puede que eddie sea su tipo
ideal físicamente, puede que
su vibra sediciosa vaya muy
bien con la suya para combinar
y divertirse, tener escenarios
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de su vida, pero eddie está lejos
de ser el chico que tanto le es...
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────── El universo era en lo único que Abba creía: las energías que la rodeaban, los planetas, y los números angelicales que estaba segura de encontrar todos los días de su vida por pura casualidad. Para ella, esas señales eran un guión, pistas sutiles de que algo bueno estaba por venir o de que podía manifestar sus deseos. Sus ojos se abrían cada mañana con un pensamiento fijo: codiciar más. Fuera un nuevo vestido, zapatos, carteras, un cabello más manejable, dinero en sus bolsillos o, más difícil aún, un chico que la quisiera. Aunque esto último ya había demostrado ser una causa perdida en dos ocasiones.
Las complicaciones amorosas siempre habían sido fugaces en su vida, pero no por eso menos frustrantes. Cada vez que terminaba una relación, se prometía a sí misma dejar de pensar en alguien más que no fuera ella y sus propios intereses. Había tomado una decisión: dinero y estabilidad social eran los pilares que la llevarían a la felicidad y al éxito que anhelaba. Siendo fiel a ese credo, también había decidido que quería a alguien que compartiera esos mismos objetivos, alguien que estuviera trabajando para alcanzarlos. Bajo esa nueva óptica, no volvería a perder su tiempo tratando de enamorar a nadie.
Sus elecciones previas habían sido, por decirlo suavemente, desafortunadas. El primer intento había sido un chico manipulador, con una dependencia emocional mucho mayor a lo que ella podía manejar. El segundo había sido peor: un patán incapaz de comprometerse emocionalmente, que logró hacerla dudar de sí misma a cada momento.
Con cada decepción, Abba se volvía más cautelosa, pero también más impaciente. Por eso no pudo evitar molestarse consigo misma cuando empezó a sentirse inexplicablemente atraída por el friki más molesto del colegio: Eddie Munson. Sabía que era una idea absurda, pero eso no evitaba que se imaginara escenas con él: los dos paseando en un convertible con Wham! sonando de fondo, compartiendo un helado, o jugando bolos un sábado por la noche. Esos pensamientos se colaban en su mente por las noches, una y otra vez, como un disco rayado.
Pero, vamos, era Eddie Munson. El chico que vivía con su tío en una caravana, que había repetido curso varias veces y que tenía la reputación de ser el incomprendido del colegio. Peor aún, el que vendía marihuana a los estudiantes como su principal fuente de ingresos. Puede que Eddie fuera su tipo ideal físicamente, y que su actitud sediciosa encajara perfectamente con la suya para crear aventuras inolvidables, pero también estaba lejos, muy lejos, de ser el chico que ella había estado pidiéndole al universo.
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Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, negocios, lugares, eventos, lugares e incidentes son productos de la imaginación del autor o se usan de manera ficticia. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o eventos reales es pura coincidencia.
DISCLAIMER:
No se es dueña de la serie Stranger Things, pertenece a los hermanos Duffer.
Soy dueña de Abba y Alby Lacy y cualquier personaje adicional, historia/diálogo.