Capítulo cinco

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La cálida brisa de primavera golpeaba mi rostro, logrando mover algunos mechones de pelo hacia atrás. El paisaje de las luces encendidas de tanto edificios como casas era reconfortante. Muy apenas podía notar el sútil tacto de su mano encima de la mía. Aunque su abrazadora esencia invadía el ambiente. El silencio no era tenso ni incómodo, nunca había sido así entre los dos. Era tranquilo, ambos disfrutabamos nuestra presencia mutua. Mis pies guindaban por la corniza del edificio, pero no tenía miedo a caer. No cuando él estaba junto a mi. Sin embargo, la pacífica aura que se había creado entre los dos, se vio disturbada. En un principio me gustaba el aroma, pero al acostumbrarme y al darme cuenta que por poco lo pierdo debido a eso, ahora lo repugno.

¿Es enserio? Me giré hacia él frunciendo el ceño, viendo su bonito perfil. Pero me distraje de la estructura ósea de su rostro, debido al pequeño tubo entre sus labios.

Al menos no era droga.

¿Qué? ­Dijo en tono inocente girándose hacia mi, dándome esa sonrisa torcida que tanto me encantaba.

Lo estaba haciendo adrede, lo tenía claro. Quería distraerme del cigarrillo. Pues no serviría, no señor.

Prometiste que ya no lo harías Murmuré arrebatándole el artefacto del demonio y tirándolo al vacío. Él soltó un chillido y me miró ofendido.

¿Qué necesidad, Alex-ia? Exclamó claramente alterado. Yo rodé los ojos.

Sin droga Comencé a ennumar con los dedos, sin cigarrillos, sin alcohol, y sin nada que te pueda matar de una sobredosis o coma etílico.

Blake hizo un mohín con su boca y se cruzó de brazos, volviendo su vista hacia el atardecer con tonos morados y azules. Parecía un niño pequeño, dándole un aspecto absolutamente tierno. No pude evitar morderme el labio y apretarle una mejilla. Él me dio un manotazo. No me dolió, sin embargo, rodé los ojos ante su actitud inmadura.

Tienes tres años Murmuré, igualmente volviendo a ver el paisaje.

Podría acostumbrarme a hacer esto. A quedarme viendo el panorama, bajo la tenue sombra del casi desaparecido sol y la abrazadora luz de la luna. Siendo la única testigo del amor entre dos jóvenes. Y mierda, no cambiaría esta sensación por nada.

Solté un suspiro y recargué mi cabeza sobre el reconfortante hombro del chico junto a mi. Pensaba que iba a seguir con su rabieta y me iba a ignorar, sin embargo, exhaló lentamente y pasó un brazo alrededor de mi cintura, estrechándome contra sí mismo.

Blake...Susurré.

Él soltó un simple ¿mhm?

Te quiero Sonreí y me separé levemente para ver su rostro. Y lo digo muy enserio.

Él sonrió con la boca cerrada para después darme un beso fugaz en los labios, para después pasar a dejar un recorrido en toda mi cara: mis mejillas, mi nariz, mi frente, mis sienes y mi pelo.

Eres literalmente lo único bueno en mi vida, Clark Murmuró contra mi cuello causándome cosquillas, provocando que soltará una risita.

No quiero que esto cambie Susurré. Que nos separemos.

Y no va a pasar, de eso me encargaré yo Susurró él volviéndome a abrazar.

Negro. Ruidos de fondo...

Demonios, odio ese maldito pitido. ¿Acaso esta pobre alma en desgracia no tiene derecho a dormir un par de horas más?

Solitariamente separados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora