Ser más fuerte - T1

"Al Rey"

Habían pasado días luego de la desaparición de Shisui Uchiha y como era de esperarse, todos sospechaban de Itachi Uchiha. Danzo se había esmerado en crear mucho misterio en cuestión a la desaparición del Uchiha, hasta cuestionaban que Itachi no haya estado de servicio ese día. 

Por su parte, Itachi sentía claramente los intentos que su clan tenía por culparlo. Hasta Izumi de forma indirecta le preguntó sobre Shisui. Ahora si sentía que no tenía a nadie. Pensó seriamente en irse, como en algún momento se lo había pedido a Shisui; pero por muy solo que se sintiera, aún tenía personas que amaba; y si a pesar de todo se quedaba totalmente solo, "El Rey" valía cada sacrificio.

El Tercer Hokage pensaba tan igual como él. A sus cortos 13 años, comprendía cada una de las decisiones del Hokage y lo respaldaba totalmente. Al final, solo podría recurrir a él, porque Shisui ya no estaba. Todo se daría por "El Rey".

Mientras esperaba a que la pelirosa apareciera sentado en el mismo parque, recordó el momento en que había tomado esa decisión.

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Itachi a los 4 años ya conocía la crueldad del mundo ninja. No solo era un prodigio para su edad, sino que tenía análisis muy precisos. Fugaku, al notar las habilidades de su hijo, no solo le enseñaba jutsus avanzados, sino que también lo había llevado al campo de batalla. Fugaku Uchiha era el Jefe de la Policía de Konoha y el líder del clan, así que tenía mucho material peligroso que enseñarle a su hijo.

Al niño le encantaba entrenar solo en el bosque mientras se escapaba de los deberes de la academia y del clan. Le fascinaba ese tiempo a solas. En soledad no solo podía reencontrarse consigo mismo, sino que también tenía  mucho que analizar.

Para Itachi la guerra simplemente no tenía sentido. Su padre le hablaba de temas como la supremacía del clan, la guerra por el poder, el odio, el resentimiento, los prejuicios, el miedo; todas y cada una de las implicancias de una guerra, de una discordia. Si ese era el caso. ¿Para que existían los ninjas? Pareciera que los ninjas peleaban por razones que ni siquiera eran propias. Las luchas por el poder eran por el poder político y militar deseado por las grandes autoridades de las naciones y ciudades. ¿Eran acaso los ninjas solo un instrumento para causas ajenas? Era obvio que ellos sufrían, y mucho. Para llegar a estar en una batalla, el ninja habría tenido que entrenar, gastar su tiempo, su espacio, su vida y muchas veces a su propia familia. ¿Y a cambio de qué?

Itachi podía notar desde muy pequeño la ausencia de los ninjas con las misiones que tenían. Mientras más larga era la misión, era más complicada y arriesgada. ¿Y todo para qué? ¿Para calmar las ansias de poder de esos grandes señores engreídos? ¿Para qué peleaban los ninjas?

Muy a pesar de todo, los ninjas estaban orgullosos de serlo. Amaban ser solicitados y se esforzaban mucho en sus misiones. ¿Acaso el orgullo que sentían era el único pago para ellos? ¿No había más que simplemente un agradecimiento de por vida y unas pocas monedas por arriesgar la vida? ¿Qué valía tanto la pena como para arriesgarlo todo en cada misión? 

En pleno entrenamiento un pequeño ruido lo hizo reaccionar de inmediato y lanzó un Kunai en dicha dirección. Al acercarse se dio cuenta que era un conejo inofensivo. ¿Acaso los ninjas solo nacían para pelear, matar, herir? Entonces, si él se convertiría en un ninja, estaba destinado a eso. 

Se dio cuenta que estaba atardeciendo. Su madre estaba embarazada y no quería darle preocupaciones. Itachi retiró el Kunai del animal y lo trató con primeros auxilios básicos para llevárselo a su casa y atenderlo. 

Al llegar a su casa estaba su padre esperándolo. Resulta que su madre había sido llevada al hospital. Itachi siendo pequeño se dio cuenta de la preocupación de los adultos, del apego, del amor que sentían. Y aún así no entendía.