Capítulo 13

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Volvemos a la sala de vigilancia.

Algunos de los monitores están rotos en el suelo, pero la mayoría se han quedado en su sitio. Muestran el primer piso, ahora en llamas.

(Si antes parecía una escena del infierno, ahora es aún peor...)

Vemos como un río de cuerpos en llamas, silbando y gritando, se arrastra hasta el ascensor...

Allí Harold presiona frenéticamente el botón del tercer piso.

(¡No va a lograrlo!)

Permanecemos congelados, incapaces de apartar los ojos de la pantalla mientras los zombis presionan a Harold contra una pared de metal...

Le muerden y prenden fuego a su ropa.

—Harold... se ha sacrificado por nosotros...

La fortuna nos abandona de nuevo, la puerta del ascensor se cierra, y el indicador del piso que brilla muestra que se está moviendo hacia arriba.

—No estamos seguros aquí. Ese ascensor llegará pronto al tercer piso. ¡Tenemos que subir!

—Mantengan las armas listas, pero conserven la munición. ¡Muévanse!

Tan pronto como llegamos a lo alto de la escalera, no damos cuenta de que no hemos quitado el bloqueo de Harold.

— ¡Maldita sea! ¡No podemos ir por aquí!

(Pensamos que usaríamos el ascensor para subir... ¿Cómo pudimos ser tan descuidados?)

— ¿Qué vamos a hacer?

—Podemos volarlo. Como Harold con la granada.

— ¿No es peligroso?

—No solo sería peligroso, sino que también dejaría el cuarto piso vulnerable a un ataque.

—Reconstruiremos la barricada. Solo tenemos que pasar a través de ella.

—Glen, ¿Tenemos una de esas granadas?

—No, y no sería adecuado aquí. Sin embargo, he creado un dispositivo explosivo que podríamos usar aquí...

— ¡Glen, eres un genio! ¡Hagámoslo!

—Vigila mi espalda mientras lo preparo. Cuando diga <<Vamos>>, tírate al suelo y protégete la cabeza.

—Listos... ¡Adelante!

Cierro bien los ojos, esperando la explosión. El ruido de la explosión me sorprende, haciendo que me zumben los oídos.

(¿Lo hemos logrado?)

El explosivo ha hecho una abolladura lo suficiente grande como para que nos arrastremos a través de la pesada puerta. Apartó los pesados pedazos que la bloquean desde el otro lado.

—Démonos prisa en entrar y asegurémosla de nuevo.

—Espera... Oh, Dios... Mi amiga...

Nos damos la vuelta y lo primero que vemos es a una de las supervivientes tumbada en el suelo, con sangre y tejido cerebral que se filtra por un gran agujero en su cráneo.

(Se mantuvo cerca de la puerta incluso después de la advertencia de Glen... Los escombros deben de haberla golpeado).

Me dirijo a Glen, que se apresura a comprobar su pulso.

(¿Tienes sentido hacer eso ahora? Supongo que debe de sentirse culpable por su muerte... De hecho, es mi culpa, ¿No?)

Se me nubla la vista y me apoyo contra la pared, el impulso de vomitar me abruma.

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