Hoy, siete de noviembre, es un día que aparenta ser tétrico. Los últimos días de la semana me la he pasado leyendo a solas en los recesos escolares ya que no cuento con una amiga para poder juntarme con ella.
Muchas cosas rondan en mi cabeza, por ejemplo ¿Aprobaré el examen de física? ¿Qué haré hoy por la tarde?
Hoy es viernes social para la mayoría de las personas, pero para mí es distinto... sólo compro comida y me siento a comerla para luego ver el techo o inclusive el firmamento si es que puedo ya que la contaminación no da para más. A mi madre no le agrada que salga por las noches, ella piensa que es algo peligroso, pero aun así lo hago a hurtadillas para pasear por las calles y liberar un poco a mi alma.
Estoy escribiendo esta parte de mi miserable vida en una clase de informática ya que la programación no se me da muy bien, me encuentro esperando a que todas las asignaturas lleguen a su fin para poder dejar de fingir que “esto” me interesa, es decir, no me importa el hecho de tener que asistir a la escuela ya que obtengo conocimientos, pero detesto verme obligada a convivir con mis semejantes.
Muchos se me acercan para hacerme tema de conversación, sospecho que tienen lástima de patética existencia ya que siempre me encuentro sola.
¿Tan malo es que mi compañía sea la mismísima soledad? Yo lo veo como algo bueno ya que no tengo que mentir si alguien me agrada o no, excepto con la escoria de sociedad... me veo obligada a aparentar que todo está bien, que me agrada el gobierno y muchas más cosas.
¿Qué objetivo tiene mentir? No ganamos nada con eso, igual nada va a cambiar. Las personas solitarias seguirán siéndolo hasta el final de los tiempos y continuarán muriendo por causas desconocidas o mejor dicho “suicidio”. Hay veces en las que me gustaría hablar de mis sentimientos con los demás, pero si llegara a hacerlo, probablemente me tacharían de depresiva suicida. Es por eso que intento mantener al margen mis emociones, todo me lo guardo y la única forma que tengo de expresarme libremente es la escritura. Por medio de los personajes que creo, reflejo gran parte de mi personalidad y eso es algo agradable ya que los demás pueden conocerme un poco más sin la necesidad de ser del mismo país que el mío.
Observo a través de las ventanas del laboratorio de computación y veo como una pequeña gota se estrella contra el suelo... desearía ser esa diminuta porción de agua y no seguir respirando, pero luego pienso en los que me quieren ―mis padres―. Sería una enorme decepción para ellos y les causaría mucha tristeza que yo muriera. Me siento egoísta al desear la muerte con tanta ansiedad, pero ¿Por qué los demás son tan egoístas conmigo? Anhelo que mis padres comprendan que carezco de ganas de vivir, yo sólo quiero dormir eternamente... sin ninguna tensión o emoción.
Salgo del salón a pasos lentos y me dirijo a la terraza que se encuentra en cuarto piso, mis caminados cada vez son más lentos por si me arrepiento de mi decisión tomada. Una vez que me encuentro de pie en la orilla de la terraza no lo pienso dos veces y me lanzó para así estrellarme contra el suelo y acabar con mi vida, pero esto apenas comenzaba.
Sonreí estúpidamente mientras sentía el viento al caer, pero de la nada todo se convirtió en tinieblas.
Una voz se hizo presente en la oscuridad y un muchacho de cabellos castaños yacía a mi lado, él lucía asustado y arrepentido... completamente contrario a mí, yo estaba feliz. Probablemente me localice en el infierno.
―He aquí el lugar donde los maldecidos son condenados a pasar el resto de la eternidad― la voz era demasiado hermosa como para ser una condena, parecía una suave melodía que daba placer a mis oídos.
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El fúnebre mar de mis pensamientos.
No FicciónPensamientos realistas de una mente distorsionada, relatos con finales no felices. NO COPIAR, NI ADAPTAR. DERECHOS RESERVADOS.