en mano y la mirada perdida en el piso como que si su única esperanza estuviera al final de cada botella.

Las de el pasillo de arriba tienen unos ojos rojos y brillantes, tienen una sonrisa fantasmagórica plasmada en la cara mientras otros ríen a carcajadas, pero no se ríen de nada. Uno alza su mano para saludarme y veo que tienen las uñas largas.

No los culpo por nada. Ellos lo hicieron sin saber en que se estaban metiendo, y los que sabían solo lo hacen para escapar. Pero ¿escapar de qué? Esa es la verdadera pregunta.

Abajo, como en caminos subterráneos, hay niños y están solos y llorando. Algunos piden ayuda, pero nadie les hace caso. Después de todo está oscuro. Después de todo nadie puede verlos y los que lo ven simplemente fingen no hacerlo. Para ellos es más fácil así.

Busco con la vista de nuevo a esa pequeña luz. Está más pequeña, ya casi imperceptible. Su luz cada vez se vuelve mas pequeña, están perdiendo su fe en ella y en que puede cambiar el mundo.

Las calabazas son mas grandes desde cerca, su cascara naranja parece brillante y en perfecto estado, pero desde dentro de sus bocas sale un hedor a sangre y a carne podrida. Huele a muerte. Después de todo ellas destruyen a la gente comiéndose su humanidad. 

Nada mas rápido y eficaz para hacer a un humano un ser insensible ante el dolor ajeno.

Miro alrededor otra vez, pero aún no hay nadie que pueda ayudarme. Miro a las personas que se encuentran en el barranco conmigo. Muchas de ellas ya perdieron la esperanza y no gritan, sólo observan a los demás hacerlo, hasta que ya todas dejan de hacerlo.

Un silencio reina en el barranco, solo se oyen sonidos de pantallas y las risas estranguladas de algunas personas de arriba.

Siento el primer mordisco y cierro los ojos.

Perdí la fe en que el mundo puede cambiar.

Otro.

... Y falta poco para que también la humanidad...

Otro.

... Pero no puedo rendirme...

Miro la luz. Está encogiéndose rápidamente, pero aún está ahí.

Lucho por salir de las calabazas que intentan arrebatarme mi humanidad, y aunque me duela, lucho contra ellas. En el camino a la libertad de sus fauces pierdo todo, pero no importa porque esa luz es mi salvación.

Corro hacía uno de los bordes, el que está más cerca de la luz para ser exactos, e intento escalarlo inútilmente. Una, dos, tres veces, pero aún así lo sigo intentando.

—Yo... Yo quiero ayudar... —la voz de un hombre me asusta. Analizo su condición, y es igual a la mía. Acepto asintiendo levemente y me regala una sonrisa. Una sonrisa de las reales, de las que se necesitan en el mundo.

Ofrece sus hombros para que me apoye en él y llegue más lejos, pero no lo logro. Necesitamos más gente. Los demás, viendo que trabajando en equipo se logran grandes cosas, también se unen. Y al fin lo logro. Llego al borde.

Me volteo para ayudar a subir a los demás, pero rechazan mi ayuda.

—Nosotros caímos por el barranco por la misma razón que tú: Íbamos por la luz. Al principio era como del tamaño de un hombre, pero a medida que fuimos perdiendo nuestra fe, se fue desvaneciendo poco o poco —me mira para luego sonreír—. Ve...

—¿Qué? —pregunto, confundida.

—Tú sola llegarás más lejos. Cuando la tengas segura, ven por nosotros. Esta vez no perderemos la fe.

Destruyeron la escalera que habíamos creado para salir y todos me miran, expectantes, hasta que por fin hablé: —Voy a volver por ustedes, lo prometo.

Y corrí. Corrí a la luz que parecía esperar con ansias a que yo apareciera y me la llevara.

Nunca fue tan difícil correr. Esta vez el sentimiento era similar a vidrio pegándose a las plantas de mis pies, pero lo logré. Muchos se detuvieron a mirarme, como si solo fuera otra más que lo intentó y no lo lograría, pero otros esperaban con ansias a que lo lograra. Creyeron y lo lograron. Se salvaron.

***

Fecha de creación: Octubre 2020.

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