uno

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—Lo siento, Rin... —Habló el contrario—. Me das lástima y por eso no te he dejado de hablar pero es que... —Suspiró—. No doy más, debía decírtelo ya.

El cuerpo del menor comenzó a temblar al escuchar aquellas palabras. No podía creerlo, ¿cómo había sucedido todo eso? Pensó que ambos sentían lo mismo.

—Rin... —Le volvió a llamar—. Rintarou —Habló firme.
—Samu... —Murmuró con la voz rota—. ¿Po-por qué? —Rió asustado—, ¿por qué me has mentido todo este tiempo...? —Colocó su mano en el pecho.
—Ya te dije —Rodó sus ojos agotado—, porque me das lastima —Bufó leve—. ¿Ves? Siempre has sido demasiado idiota para comprender las cosas, ¿cómo quieres que siga a tu lado?

El de cabellos negros tragó saliva, le estaba costando procesar la situación.
—¿Nunca me has amado...? —Murmuró.
—Nunca —Bufó—. ¿Recuerdas cuando te dije que también me gustabas? —El menor asintió con una pequeña sonrisa triste, recordando que aquel día estuvo muy feliz—. Bueno pues... —Chasqueó su lengua.
—¿Pues...? —Murmuró apenado.
—Pues creo que confundí mis sentimientos —Le miró a los ojos. La mirada de Miya era penetrante, sentía que le iba a matar en cualquier momento.
—¿Có-Cómo...? —Susurró desviando su mirada hacia el suelo, hacia sus propios zapatos.

Un bufido por parte del mayor volvió a sonar.
—¿Por qué no comprendes nada, Suna? —Suspiró agotado—. Mira —Comenzó a hablar—, a mi siempre me ha gustado Kita —Suna sintió una punzada en su pecho al escuchar aquellas palabras—. Pero Kita nunca me ha hecho caso... por lo que siempre me has quedado tú, mi mejor amigo —Hizo una mueca—. Entonces, el cariño que ambos nos tenemos y la gran confianza me ha confundido por completo; pensando que me había enamorado de ti... —Rió leve negando.
—Pero... tú dijiste que yo también te gustaba —Suna se atrevió a mirarle a los ojos—, lo dijiste aquel día... —Murmuró.
—¿Y? También he dicho que nunca te dejaría y mira lo que estoy por hacer —Sonrió.
—¡N-No! —Gritó, sintiendo angustia—. ¡Samu! —Volvió a gritar al ver cómo todo se volvía oscuro y el mayor comenzaba a desvanecerse.
—Lo siento, Suna... —Su voz comenzaba a sonar lejana—. Será lo mejor para ambos —Rió alto, desapareciendo por completo; dejando a Suna en una completa oscuridad.
—¡No me dejes, por favor! —Lágrimas brotaban de sus ojos—. ¡OSAMU! —Un gritó desgarrador salió desde el interior de su garganta.

don't leave me  #  osasuna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora