Escenarios con los personajes de Haikyuu!!.
Los personajes principales no son de mi autoría, pertenecen al mangaka Haruichi Furudate.
Prohibido su plagio o adaptación.
No sabía si sería por el día nublado, porque se sentía sola o por el frío más bien pero ella quería ver a su mejor amigo así que lo visitaría de sorpresa en su aula que por fortuna era la aledaña. Cómo siempre al salir al pasillo podía ver la cantidad de chicas a la espera de Oikawa, ya se había acostumbrado a eso pero no dejaba de ser algo desagradable, sobre todo por tener que hacerse paso a punta de grito para sacarlas de encima, por eso muchas veces pasaba por alto de él, pero ese día extrañamente quería un abrazo.
-¡OIKAWA!- grito haciendo sobresaltar cómo había esperado a todo su "fansclub", él por su parte estaba encantado con la visita.
-(T/N)-chan, hace días no te veía preciosa- si las miradas matasen por lo bajo ya habría muerto sus ochenta veces gracias a las chicas, él se limitó a despedirse de manera desinteresada con la mano de ellas y tomó el brazo de su amiga caminando en dirección a la cafetería.
-Ya sabes, me estresan tus seguidoras así que paso de alto de ti- mencionó mientras se encogía dentro de su chaqueta.
-Que cruel eres, pero claro, a Iwa-chan lo ves siempre ¿no? veo que hay una clara preferencia, ¿acaso no merezco tu tiempo? ¿tan feo se te hago?- era todo un dramático porque no le daban atención y eso lo sabía de sobra, pero lo quería por ser así.
-Claro que lo mereces, sabes de sobra que te quiero un mundo idiota- lo abrazo de la cintura y se quedó bastante tiempo así, definitivamente lo extrañaba.
-Yo también te quiero y mucho más que eso- susurró en su oído mientras le acariciaba el cabello, ambos se gustaban pero ninguno se atrevía a dar el siguiente paso para no arruinar su amistad de años.
-Lo sé ¿cómo no vas a querer a alguien cómo yo? Soy hermosa, lista y carismática- mencionó con orgullo mientras se separaba del chico levantando su cabeza en señal de ser una diva.
-Cómo no ibas a gustarme...-susurró para si viéndola embobado.
-¿Dijiste algo?- inquirió la chica confusa.
-Que vayamos a la cafetería a comprar un chocolate para ti, para que dejes de usarme de estufa- exclamó ofendido.
La verdad es que ella podría trapear el piso con él y se sentiría bendecido.
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