Noche de Halloween

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Claro que me gustaba el Halloween, ¡Pero cuando estaba pequeño!

Podía vestirme de lo que se me diera la gana y era simplemente adorable, pero de grande tienes que pensarlo muy bien para no quedar como un idiota, y más aún si estas en la universidad. Era doloroso ver como mi infancia se había ido y solo quedaba un triste adulto que se compraba sus propios dulces sin sentir la satisfacción de habérselos ganado.

Mientras veía la tele me comía las gomitas acidas sintiéndolas aún más acidas. Mi única compañía esa noche era una hormiguita que obviamente estaba ahí por los envoltorios y no por mí, era aún más triste. Jugando a ser un Donald Trump le iba poniendo obstáculos para que no pasara. Mi sola existencia era patética.

Pero vaya que no me estaba aburriendo. De hecho, desde niño me habían gustado mucho las hormigas, eran mi insecto favorito y esa pequeña se estaba ganando un lugar especial en mi corazón. Cuando los obstáculos se me acabaron me levante para ir a buscar mi mochila para usar los lápices, pero en el momento en el que me levante moví la mesa y la lata de refresco se volteó aplastando a mi pequeña amiga junto a mis sueños.

—¡¡¡NO!!! —grite levantando la lata y comenzándola a buscar con desesperación.

—¡¡¿Querías matarme?!! —escuche decir detrás de mí.

Instintivamente me gire y grite al ver a un chico subido en el sofá. Debo aclarar que fue un gritó super masculino, de macho.

—¿Qui-Quien eres? —pregunte aterrado—. ¿Eres un asesino? ¿Ladrón? ¿Violador?

De hecho, me sentía tentando por la última. Aún con mi corazón atorado en mi garganta pude observar lo obvio. Era un chico demasiado hermoso. Su cabello era oscuro y su carita fina, sus ojos era de un color claro y su piel era limpia y pura, bueno, no sé cómo describirla. También llevaba unas antenas de hormiga que le quedaban aún más lindas. ¡Qué buen disfraz!

—Ibas a matarme humano malvado —dijo alzando su voz—. Todos ustedes son iguales. Ven que somos más pequeños y solo desean aplastarnos —sus ojos se cristalizaron y mi mente estaba...muy perdida.

—¿Ah? —murmuré dejando de lado mis pensamientos anteriores y considerando llamar a un psiquiátrico. Un loquito estaba suelto.

—Pero ya no —se bajó del sofá—. Ya no nos dejaremos de ustedes, nos defenderemos y lucharemos por nuestras vidas.

—Okey... Hermoso loquito, es mejor que regreses al loquero de donde escapaste —aconseje decepcionado por cómo había acabado eso. Era una verdadera lástima.

—Es tu fin humano —dijo con un tono sombrío acercándose lentamente. Bien eso si daba miedo.

—Oye oye —me fui haciendo para atrás lentamente—. No hagas nada tonto...

—Esta noche acabaré contigo —cuando el piso se me acabó choque contra el sofá y caí acostado. La pequeña "hormiga loca" también cayó sobre mí.

—¿Q-Que haces? —Nuestros rostros estaban tan cerca y sin lógica alguna me quede observando sus labios. Eran rosados, pero no tan gruesos. ¿Era loco pensar en probarlos? ¿No? ¿Sí?

Con mi corazón latiendo a toda velocidad, temía por lo que fuera a hacer, una persona como él era muy peligrosa. Cuando nuestras miradas se separaron y lo vi hacer un movimiento cerré mis ojos esperando mi fin, pero en cambio lo que sentí fue una leve mordida en mi cuello que hizo que me tensara y gimiera. Era un maldito pervertido.

—¿Pero que haces? —pregunté alejándolo.

—Te muerdo para inocular mi veneno —respondió, provocando que prefiriera que mejor no lo hubiese hecho si iba a ser algo tan extraño.

Halloween Miles  (One Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora