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"Hola, mamá".

"Hola, hijo".

Le resultaba extraño llamarle así, pero sabía que era cuestión de tiempo acostumbrarse. Un día, tan normal y corriente como otro cualquiera, Billy y sus padres adoptivos llegaron a la conclusión de que tal vez podían comenzar a llamarse por aquellos términos (papá, mamá e hijo). Y es que ambas partes estaban completamente de acuerdo. A Billy no le entusiasmaba la idea de visitar a su madre al menos una vez al mes, no después de cómo le había tratado. Habían pasado tantos años, tantos intentos fallidos por reencontrarse, y aquella mujer le apartó como a un juguete roto. Eso le dolió a Billy, tan profundamente que ya no podía ver a su madre con los mismos ojos que antaño. Ya ni siquiera podía mirarle a la cara con valentía. Agachaba la cabeza y mantenía sus pupilas fijadas en el suelo.

Pero Freddy acabó convenciéndole. Le dijo que a él le habría encantado conocer a su madre biológica y poder abrazarle. Es decir, el rizado amaba a Víctor y a Rosa con todas sus fuerzas, pero también tenía sus momentos de nostalgia. Evitaba recordar el fatídico accidente de tráfico que acabó con la vida de sus padres y lesionó su pierna de forma permanente. Aquella conversación con Freddy hizo que Billy se replanteara las cosas. Al menos desde una perspectiva diferente. Tal vez fuera a ver a su madre, quizás una o dos veces cada treinta días, pero nada más. No habría sentimientos, ni esperanzas esperando resurgir entre las sombras... Su madre ya se había encargado de dejárselo claro. Tenía una vida muy ocupada y por supuesto, oh, por supuesto no podía encontrar un hueco en su apretada agenda para abrazar a su hijo.

Con el paso del tiempo, Billy comprendió que aquel nefasto reencuentro sirvió para acercarle más a su familia. Su verdadera familia. Freddy y compañía. Se ponía colorado cada vez que lo pensaba. Tanto, que a veces se escondía en el lavabo para ocultar sus mejillas rosadas y sus ojos acristalados. Quería llorar de pura felicidad. Aquellas personas le cuidaban y se interesaban por él. Se sentía tan afortunado y especial. No quería marcharse, y sabía que ellos tampoco deseaban eso. Así que llegó de la escuela, como otro día más, y entró directo a la cocina para darle un gran beso a Rosa, su "mamá". Ella le recibió con los brazos abiertos, alegre de que Billy por fin se abriera y se esforzara por compartir sus sentimientos. Ya no había rastro de aquel adolescente furioso que se intentó escapar y que insultaba a cualquier miembro de la familia. Ahora solo había bondad y amor en Billy Batson.

"¿Cómo ha ido la escuela, amor?", preguntó Rosa, curiosa.

"Genial. ¿Sabes lo qué me ha dicho...? Ya sabes, el chico con el que hablo tanto. Me ha ofrecido que vaya a su casa a dormir", comentó Billy, eufórico.

Rosa sonrió. Billy se veía tan contento y repleto de energía. Volvió a darle otro abrazo y Billy lo aceptó, sin rechistar. Definitivamente, le habían cambiado a su Billy Batson. Pero a mejor.

"Eso es genial, Billy. Me alegro de que ya tengas un grupo de amigos", remarcó. "Oye, ¿Dónde está Freddy? ¿No venía contigo?".

"Awh, no...", Billy rió, un tanto tímido. "Está con... Bueno, ya sabes quién".

Rosa captó su mensaje y no volvió a preguntar. A todos les sorprendió cuando Freddy anunció la gran noticia dos semanas atrás. Les pilló desprevenidos, a algunos más que otros. Y es que el hecho de que Freddy Freeman tuviera novia era impensable. Billy abrió la boca por completo cuando escuchó las palabras del rizado. Nunca pensó que Freddy conseguiría una novia antes que él. Varias incógnitas invadieron su inquieta cabeza los días posteriores. Se cuestionó si iría la escuela, o si sería tan guapa como él siempre decía. Ya era una costumbre que Freddy le contara cosas sobre ella minutos antes de irse a dormir, ambos acostados en sus respectivas literas y conversando mientras la vieja madera de sus camas crujía sin cesar.

Little Billy 🥺👉🏻👈🏻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora