Aroma a margaritas

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Tienes el aroma de las flores
La vida da tantas vueltas que quien hubiese pensado que quedaría atrapada entre tu mirada y tu hermoso cantar.

Hace un tiempo que me mudé a un pequeño pueblo alejado de la ciudad, porque mis padres tuvieron problemas financieros por lo que tuvieron que vender nuestra casa y buscar un lugar donde no tuvieran problemas al momento de pagar; nos fuimos a una pequeña cabaña que se encontraba cerca al bosque, la verdad, estaba muy cómoda con nuestra nueva vida, aunque extrañaba a mis viejos amigos, ya que de hecho habían pasado semana desde que nos mudamos y no había hecho ningún amigo nuevo.
Todos los días hacia una y otra vez la misma rutina, no hacía más que dibujar, escribir, leer libros y ver series, hasta que llegaba el momento de ir a la cama. Mis padres se la pasaban trabajando por lo que pasaba sola en la casa, pero un día viendo el paisaje desde el balcón de la casa, vi a lo lejos un pequeño jardín de flores el cual cautivó y captó toda mi atención, así que decidí ir a verlo más de cerca, de camino allí había un puente de madera bastante viejo, pero todavía servía para cruzar al otro lado, al final de este se escuchaban los susurros de una hermosa melodía que podía conmover y fascinar a cualquiera que la escuchara, porque era tan dulce, que parecía que estuviera rodeada por miel y que el viento se hubiese convertido es su cómplice para transformarse en instrumentos que acompañasen aquella bella voz, que poco a poco derritió mi corazón, y que por alguna extraña razón hizo que mi cuerpo comenzará a moverse solo en dirección a dónde provenía aquél espectáculo que hacía detonaciones en mi oído.
Al llegar me encontré justo en frente de aquel pequeño jardín de flores que había contemplado desde el balcón, cuando entré a este, se encontraba un ángel o eso fue lo primero que se me vino a la mente cuando la ví, estaba tan maravillada con ella que no me di cuenta que estaba parada justo en una roca y que para mí desgracia se rodó he hizo que me cayera y diera vueltas; al escuchar el estruendo ella voltea y deja salir una pequeña, pero espléndida risa al verme tirada entré las flores, con diminutas hojas en mi cabello y algo de arena en la cara.
Con una hermosa sonrisa me da su mano y yo un poco nerviosa la sostengo, de un tirón me levanta haciendo que caiga en sus brazos, ella se ríe de nuevo y yo muy exaltada me aparto en seguida, y aunque fueron pocos segundos los que estuve en sus brazos, sentí un aroma a flores que no provenía de aquel jardín, sino que venía de ella y era tan magnífico que te embriagaba en un solo instante y es que no podía creer que su olor pudiera fascinarme tanto, hasta tal punto que turbaba todo mis pensamientos y trastornaba todos mis sentidos. Entre risas ella me preguntó: ¿Estás bien?, a lo que asentí con la cabeza y tartamudeando le pregunté su nombre, acomodando parte de su cabello detrás de la oreja me respondió.
-soy Lía, encantada de conocerte y ¿Tú nombre es?
-Mucho gusto, soy Arlet.
- ¿Eres nueva por aquí cierto?, pregunta Lía
-Si, me acabo de mudar no hace mucho con mis padres a una pequeña cabaña cerca de aquí.
- Con razón, no había visto una chica tan preciosa por aquí.
Al decir esas palabras mi rostro se tornó rojo y comencé a sudar, desvié un poco la mirada al sentir como sus ojos recorrían cada parte de mi ser y yo únicamente sentía como el corazón se me salía poco a poco del pecho; al percatarse que estaba nerviosa sonrió de una manera dulce y me preguntó si quería acompañarla, volví asentir con la cabeza y me dispuse a sentarme en una roca.
Después de ese penoso accidente, nos sentamos en el pasto una al lado de la otra y mientras ella seguía cantando, yo me inspiraba por aquel bello canto, hacía trazos por toda mi libreta como si siguiera el ritmo de la canción. Al terminar el canto, en mi libreta se encontraba dibujada, con trazos fuertes, pero perfectamente combinados, una radiante margarita de tonos pastel, como los tonos que percibí de aquel bello ángel. Pasamos horas sentadas en ese pasto viendo el hermoso cielo y preguntándonos si duraría para siempre ese momento.
La verdad, ese había sido uno de los mejores días que había tenido después de semanas de mi mudanza. Estar sentada en el pasto mientras mirábamos el cielo, yo la escuchaba cantar y hablamos por horas de las cosas que nos gustaban, era algo ¡INCREÍBLE!
Al llegar a casa tenía una sonrisa de oreja a oreja cuando cantaba las canciones que lía me había enseñado, por más sola y triste que se viera o se sintiera la casa, yo no paraba de sonreír y reírme sola, al recordar aquella chica, que por alguna razón me tenía rendida a sus pies y esperando el día siguiente para volverle a ver.
Llegó la mañana siguiente y yo solo pensaba en verla otra vez, no pasaban de las doce y yo estaba más ansiosa que una pequeña queriendo abrir los regalos de navidad, miraba una y otra vez el reloj esperando que marcarán las tres.
Pasaron meses y nosotras seguíamos viéndonos una y otra vez, recorríamos el pueblo en bicicleta tratando de buscar lugares increíbles, "lugares mágicos", así los llamaba ella, en este poco tiempo hice más cosas de lo que había hecho en todo mi vida, por primera vez pude observar desde  una cornisa la mejor vista que jamás haya visto, el pueblo bañado por rayos anaranjados y con sutiles tonos rosas por el ocaso, fue algo realmente mágico y justo a mi lado tenía la segunda mejor vista, su cabello dorado como sol era movido sutilmente por la suave brisa de verano, mientas sus ojos brillaban como dos luceros y acariciaba con una de sus manos, sus carnosos labios color carmesí que tentaban a cualquiera.
Como cualquier humano me deje llevar por la tentación y el encantador momento, por lo que mi cuerpo se abalanzó hacia el de ella y mis labios quedaron justo encima de los suyos y de muy delicada manera comencé a besarla, antes de darme cuenta me había correspondido y el beso se volvía cada vez más apasionado, tanto mis manos como las de ella comenzaron a moverse, sus manos estaban justo en mis rostro mientras movía sus dedos levemente para acariciar parte de éste y mis manos quedaron justo en su cintura mientras acercaba nuestros cuerpos; el cielo se había convertido en nuestro cómplice al dejar ver la mejor obra de arte que acompañaba nuestro primer y tal vez, último besó.
Ella era el mismo sol que alumbraba todo mi vida y de la noche a la mañana comencé a sentirme fría, todo se había tornado oscuro y sin vida, habían pasado las estaciones y yo sola y sin una luz de guía, todo mi cuerpo estaba frío y mi mente perdida, deambulando por callejones y calles vacías, era como un náufrago perdido en las tinieblas y la neblina, sin encontrar el faro que será su guía, había perdido ese sol que me mantenía viva y ahora solo estaba perdida en la penumbra.
Cuando la vi, estaba completamente fría, ella estaba en una camilla luchando por su vida, un camión que proveía de mercancía al pueblo había chocado con el auto donde estaba Lía, justo cuando regresaba de la ciudad de visitar a sus tíos, el camión choca provocando la muerte de sus padres y dejándola gravemente herida. Ella estuvo dos meses luchando por su vida y eso dos meses estuve siempre cuidando de ella; me acostumbré a llevarle un ramo de margaritas, ya que eran sus favoritas, pero ella falleció con la partida del otoño y dejándome sola con el calor que dejaron sus besos, para recibir el frío invierno y con su último aliento me dijo: " te buscaré en la otra vida".

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⏰ Última actualización: Nov 06, 2020 ⏰

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