⚤︎♡︎ℙ𝕦𝕥𝕒♥︎⚣︎[Terminada]

ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝕔𝕚𝕟𝕔𝕠.

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Las cosas desde esa pésima noche fue algo asi como un paraíso para Naruto. Los entrenamientos eran duros y complicados pero al final los lograba, sus ojos brillaba de emoción al pensar que se hacía fuerte y que ahora sí podría traer a Sasuke a su lado. Se acostaba con los guardias de vez en cuando como una 'recompensa' de tanto trabajo. Al menos todos ahí tenían una idea de cómo se tenía sexo, a diferencia de Bee. Dios, le odió todo lo que le hizo ese día y él vio de todo en la cama.

Bueno, al menos la pasaba bien. Además estaba teniendo el apoyo de su 'hermano' adoptivo Iruka, se llevaba bien con Bee en todos los sentidos menos la cama, los guardias le caían bien y se hizo amigo de casi todos. Se daba gustos y placer por cada que se rompía el orto trabajando duro...y hablando de orto y duro...

— Sensei, puedes entrar, no tenga miedo. — El castaño era tan dulce en la cama, le daba ternura y gracia como se movía con cautela tanteando a ver si le gustaba lo que hacía. Le recordaba a alguien virgen en su primera vez. A él en su primera vez. Aunque ya se estaba cansando de acostarse con hombres y bastante mayores que él, pero no podía salí de la isla y acostarse con lindas chicas de su edad. Tenía la misión importante que le dio la abuela Tsunade. Aunque comenzaba a extrañar al otro género.

— ¿No te dolerá? Solo las mujeres pueden hacer 'eso'. No quiero lastimarte… la semana pasada estuviste todo el día en cama, Naruto-kun. — Salían a la luz sus miedos, inseguridades y preocupación por el moreno que estaba desnudo, al igual que él, acostado justo enfrente. Apunto de realizar el coito, la parte mas esperada por muchos. Yamato no estaba del todo seguro de hacerlo con un chico, siempre estuvo con chicas y hasta donde sabía los hombres no podían hacer el 'papel de chica'. ¿Y adivinen que? Naruto tampoco lo sabía hasta aquel la curiosidad le ganó y ahora llevaba una vida sexual activa, con variedad y dando placer a toda parte erógenas de su cuerpo. No solo el pene o testículos.

— Estaré bien, sensei. No pienses en Bee. — Frunció un poquito el ceño al pensar en él, rápidamente quitó esa expresión a una muy sensual. Intentando tener en sus garras al de lindo ojos ónix. Pasó sus brazos por la espalda de Yamato, alcanzando con sus manos su cabello y acariciándolo. Un misionero que estaba por comenzar. — No solo las mujeres pueden disfrutar así. Vamos, métalo, muero por su pene dattebayo, ¡Mmh~! — Gimió en el oído del mayor a propósito para provocarlo mucho más. Había frotado su entrada con ese pedazo de chorizo; qué pálpito y dio un saltito de alegría por lo excitante que era la situación. Por eso gimió como perra, tal vez, en eso se estaba convirtiendo.

— Si algo no te gusta…dime y me detendré. — La pequeña sonrisa en el rostro de excitación en Yamato, la gran sonrisa y mirada deseosa de hacer ese acto del gennin, las morenas piernas enrrolladas en la cintura del jounin empujándolos para que lo penetre más rápido. Todo era tan perfecto. Tenzou era del tipo que era regular en la cama, podría ser mil veces mejor si solo se dejara llevar. Pero era tierno y dulce que ese tipo de hombre se preocupen por el otro. —  Mgh… — El interior del rubio lo succionó de una vez de una forma deliciosa, costaba creer que ese agujero por más profanado que esté aún sea apretado y exquisito.

— ¡Oh~, sí! ¡La tienes tan grande! — Se retorció en los blanquitos brazos trabajados. Era un buen actor exagerando, Yamato estaba en el promedio, tampoco era la gran cosa. Él conocía a los chicos, todo eso los prendía más. En cambio con las chicas había que ser más detallista, pasional y otras cosas que tenían que ver más con la mente que con el cuerpo.

— ¿T-te agrada? — Se comenzó a mover despacio cuando el de bigotes no se espero y se movía en la cama intentando empezar el vaivén desesperado. — ¿Lo hago bien? Ahh… — Se le escapó un jadeo y más llenaron el cuarto temporal de su sensei. Efectivamente le subis el ego todo lo que decía Naruto. Habían terminado el entrenamiento y las cosas se empezaron a calentar hasta llegar a esto. No era muy tarde, las siete de la tarde tal vez.