13. Mando yo.

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A la mañana siguiente me despierto y noto unos brazos alrededor de mi y un cuerpo pegado a mi espalda. Me remuevo hasta conseguir estar frente a Jean y lo miro, con sus ojos cerrados, su boca entreabierta y su pelo revuelto. En estas dos semanas aunque no hayamos pasado mucho tiempo juntos, estoy empezando a sentir cosas por él, mas allá del deseo sexual que nos unió por primera vez. El sentimiento de llegar a casa y que alguien te esté esperando es uno de los más bonitos que he sentido. Acaricio con la palma de mi mano su suave cara y poco a poco abre sus ojos, aún medio dormido me da una suave sonrisa y un beso casto. Ahora que me siento mas descansada y relajada dado que hoy es mi día libre, pienso aprovechar para estar lo máximo que pueda con Jean. Lo agarro del cuello y profundizo el beso a la vez que él termina de despertarse viendo hacia donde se dirigen mis intenciones, rapidamente ambos empezamos una lucha con nuestras lenguas. Cojo la iniciativa y me subo a su regazo poniendo cada pierna a un lado de su cadera, rozo nuestras intimidades y soltamos un gemido sonoro. Jean posiciona sus manos en mi trasero, me aprieta y obliga a acercarme aún mas a su miembro ya duro.
-Esto si son unos buenos días.- Dice Jean separando nuestros labios. Sus manos se dirigen al borde de la camiseta que llevo puesta y la quita pasándola por mi cabeza, sonríe al apreciar que no llevo sujetador, acerca su cabeza a mi pecho derecho y da un suave beso en mi pezón, arrancandome un suspiro.
-Oh...Jean.- Él me mira con sus ojos totalmente oscuros de la lujuria y empieza a lamer, succionar y besar ambos de mis pechos. A su vez yo voy moviendome sobre su miembro, solo nos separa nuestras ropas interiores pero se siente tan bien. En un rápido movimiento Jean me da la vuelta, posicionandose el arriba y yo con la espalda en el colchón.
-Ya basta de intentar volverme loco.- Se quita sus bóxer y rompe mis bragas.
-¿Otra vez? Tienes una costumbre muy mala de romperme las bragas.- Mientras él rie yo aprovecho y vuelvo a darnos la vuelta, quedando yo arriba.
-Mereces un castigo por eso. Hoy mando yo.-

Casualidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora