Bienvenidos <3
—Que día más agobiante...Y todavía no ha empezado...— Soltó un suspiro cansado Carla mientras tiraba su completa anatomía en la silla de la clase, semi-vacía. En menos de una hora había tenido bastante ajetreo, y eso le estresaba.
Era conocido por todo el mundo lo amante que era Carla de la tranquilidad, la sencillez, y la vida sin problemas. Suspiró una segunda vez mientras se frotaba suavemente los ojos, despejandolos totalmente.
Desde que había salido de la habitación no había tenido ni un momento de tranquilidad y en ese instante, mientras veía los estudiantes entrar a la pequeña sala, pudo respirar. El ambiente era tranquilo, silencioso y agradable.
Carla se encontraba observando en silencio como sus compañeros hablaban animadamente de la serie de netflix que habían visto la noche anterior o como de buenos estaban los cafés del Starbucks. Había un catálogo de conversaciones bastante amplio en esa aula de menos de 15 personas. Ella se encontraba sola, ya que en su carrera solo tenía un amigo, y este era Ian, pero realmente eso no le importaba, en la aula no se venía a socializar, para eso ya tenía el resto del día.
—Tía, ¿Has escuchado sobre el nuevo profesor?
—¡Sí! Me han dicho que es bastante bueno...A saber...
Dos cortas frases de dos amigas al lado de su mesa llamaron la atención de la joven, que justamente se estaba preparando para la clase, poniendo cuidadosamente sus cosas encima del pupitre.
En ese preciso momento su cabeza recordó, después del ajetreo del día, la cosa más importante de su día. ¡El nuevo profesor de filosofía! La chica pensó que no había recordado ese pequeño dato. Sus nervios empezaron a fluir por todo su pequeño cuerpo, para ella era muy importante caerles bien a los profesores y dar una buena primera impresión. Empezó a comerse la cabeza con varios pensamientos negativos producidos por los traicioneros nervios hasta que una voz, grave y lenta, la despejó de sus pensamientos involuntariamente.
—Veo que el destino nos quiere juntar, nena.
Su cuerpo reaccionó de manera automática, girando 180 grados en un movimiento rápido, intentando identificar la voz del desconocido. Su cara cambió extremadamente al ver al destinatario, la situación era muy graciosa en realidad pero a la rubia no le hacía ni puta gracia.El insolente amigo de Ian se encontraba delante de él y por la situación, sabía que tendría que estar todo el curso con ese chico en clase, y por lo poco que había visto, no le había caído demasiado bien.
—Oh, ¿Teo ,verdad? Encantada, lo siento por lo de la cafetería. Bueno, ya va a empezar la clase. —Sonrió Carla, intentando ser lo máximo de amable posible. Le podía caer mal pero no era una maleducada.
El contrario rió levemente, notando un poco la desgana con la que hablaba la más bajita. Sonrió, con esa sonrisa ladina que irritaba a Carla y movió la silla de al lado del pupitre de la chica, creando un sonido chirriante provocado por las patas metálicas chocando contra el suelo de madera. Se sentó, a su lado.
— Ya que te gusta tanto filosofar en medio del café...¡Será un gusto hacerlo contigo en la clase! No me he presentado bien, soy Teo Hernández, encantado. Ya sé que eres Carla, no hace falta que te presentes. — Soltó su pequeño monólogo el joven, agarrando solamente un bolígrafo y un folio blanco, muy poca cosa comparada con el montón de objetos en el pupitre de Carla.
Carla era una joven muy responsable. Le gustaba tener todo al día y hacer sus apuntes bonitos, para entenderlo después. Llevaba un montón de bolígrafos con un bonito estuche, además de folios y alguna que otra llibreta, el libro de la materia y algún que otro post-it, para hacer notas de cosas importantes.
Teo se fijó en la joven de reojo, no le había nunca prestado atención y tenía curiosidad de la actitud fría y distante de esta. Teo se podía describir como una persona misteriosa, con una personalidad extraña, amante de las personalidades únicas y de las personas con acertijos. Se podía describir como una persona apasionada por todo lo difícil de esta vida, era todo un detective de las personalidades ajenas.
Carla era, al contrario, una joven muy sencilla, con una personalidad interior muy fuerte, aunque eso normalmente no lo mostraba. Teo podía ver como su pelo rubio, largo y totalmente liso caía por sus hombros, revuelto por el frío y la suave brisa que hacia en el exterior. Se podía entrever su perfil entre los mechones finos de pelo. Se notaba una nariz pequeña, con la punta redondeada y un poco alzada, unos labios finos y rosados, un poco cortados por la gelida temperatura. Sus ojos, rasgados, eran de un color verde intenso, con la pupila un poco más grande de lo normal, creando una mirada feroz, casi violenta. La mirada de Teo se paró en la ropa que ella llevaba. Eran prendas muy anchas para el cuerpo normal de Carla.
En el tema del físico nos podríamos haber quedado mucho rato. Carla tenia un complejo bastante grande sobre todo lo que era su ser físicamente hablando. No se consideraba ni gorda ni delgada, era un entre medio, pero se le había estado criticando toda su vida por su peso, creando múltiples complejos que día a día la iban aterrorizando más y más, por eso su cuerpo iba cubierto diariamente con grandes ropas.
Teo puso una mueca en su cara, mostrando un signo evidente de interés en el curioso ser de la más bajita de la clase, su compañera de pupitre Carla.
Su mundo interior paró en seco al escuchar la particular voz de un hombre. Una voz robusta y grave hizo aparición en la escena, dando a lugar a un silencio total, un poco incómodo.
—Veo que tendremos un curso no problemático... — Rió el susodicho. Era un hombre joven, de unos 28 años de edad, muy sencillo. No parecía un profesor de literatura en manos de Carla, y eso a Teo le fascinaba de una manera magistral, por el simple hecho de ser una cosa fuera de la normativa.— Veo bastantes caras de susto. ¿Habéis visto un fantasma, chicos?
La clase entera soltó una pequeña risa producto de los nervios y la incertidumbre general. ¿Cómo serían las clases? ¿Y el profesor?... En esa clase todo el mundo era diferente, pero no miento al decir que el pensamiento ese era unánime.
El profesor se sentó en la mesa del profesorado, dejando su maletín tirado al lado de su delgada y alta anatomía, encima de la mesa. Se pasó su huesuda mano por el pelo, tirando este para atrás, peinando cada mechón cobrizo, sin cuidado, mientras sonreía de una forma amigable. Era buen chico, se notaba.
Finalmente de uno o dos minutos de silencio, observando el panorama de la clase y analizando poco a poco a cada uno de sus estudiantes, rió.
— Me enorgullece poder presentaros, puede, la clase más influyente e importante de vuestras vidas. Bienvenidos a un viaje por el universo, donde viajaremos entre sentimientos, pensamientos y visiones críticas. Bienvenidos a la clase más lunática que podáis tener. Soy Nyke, y os presento la clase de filosofía universal. — Soltó para finalmente coger una tiza de su cajón y escribir en la pizarra, con una letra grande y clara la palabra "Filosofía".
Gracias por su atención.
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¿De dónde venimos?
Teen FictionCarla, una sencilla estudiante de filosofía y de la mitología griega, enamorada de la luna. Teo, el chico que le dará mil vueltas al mundo de la pequeña. - Oye, Carla. ¿estás segura de que la luna no se puede enamorar de la oscuridad?