Ashley Harris lo tiene todo: una prometedora carrera, la dirección de una empresa poderosa, y un compromiso con Alessio Caruso, el hombre que ha traído estabilidad a su vida. Pero todo cambia cuando Rouses Alessandretti, supuestamente muerta hace tr...
La alarma sonó a las siete en punto. Me estiré en la cama, sintiendo la tensión en mis músculos después de una larga noche de ensayo. El día de mi presentación en Londres se acercaba, y cada minuto de práctica contaba. Me levanté lentamente y miré mi teléfono, encontrando una docena de mensajes sin leer. Todos eran de Alan.
"Buenos días, Abby. ¿Nos vemos hoy para estudiar?"
"¿Estás ocupada? Quisiera hablar contigo."
"Te extraño. Necesito verte."
Suspiré, sintiendo una mezcla de incomodidad y frustración. Alan había sido un buen amigo, pero su comportamiento se había vuelto cada vez más agobiante. Decidí ignorar los mensajes por ahora y me dirigí al baño.
Después de una ducha rápida, me vestí y bajé a la cocina. Kate ya estaba allí, con una taza de café en la mano y una expresión preocupada.
—Buenos días, Kate —dije, tratando de sonar casual.
—Buenos días, Abby. ¿Todo bien? Te ves un poco estresada —respondió ella, observándome con atención.
—Sí, solo... Alan. Me ha estado enviando mensajes toda la noche. No sé qué hacer —confesé, sintiendo el peso de la situación.
Kate frunció el ceño y dejó su taza en la mesa.
—Abby, esto no es normal. Deberías hablar con él y decirle que necesita calmarse. Esto te está afectando demasiado —dijo ella, con un tono serio.
Asentí, sabiendo que tenía razón, pero también temiendo cómo reaccionaría Alan.
Más tarde, después de desayunar, me dirigí al campus. Tenía un ensayo para mi presentación y necesitaba concentrarme en eso. Llamé al ascensor, pero no venía, así que decidí ir por las escaleras de incendios.
Subí a un ritmo constante, recordando los cambios que le hice a la partitura anoche. Debo llamar a mamá, ya que ayer no lo hice, y además debo lavar ropa. Tengo tanto que hacer y parece que tengo poco tiempo.
—Hola, Abby. No sabía que estarías aquí.
Me detuve de golpe al escucharlo, estaba dos escaleras más arriba, lo peor de todo es que solo somos él y yo.