El ahorcado del cementerio

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By jooyneol

—¿Por qué debemos de pasar por el cementerio para llegar a tu casa, Changbin? ¿No hay una mejor ruta?  Preguntó temeroso, Jeongin quien acompañaba a su amigo frente a los paredones del cementerio

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—¿Por qué debemos de pasar por el cementerio para llegar a tu casa, Changbin? ¿No hay una mejor ruta?  
Preguntó temeroso, Jeongin quien acompañaba a su amigo frente a los paredones del cementerio.
Era una suerte que este viviera a una cuadra del cementerio ¿no?

 — Porque así mamá no se enterará que salimos de casa sin permiso, además ya he pasado por aquí muchas veces. No es la gran cosa, y tampoco debemos de pasar por los panteones, sólo las tumbas. Y allí dará al patio de mi casa.
Explicó el plan una vez más para mirar a su amigo quien de blanco papel se teñía. Se notaba que tenía miedo.

Un cementerio y de noche, no van en la misma oración para Jeongin.

 — Vamos, no saldrá un espíritu de la tumba y te llevará vajo tierra, Jeongin.
Relató el más bajo, haciendo aún peor la situación. Y obviamente, él se aprovecharía del temor que sentía el de cabellos azules.

Este último se la pensaba muy bien ahora, tal vez y no debieron de salir de noche y sin permiso. Su madre lo regañaría, y posiblemente la de Changbin igual.

Debían de cruzar uno de los cementerios más grandes de la ciudad con tal de que no los vieran. ¿Daba miedo? Por supuesto que sí.
Además, ¿quién no conocía las leyendas al rededor de este cementerio?
La dama de blanco, el cantante de los pasillos, los panteones malditos y al que Jeongin le temía específicamente, el ahorcado del cementerio.

 — Pero, Changbin ¿qué tal si las leyendas son ciertas?
Resonó con temor su voz por la calle, aún no entraban pero ya el miedo abundaba en su ser.

 — ¡Esas cosas no existen, Jeongin!
Lo tranquilizó, ya que él solía pasar sólo por estos cementerios a cualquier hora con tal de que su madre no se enterara. Las primeras veces tuvo miedo, pero al ver que nada pasaba comenzó a verlo como un lugar más.

Asintió el de menor edad para comenzar a escalar el muro aunque sus manos seguían temblando y sus piernas no eran la excepción. Parecía ser que aquellos bocadillos que había comido horas antes danzaban en su estómago, una combinación de nervios y miedo.
Su respiración iba entrecortada, pero de igual manera su compañero esperó hasta que bajara de aquellos muros llenos de musgo.
Limpiaron sus manos y rodillas, para comenzar a caminar. Changbin, encendió la linterna de su teléfono a pesar de que los faroles del cementerio estaban prendidos.
Y ya sé lo que estarán pensando, ¿no hay veladores allí?
Se dice que los guardias nocturnos no aguntan mucho, por lo tanto se quedan en zonas de luz. Temen andar por los panteones como todo ser humano, pero es su deber.

Aunque, un jueves como hoy no era tan común ver a saqueadores o así. Se concentraban más en las tumbas de personas famosas, o familias con grandes panteones. No por aquellos fallecidos en los años de la fiebre amarilla.

Jeongin iba pegado a Changbin, y de vez en cuando bajaba su vista a las tumbas leyendo sus nombres y viendo los años.
Había de todo un poco, personas que murieron en años muy lejanos a estos y otras fechas muy recientes.

La particular en la cuál se centró Jeongin fue de una mujer, esta misma placa se notaba muy desgastada pero se podía llegar a leer su fecha de fallecimiento. Era de esperar, fue en la época de fiebre amarilla.
Llevaban años acá, y quién sabe si todavía sus familiares venían a verla o si estaban enterrados con ella. Personas cuyas tumbas no reciben humanos ya.

Nuestro protagonista tragó duro.

 — ¡HEY!
Gritó en su oído Changbin, asustándolo de manera voraz. Su corazón parecía querer explotar, con ello se llevó la mano derecha hacia el pecho intentando controlarse.
Sólo había sido una estúpida broma de su amigo.
Anotaría mentalmente que ya no quería salir con él a ningún lado.

 — ¡Maldito desgraciado! Me pegaste un gran susto.
Prácticamente gritó el de cabellos azules, y nadie lo culparía.
El de menor altura comenzó a reírse de manera alta del gran susto en vida que acababa de dar.
Al tranquilizarse ambos, siguieron caminando muy pegados.
Bah, Jeongin era el que estaba pegado como chicle a Changbin, porque ezte último iba muy tranquilo pisando tumbas.
¿Alguien le dijo que es de mala suerte pisar tumbas de personas ajenas?

 — No pises las tumbas, Bin. Es una falta de respeto al fallecido.
Temeroso de poder llevarse algo maligno a su casa, advirtió el muchacho a su lado.
El mayor rió.
Obviamente este pensaba que era una mentira, todo inventado para atraer miedo. Las necrópolis aguardaban ello, una ciudad de muertos al respetarse.

Siguieron caminando, ya casi llegaban al final del trayecto. Este se daba en el paredón con un árbol al final. Los panteones se veían a lo lejos, hasta incluso daban escalofríos de verlos.
¿Cómo no? Si debajo de sus pies hasta podría estarse los sótanos de estos mismos panteones. Peor aún, las viejas vías del tren fúnebre que ya no se utilizaba.

Llegaron intactos hacia el final del recorrido que habían dado, Jeongin quiso subir primero. Y lo hizo.

Pero al llegar a la cima, en el árbol se podía ver a una persona. Esto alertó al menor tanto que miró a Changbin rápidamente.

 — Hay una persona aquí.
Susurró, pero al mayor esto le parecía extraño.
Entonces escaló también, miró por el borde y efectivamente era una persona, tal vez y necesitaba ayuda parecía no moverse.
Hasta que giró su rostro hacia un lado, emitiendo una sola palabra.

 — Ayuda.
De inmediato busó con la mirada a algún guardia y una de sus linternas se hizo presente. Estaba desesperado, pero esta persona tal vez y estaba en peligro.

 — ¡Aquí! ¡Aquí! ¡Ayuda! ¡Este hombre necesita ayuda!
Y sin dudarlo aquél gran hombre llegó hacia donde los jóvenes estaban, Jeongin sólo quedó atónito viendo.
Lo que los demás tal vez no sabían es que este hombre se estaba suicidando y tal vez hasta buscaba ayuda por el arrepentimiento de su acción.
En la oscuridad no lograba verse bien por lo tanto al llegar el guardia con su linterna se le haría más fácil mirar a este pobre hombre.
Sin imaginarlo, la luz apuntó a este masculino pero la cara de sorpresa y espanto se hizo presente en el de cabellos azules.

Era un cadáver.

Esto hizo que perdiera el equilibrio y cayera hacia el cesped del cementerio.
No dudó en gritar aterrado.
Ahora sí, su presión parecía no querer subir.
La respiración iba tan entrecortada que le era imposible ponerse de pie.
Changbin sólo se dedicó a mirarlo y socorrerlo.

 — ¡Jeongin! ¡Jeongin! ¿Que sucede?
Aunque el menor no quisiese por inercia comenzó a llorar a hombros de su amigo.
El guardia bajó del muro con los labios blanco papel, él también lo había visto.

 — ¡Un muerto! ¡Un muerto!
Entre sollozos decía. Y es que sí, Jeongin había tenido un encuentro con una persona muerta.
El guardia tomó asiento en una de las tumbas grandes, tratando de recobrar la respiración.
¿Había visto lo mismo, no?

 — No debieron pasar por aquí un jueves en la noche muchachos, el ahorcado los esperaba.
Espetó.

Jeongin había tenido su propio encuentro con algo que temía desde pequeño.

¿Cómo dormiría ahora?

(...)

 — Siguen los avistamientos del ahorcado del cementerio, pero esto sólo los jueves por la noche.
Hablaba la televisión, mientras Changbin miraba muy atento.
Jeongin no iba a visitarlo desde hace ya meses y no lo culparía luego de ver a un muerto por amor.

Ahora más que nadie, Changbin comenzaba a creer en las leyendas del cementerio y no quería cortar camino por ahí, nunca más.

 — Dice así la leyenda, que el ahorcado del cementerio fue una persona que nunca soportó que su amada muriera por fiebre amarilla entonces decidió suicidarse en un viejo árbol cerca del cementerio. El Romeo y Julieta de nuestro país.

Apagó la televisión para así poder tomar su café en paz, comenzó a temer de los muertos.

BOO ;; STRAYKIDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora