—Oh, está bien rival, aunque no deberías de preocuparte por las misiones después de lo que pasaste hace poco, no te molesto más, si necesitas algo saldré a entrenar al parque de siempre.— dijo de forma alegre, al menos su compañero de piso no se había ido por la coladera o algo así.
—Espera, necesito hablar contigo— bueno, necesitaba respuestas a sus dudas y de alguna u otra forma alguien tenía que responderlas, ¿no? Así que, ¿porqué no aprovechar el tener a Guy como inquilino?.
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Realmente no sabía cómo había llegado a ese momento tan incómodo y silencioso, sabía que no debía de haber preguntado, algo en su interior se lo decía, ¿su conciencia evitando que dijera una estupidez? probablemente, pero las cosas ya habían sido dichas y por desgracia no había marcha atrás.
El chico de 14 años con cabellos negros ni siquiera lo observaba, solo estaba sentado en el sofá mientras mantenía la mirada en el suelo, sus propias manos entrelazadas la una con la otra descansando en sus muslos.
Esto definitivamente no estaba saliendo nada bien, no debió de haber "utilizado" a Guy para saber acerca de su vida, pero si no era él, ¿Quién más?, no tenía a nadie de la suficiente confianza para preguntarle con tranquilidad sin que lo mandaran a un psiquiátrico.
—Guy...— se sentía como en un campo minado con miles de papeles bomba, un paso en falso y terminará más muerto que Madara Uchiha.
—Esto es peor de lo que esperaba rival... me dijeron acerca de tu condición pero no creí que fuera tan grave, ahora veo que claramente me equivoqué, yo...— una clara expresión de preocupación se hizo presente en el rostro de Maito.
—Un momento, ¿Condición?— el peliplata ahora tenía cada vez más y más dudas.
¿Cómo rayos había llegado a este punto?.
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—Bien rival, ¿de que quieres hablar? puedo ayudarte con cualquier cosa que necesites— mencionaba de manera energética mientras alzaba su pulgar, tan energético, alegre y amable como lo recordaba al menos eso no había cambiado.
