La camisa

34 12 14
                                    

Comienzo a arrugar con los dedos de mi pie la sábana impoluta que cae sobre mi costado izquierdo.

No soporto un lado más atiborrado que el otro. Desespero, haciendo que apriete con fuerza los dientes, y que estos empiecen a crujir, destemplando cada pieza en mi boca.

La sabanilla se va escurriendo hacia el frío que abraza mi espalda, luego el fuego entierra sus garras, logrando que entre en convulsión. Las paredes de la habitación generan una estación psicodélica entre desgarros inconexos que oprimen mi cabeza. Me muevo, es imposible. La camisa de fuerza es más fuerte que mis propios demonios.

Historias de ultratumbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora