— Entonces, ¿no volverás? — preguntó, decaído. Su omega bajó las orejas y apoyó su hocico en las patas.
— Yeonjunie, el trabajo es primero, ¿cómo crees que pagaremos las cuentas?
— Pero Binnie, con mi parte del sueldo sí cubre unos gastos — suspiró cansado — podrías reducir tus horas, o tal vez...
— Yeonjun, es sólo un viaje de negocios. No discutiré más sobre el tema, adiós.
Y colgó sin más.
Yeonjun bajó el teléfono hasta dejarlo en la cama y mordió su labio. No le creía para nada a su esposo, no cuando su omega gruñía al sentir un olor ajeno en su ropa.
Se hizo un ovillo sobre el colchón y acarició con lentitud su estómago. Los mareos matutinos de hace unos días atrás, pusieron alerta su sistema y con un par de pruebas de embarazo, confirmó su estado.
— Sólo quería que te conociera... — susurró con lástima.
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— ¿Está todo bien?
— Sí, sólo era Yeonjun — hizo una mueca y se quitó el saco, dejándolo en la silla.
— Oh, ¿está sospechando? — se acomodó mejor en la cama.
— No, estoy siendo discreto. Espero y puedas hacer lo mismo — se sentó, quitando sus zapatos para después acomodarse al lado del omega.
— Jamás te fallaría — sonrió ladino y se puso a horcajadas del mayor — haré que nunca te vayas de mi lado, te demostraré lo bueno que soy y dejarás tu pasado sólo para que yo esté en tu futuro.
— Por esta vez te creeré y dejaré que demuestres tu potencial — amasó sus nalgas y mordió un pezón, ignorando el leve ardor en su pecho.
