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Madeline

A la mañana siguiente todo seguía en orden como si el mundo no se hubiera acabado para Madeline el día de ayer. Se encontraba confundida, buscando cada rastro que probara que eso había pasado hace tan solo unas horas, sin embargo, todo seguía exactamente igual, sus libros, sus dibujos, la mancha en la pared de los dibujos de Louis.
Quizás lo había soñado, pensó.
Hasta que se dio cuenta de que traía puesto el vestido del trabajo y se convenció de que realmente si había pasado, el chico de ojos oscuros la había salvado de una pesadilla llena de terror.
Y el chico no era cualquiera, era el espíritu que le hizo compañía desde pequeña, era la razón por la que la marginaron, era su sombra que ayer tomó forma humana. Parecía una locura hasta para ella.
Al mirar a su reflejo estaba echa un desastre, confundida y asustada.
Se veía incluso más pálida de lo habitual, miró más allá de si misma y le pareció vislumbrar el chico de ayer en el reflejo, se obligó a mantener la mirada en él hasta que un frío recorrió su espalda.
El toque de la puerta interrumpió el silencio y la hizo sobresaltar, miró nuevamente al reflejo pero desapareció de su vista tan rápido como llegó.
Definitivamente seguía ahí.

—Maddie, el desayuno está listo —La voz de Louis anunció de forma risueña, sacándola de su trance

Pero ella necesitaba saber lo que realmente había pasado, o si solo fue un sueño realista, tomó un sudadera y se la colocó mientras salía del cuarto y bajaba las escaleras con prisa.
—¿A dónde vas?
—No tengo hambre

La madre de Madeline servía el desayuno mientras esta se apresuraba a salir por la puerta, se sintió ligeramente mal al dejarla con la comida preparada pero no le importó y siguió su camino hasta el último callejón en el que recuerda haber estado.
Intentó buscar alguna prueba de que estuvieron ahí, y se encontró con solo un par de carteles viejos en las paredes y un basurero a medio llenar.
—Mueve mi cabello... Haz algo
Exigió desesperada y esperó.
Un minuto...
Dos...
Ni la más mínima brisa.
—No puedo estar loca.
Miró la sombra bajo sus pies, realmente estaba sola, pidiéndole a la nada que le moviera el cabello.
Se sentía vacía y bastante tonta, quizá lo mejor sería que haya sido un simple sueño.
Pero aunque hubiese sido de esa manera, no era normal que el espíritu que la ha acompañado por años, no la haya intentado botar o tirado ligeramente de su cabello, ella solía sentirlo al despertar, y antes de dormir.
Pero hoy no había nada
—Lo que me ha cuidado por años...

Fue entonces cuando una idea tonta se cruzó por su mente, quizá si se pusiera en riesgo su única compañía volvería.

—No, eso es suicidio —Suspiró
—Hey ¿hablando de suicidio en un callejón a solas? —Lou la miró risueñamente

Era un pueblo pequeño, por lo que Louis solía moverse con libertad cada que quería, su familia vivía trabajando por lo que aparte de su madre enferma, nadie cuidaba de él.
—Lou... No escuchaste nada
—¿Deberia llamar al psicólogo?
—No...
—Estas más rara de lo usual
—No es nada
—¿Pasó algo?—frunció el ceño— Anoche llegaste temprano
—Yo... ¿Qué?
—Sí, entré a tu cuarto y estabas dormida
—¿Estas seguro?
—¿Porque no lo estaría?

Lo habitual sería que Madeline llegue a su casa hasta altas horas de la madrigasda.

—¿Estas bien?
—Sí... Solo estoy algo cansada
—Vamos a casa —tomó su y tiró de ella - Veamos películas y se te pasa, ¿Qué dices, Maddie? Entras hasta en la tarde.
—Vamos...

~ ☽ ~

Cuando llegó al turno de la tarde, Madeline fue de forma insegura, al entrar vio la mesas intactas y ningún rastro de destrucción, en el restaurante nadie recordaba nada de los monstruos ni el pánico, todo estaba integro. Madeline decidió no aumentar su reputación de loca marginada preguntando a alguien si había visto espíritus acechando el lugar.
El primer lugar en el que sintió la ausencia de su fantasmal compañero fue en el escenario, cantar sin sentir su toque no era lo mismo para ella.
Los días pasaban, las horas transcurrían con lentitud, Mad cada vez se sentía mas vacía, y comenzó a pensar que quizá lo imaginó desde pequeña.
Cada minuto que pasaba se sentía más sola, su único amigo, aunque fuese de otro mundo, ya no estaba a su lado.
Las palabras del chico misterioso se repetían una y otra vez en su mente, y pensó.
"Si me ha cuidado por años ¿Porque habría de abandonarme ahora?"

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