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—¡Ah! —grita de dolor Chris.

—¡No seas niña, Chris! —exclama Dafne.

Él cae al piso, se levanta con dificultad agarrándose del estómago y tiene un morete en la cara del puñetazo que le da Dafne. Ella lo mira con una gran sonrisa burlesca. Chris sabe que lo está probando para poder medir su "fuerza" una que no tiene o sí, pero no ha podido despertar. La chica se pone seria, ella levanta el arco y las flechas:

—¡Prepárate para esquivar una de mis flechas, Heracles! —apunta directamente al corazón de Chris. Él se pone blanco como la nieve, porque sabe que sí no la esquiva lo matará.

—Estoy... listo —murmura Chris con un poco de sudor en la frente.

Recuerda las palabras de su padre:

"Prepárate que tú destino, se va a cumplir."

No me rendiré... jamás lo haré.

Ella lanza la primera flecha. Chris se hace un lado con agilidad y cae de lado, pero no es todo, Dafne le lanza una tras otra, se levanta con rapidez para huir de ahí. Las flechas caen como lluvia, Chris encuentra un árbol para ocultarse.

—Sigue así, Heracles —dice Dafne ahora corriendo hacia él, alza su espada—. Ahora sigue está parte que creo que eres mejor...

—Sí, me defenderé.

—Cómo digas —dice con diversión—. Te haré pedazos.

El esquiva una escotada con la suya, esquivaba, regresaba el golpe también, es una lucha a cuerpo a cuerpo, pero con espadas. Ella sonríe, se le acerca con mucha cautela a su cara como queriéndole dar un beso, lo hace sonrojar, eso provoca que se desconcentre, entonces lo derriba de un empujón:

—Regla número uno; nunca de los nunca te distraigas, eso te costará la vida —le da un zape en la cabeza—. Torpe.

—Oye, pues eso es trampa, me querías besar —Está sentado en el piso con cara de pocos amigos, luego sonríe sobándose la cabeza—. Ya sé que soy irresistible.

—¡Bah! —le pone la espada en el cuello—. Y regla número dos; nunca platiques porque te pueden cortar el cuello —Pero de repente, la jala del brazo hacia él.

Ellos quedaron tan cercas que su respiración se encontraban entre ellos. Ella lo toma del brazo para torcerlo con una agilidad sorprendente, pero se la quita de encima Chris con una pequeña maniobra de escape que, por cierto, no sabe cómo la hizo.

Estaré recuperando mis recuerdos al estar aquí...

—Descanso —dice Chris jadeando—. Estoy muy cansado...

—Está bien. Solo serán quince minutos—comenta Dafne dándole la espalda, Chris hace un puchero por tan poco tiempo. Ella se gira hacia él para fulminarlo con la mirada, suspira, y dice—: Media hora, ¿estás contento?

—Sí. —Se acuesta en el piso, estirando cada musculo cansado de tanto entrenamiento—. Gracias, Dafne.

Ella le da la espalda con un gruñido, y se aleja de él para sentarse junto a Pegaso. Chris se recuesta en el piso, se le empiezan a cerrar los ojos y al fin se queda dormido en instantes.

En un palacio lujoso dónde está un trono de oro, ahí estaba el rey [...]. Heracles se acercó con paso calmado para cumplir su última tarea del día.

—Aquí estoy para mí último trabajo —dijo el héroe haciendo una inclinación respetuosa a su primo.

—Tú último trabajo es traerme el perro del inframundo —dijo el Rey con una sonrisa—. Tráeme a Cerbero, Heracles y tú pecado estará absuelto.

La conspiración del Olimpo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora