En clase

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El viaje al instituto es corto, y mi padre y yo apenas conversamos. Al llegar, veo que Gigi me está esperando. A ella le lleva en coche su novio, Dean. Si me pedís la opinión, encuentro a Dean un tanto estúpido y maleducado. Le dije lo que pensaba a Gigi, pero esta no me hizo caso.

Mi amiga, a diferencia de mi, se ha esmerado más en su vestimenta. Lleva una falda de tablas, unas manoletinas y un jersey negro. Su precioso pelo esta recogido en una larga trenza rubia que le cae por la espalda. Siempre he admirado su estilo, a decir verdad.

-Hola, Kendall.- Me dice al verme.

-Hola guapa! Que tal el fin de semana?- Le pregunto con una sonrisa.

-Ya sabes, lo mismo de siempre; he quedado con Dean la mayor parte del tiempo.- Contesta sin darle importancia.

En ese instante, suena el timbre. Avanzamos lentamente hacia la puerta del lugar donde vamos a estar encerradas las próximas seis horas. Nuestro instituto es supuestamente el más prestigioso de todo el estado de Illinois, Estados Unidos. Yo prefiero llamarlo tortura psicológica obligatoria, y no exagero. En este sitio, los sueños de muchos adolescentes son destrozados a diario. Aquí la realidad te salpica como un jarro de agua fría.

Las clases son insoportables. Incluso el estrés de los profesores es palpable. Los hay bipolares, depresivos, inestables...

Resumiendo, como la mayoría de la gente de mi edad, odio el instituto. A pesar de eso, tengo la suerte de contar con buenos amigos y saco notas aceptables.

La primera clase es matemáticas, asignatura aburrida pero en la que todos los alumnos tenemos que prestar especial atención.

Las horas transcurren, y por fin suena el ultimo timbre, el que indica nuestra libertad. Salgo del centro y me reúno con Gigi, que a mi gran sorpresa, esta llorando desconsoladamente.

Un viaje inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora