Tsukki lo sabía, tenía que casarse tarde o temprano. Nunca sintió especial atracción por nadie y cuando su familia le presentó a Lara, una hermosa mujer de treinta y cinco años aceptó, sin pensárselo mucho, conocerla para casarse con ella.
Así fue como a los minutos de aceptar llamó a Yamaguchi, su mejor amigo, quién le respondió con vivacidad.
-Yamaguchi
-Hola Tsukki, ¿Cómo te encuentras? ¿Ya logras hacer ese increíble bloqueo en el que estabas trabajando?
Tsukishima sonrió pensando en las bobas preocupaciones de Yamaguchi, como si no lo conociera y no supiera que siendo un perfeccionista, no descansó hasta dominar esa jugada de voley por completo.-Obvio que si Yamaguchi, eso era de esperarse, sólo necesitaba práctica.
Yamaguchi rió con suavidad y respondió algo que hacía mucho tiempo no escuchaba, y que últimamente pensaba, era una frase estúpida.-Lo siento Tsukki.
Algo dentro de él dolió al escuchar esas palabras, ya no le causaba gracia como en la secundaria y comenzaba a odiar la manera en que Yamaguchi siempre se menospreciaba. Cambió de tema rápidamente.- No es eso por lo que te llamé, es algo... muy complicado de explicar por teléfono. ¿Está bien si nos encontramos en un bar? ¿Hoy a la noche, alrededor de las diez?
-Si pagas la cerveza está bien para mí.
-¿En el bar de siempre?
-Sí, estaré esperándote. Adiós.
Con éstas últimas palabras finalizó la llamada. A pesar de los años que pasaron desde que salieron de la secundaria, su amistad no poseía ni una sola alteración, incluso aunque cada uno se hubiere inclinado por especialidades diferentes durante la universidad y su tiempo estaba más agotado que nunca por las prácticas del Vóley casi-profesional de Tsukki, ambos se hacían un espacio para verse y charlar. Conversaban durante horas, como si no se hubieran visto por meses (eso claro no ocurría), pero con la misma familiaridad de tratarse toda la vida. Por respeto a esa amistad es que Tsukki consideraba debía hablar de su matrimonio con la seriedad que semejante acto conllevaba. Hablar en el bar le pareció buena idea, ese antro llamado «Paseo de las Estrellas» tenía doble ambientación: una parte interna (para los fríos días de invierno) y una parte externa (para las noches calurosas de verano). En cualquiera de los dos espacios, sabía que contaría con suficiente privacidad, pues la mesas estaban muy separadas unas de otras y la habitación rodeada sólo por tenues luces amarillas le transmitía una sensación de confidencialidad e intimidad que no encontraba en ningún otro lado de la ciudad.
Puesto que todavía faltaban varias horas para poder ver a Yamaguchi, decidió poner en orden su viejo cuarto hasta el momento de su partida. Le gustaba hacer eso cuando necesitaba pensar; ordenar y clasificar le despejaban un poco la cabeza. Buscó unas bolsas grandes para guardar, desechar o donar (palabras de su madre) todas las cosas viejas que allí tenía. Aún siendo muy pulcro en su persona y con sus cosas, le costaba deshacerse de objetos viejos, como esos anteojos de dinosaurios que una vez su hermano le regaló, o un peluche de dinosaurio verde que recibió de su madre por un concurso que había ganado o esa enciclopedia desactualizada que le regaló Yamaguchi en un cumpleaños. Suspiró y se puso a trabajar.
No podía, aunque recogía y seleccionaba objetos con precisión, alejar a Yamaguchi de su cabeza; era raro que luego de más de diez años de amistad aún se dirigiera hacia él por su apellido, ni siquiera tenía un mote lindo para él. Y no era que no intentase llamarlo por su nombre (lo había hecho y con esmero) es sólo que cuando el nombre salía de sus labios le provocaba miles de sensaciones desconocidas en su ser, sensaciones innombrables que no se alejaban de él durante un largo tiempo. Por eso había dejado de hacerlo, o más bien nunca había probado nombrarlo estando él presente. Quizás, pensó mientras guardaba la vieja enciclopedia en la bolsa de "conservar", ahora que estarían más distanciados y eran adultos podía llamarlo por su nombre, después de todo el matrimonio imponía mucho tiempo y esfuerzo en la pareja, y si después quería tener hijos, debía ascender en su trabajo, todo esto influenciaría en el tiempo que dedicaba a su amigo. Con eso en mente continuó su labor hasta que debió bañarse para ir al pub.No fue difícil encontrar a Yamaguchi, más bien fue él quien lo encontró. Desde el momento en que atravesó el umbral del bar, un brazo largo y flaco se levantó para hacerle señas que se acercase; Yamaguchi era inconfundible, con su cabello castaño oscuro verdoso, pecas salpicadas por su rostro y dueño de un humor siempre alegre, llamaba la atención de quien estuviera cerca para apreciarlo. Con paso tranquilo llegó hasta él, corrió una silla y se sentó; en seguida se acerco Yumi, la mesera, y les tomó su orden.
-Adivino -Interrumpió antes de que pudiesen hablar.-dos cervezas medianas, una con caramelo y una ipa, y dos porciones de papas fritas.
Tsukishima evitó hábilmente sonreír con sarcasmo, esta situación era obvia cuando eras un cliente regular y siempre pedias lo mismo.
Pero Yamaguchi le sonrió inocente y abiertamente a la mesera.-Sí, por favor.
La mesera ya se estaba retirando cuando Yamaguchi pareció recordar algo y le dijo.-¡Las mías con cheddar por favor! -La mesera se giró y le sonrió, seguramente asintiendo a lo que dijo, pero Tsukishima no podía asegurarlo. Disimuladamente recorrió con la mirada el cuerpo de Yamaguchi, su amigo estaba guapo esa noche aunque claro eso no se lo diría.
Yamaguchi, volvió a sentarse correctamente y le puso toda su atención a Tsukki.
Tsukishima se quedó sin palabras, parecía que por primera vez en su corta vida no tenía valor para decir tan importante noticia. Así que decidió empezar por algo más sencillo.
-Te cortaste el cabello.
No era pregunta, Tsukki rara vez hacía preguntas.
-Sí. -Contestó con alegría Yamaguchi.-No creí que lo notaras, ¿Te gusta?
No, habría querido responder Tsukishima, me gustaba cuando lo tenías más largo y tus hilos esmeraldas enmarcaban tu rostro.
-Te queda bien. -Terminó por decir.
Yamaguchi le sonrió y le miró con insistencia.- Y... ¿de qué querías hablar?
Otra vez se quedó sin palabras, le hubiera encantado que en ese momento apareciera Yumi y pusiera entre ellos su pedido, así podría atragantarse con papas fritas y evitar responder o al menos tratar de pensar en lo que diría, como siempre sucedía en esas novelas baratas que sabía ver por televisión su hermano. Pero no, los minutos pasaban, la mesera no llegaba y Yamaguchi esperaba una respuesta. Así que lo dijo, de manera simple y sin ningún tipo de explicación previa.
-Me voy a casar.
Yamaguchi parpadeó un par de veces, como tratando de asimilar que su mejor amigo se casaría con una desconocida, después de todo nunca se la había presentado, y por lo que podía intuir, pronto.
Yumi llegó con las bebidas, les puso un vaso frío a cada uno y les abrió las cervezas, luego se retiró.
Yamaguchi seguía en la misma posición.- Es... ¿En serio?, ¿Te vas a casar?
Tsukki, con su observación analítica podría decir que a su amigo le tembló la voz cuando realizó la pregunta, pero tampoco podía asegurarlo.
-Sí -Respondió-, mis padres eligieron a alguien para mí. Ya sabes, hasta el día de hoy existen matrimonios concertados.
Yamaguchi se sirvió un generoso vaso de cerveza y lo tragó rápidamente sin respirar, algo que Tsukishima le veía hacer por primera vez desde que lo conocía, entonces la expresión de su amigo cambió.-Eso es genial Tsukki -Dijo con entusiasmo.-Tenemos que reunir a los chicos y hacer tu despedida de soltero. ¿Quién es la afortunada?
-Se llama Lara, es medio estadounidense, vivió un tiempo en Estados Unidos, pero ahora reside en Japón y... tiene treinta y cinco años.-Agregó.
-Oh -Respondió Yamaguchi.- no sabía que te gustaran mayores.
-No lo hago, la eligieron mis padres. Sabían que no tenía interés por nadie y tienen miedo de que quede solo en este mundo y nadie me cuide, cosas de viejos, como si no pudiese cuidarme solo.- Dijo abriendo su cerveza amarga.
-Entiendo.-Comentó distraído mientras se servía nuevamente su cerveza con caramelo.- Ya... ¿La conociste?- Terminó dándole un sorbo a su vaso.
-No. - Respondió y miró cómo Yamaguchi se acababa otro vaso. Ya casi había terminado su botella.-¿Puedes dejar de beber? Si no comes te emborracharás rápido, ¿Dónde están esas papas fritas? -Preguntó con cizaña.
-Estoy bien, no te preocupes; sólo tenía sed.- Respondió casi de manera cortante.
Tsukishima hubiese querido comentar que no le creía, que sospechaba algo le estaba poniendo nervioso, pero justo en ese momento apareció Yumi con las papas.
-Siento el retraso, tenemos muchos clientes esta noche.
Y era verdad, a pesar del frío, la gente había acudido al pub como moscas a la miel, y el local estaba lleno hasta reventar. En lo que se distrajo pensando en eso, Yamaguchi atacó su porción de papas y cheddar, llevándose varias a la boca. Cuando Tsukishima volvió la vista hacia él lo vio comer con naturalidad y se olvidó de comentarle sus observaciones; imitándolo, comenzó a comer sus papas también. Por largos instantes sólo hubo silencio. Hasta que Tsukishima habló otra vez.
-No estoy seguro de querer una fiesta de soltero.
Yamaguchi se limpio los labios y preguntó.-¿Por qué no?
-No tengo ganas de ver al Rey y a la Reina peleándose por una canción en el Karaoke, escuchar los gritos de Tanaka y Nishinoya, y los consejos de Suga y Daichi.
Yamaguchi sonrió, Tsukishima no cambiaría.-Pero son nuestros amigos.
-Llama a los que no mencioné.
La sonrisa de Yamaguchi se volvió socarrona, escondiendo malas intenciones.-¿Ah, sí? Entonces deberé invitar a Akaashi, Bokuto y Kuroo a la fiesta.-Tuskishima se congeló en su sitio, a veces prefería volver a ésa época en donde Yamaguchi era un tímido jovencito que lo seguía por todos lados. La universidad lo había cambiado, aunque seguía siendo tímido, ganó confianza en si mismo y se atrevía a hacer bromas y debatir con las personas. Eso le recordó que tampoco sabía mucho sobre lo que Yamaguchi había vivido en la universidad, se preguntaba si tenía muchos amigos en ella, si sus estudios le costaban o hasta incluso si tenía novia, si acaso había perdido la virginidad (porque seguro estaba no lo había hecho en la secundaria). Pero regresó a la realidad cuando escuchó reír a su amigo, cerrando la boca por educación. Rápidamente recordó lo que se atrevió a decirle.
-De ninguna manera.-Terminó por explotar en un volumen algo alto para la conversación que estaban teniendo, pero aún lo suficientemente bajo para que no sobrepase el murmullo general. Yamaguchi río con más ganas.
-No los mencionaste y también son nuestros amigos.
-Cuando dije eso me refería a Asahi y a Ennoshita. -La respuesta tuvo un tono de reclamo, pero aún así río disimuladamente con Yamaguchi.
Cuando las risas se acabaron, su amigo regresó a las preguntas.
-¿Cuándo te casarás? -Cuestionó sin verlo.
-No lo sé -Suspiró.-, acepté casarme con ella pero no la conozco, así que pensaba primero conocerla en una cita. Y pensé... que quizás tu me puedas ayudar con eso.
Yamaguchi lo miró sorprendido, parecía bastante consternado por la pregunta, pero rápidamente sonrió y le respondió.-Por supuesto Tsukki, por eso somos amigos.
Tsukishima le sonrió y bebió de su cerveza. Hablaron de banalidades hasta altas horas de la madrugada, y se despidieron con un adiós. Luego, cada quien regresó a su casa.