epílogo

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Draco se encontraba leyendo las primeras páginas del viejo libro que su esposa Agnes cargaba a todas partes, que resultó siendo su diario, su más íntimo amigo durante su etapa más oscura.
En las primeras 20 páginas que leyó, pudo notar como en la mayoría de sus pensamientos siempre estaba presente el, y se sintió culpable.

Nunca pensó en todo el daño que había ocasionado en una de las pocas personas que realmente se había preocupado por él cuando nadie más lo hacía, releyendo entre líneas, la actitud de él daba mucho que desear, quisiera poder culparlo a la adolescencia pero él sabía que no tenía nada que ver, la forma en la que la trataba antes de la guerra, era simplemente recelo acumulado que había orillado a tratarla de esa manera por no haber podido estar con Astoria.

Rápidamente se limpió las lágrimas, sabia que no había una eternidad asegurada, sabía que el tiempo corría y siempre se lo echaba en cara cada vez que ambos partían a la estación King Cross para un año más de Scorpius, pareciera que el tiempo solamente se reía de el.

Rápidamente bajo las escaleras en busca de Agnes, a la cual encontró en el sillón leyendo un libro.

—Agnes—hablo el platinado. Ella alzó la vista y le sonrió dulcemente —Algunas veces, o varias veces, te di por sentado, lo lamento por todas aquellas veces que menosprecie tu amor—habló en un hilo de voz

Agnes lo miró sorprendida
—Hace mucho tiempo que te perdone eso, Draco—sonrió —Pero gracias por decirlo, supongo que era algo que necesitaba oír—le dió un casto beso en los labios.

—Agnes, se que han pasado ya años desde que nos casamos. Pero cuando te pedí matrimonio, fue por decisión de nuestros padres, no tenía nada que ofrecerte, y sin embargo me aceptaste y me amaste así, pensaba que era ya un hombre y solamente era un niño asustado haciendo lo que le pedían—empezó a hablar Draco

—Y hoy vengo a ti, como un hombre, por decisión propia y de nadie más, a pedirte que te cases conmigo—finalizó el platinado

Agnes no pudo evitar soltar unas lágrimas y lo abrazó por el cuello fuertemente sollozando.

—Pero ya estamos casados, tontín—contestó

—Lo sé, solo es un acto simbólico, de que quiero que sepas que eres mi esposa porque te amo, y no porque eres un simple arreglo matrimonial—suspiró Draco

Draco se hincó en una pierna y recordó una frase de un libro muggle que a Agnes le encantaba, Crepúsculo.

—Agnes Malfoy, ninguna medida de tiempo contigo será suficiente, pero empecemos con un para siempre, ¿serías nuevamente mi esposa?—preguntó Draco, tal y como Agnes había soñado desde que era una niña, tal y como siempre lo esperó, por amor y no por puro compromiso.

—No sabía que habías leído Crepúsculo—soltó con una risita

—Hay muchas cosas que no sabes todavía—respondió tomándola por la cintura y besándola.

million dollar man | d.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora