6:00 p.m. (six)

300 26 3
                                    

"Vamos Yamaguchi. Levántate. Llegaremos tarde al colegio." Dijo, el chico de pelo rubio y corto, a su mejor amigo. Iban tarde por culpa de Yamaguchi. El chico se quedó jugando videojuegos hasta tarde y perdió la noción del tiempo cuando ya era la mañana de uno de los días mas importantes. Tenían su último examen final con el cual se podría determinar a que universidad irían y el pequeño Yamaguchi lo había olvidado.
"Ugh. ¿Por qué tanta prisa? Llegaremos a tiempo. No te preocupes, idiota."
"Esta es la última vez que espero por ti. Tienes cinco minutos antes de que me vaya. Apresurate." Esas fueron las palabras que hicieron que se levantara a una gran velocidad y se pusiera su uniforme, cepillara sus dientes y tomaría un vaso de jugo antes de salir después de seis minutos. Tsukishima seguía esperando por él pero con una expresión obvia de enojo. Yamaguchi sonrió y pidió perdón por milésima vez antes de comenzar a caminar hacia el colegio. Al llegar, ambos se despidieron y se desearon suerte para ir a sus respondientes cursos.

Sonó la alarma anunciando la salida al recreo seguido de varios quejidos y pocos gritos de emoción. El pelirubio sintió un alivio al escuchar las palabras de la profesora diciendo que el tiempo estimado de la prueba había terminado. Tsukishima había estudiado bastante para esta prueba y esperaba pasarla con un mínimo de noventa. Entregó la hoja con algunos borrones y tachones para dirigirse a la salida en busca de su amigo.

"¡Los juegos de ayer me consumieron de verdad pero valió la pena! En la tarde deberíamos ir a jugarlos." Anunció con entusiasmo. "¿Eh? ¿No estás ni un poco preocupado por la nota que tendrás? ¿Estudiaste tanto y estás tan seguro de pasar con buena nota que te preocupas por juegos?", "La verdad no me interesa tanto la nota, solo quería contarte lo que hice ayer. Creí que te interesaría... Per-", "Ugh, no interesa. Vamos; quiero comer algo."

Mientras Yamaguchi hablaba de lo sorprendido que estaba al ver lo bien que le había ido en esa prueba, Tsukishima miraba su nota en la esquina superior derecha con desprecio. Se había decepcionado a si mismo por no conseguir la nota que deseaba. Pero no se lo diría a su amigo. Sí, estaba enojado pero si abría la boca mientras estaba con él, seguramente terminaría en gritos innecesarios de los que se arrepentiría después. "¡Creí que tendría una baja nota! ¡Me alegra haber pasado con la nota más alta de mi curso... Un noventa y cinco! Jaja, al parecer soy más listo de lo que crees, Tsukki.", "Cierra la boca un segundo." Dijo el rubio entre dientes. Con una expresión de sorpresa pero preocupación, el chico asentió y dejó de hablar.


El sonido del teléfono despertó al joven. "Um... Hola, ¿Tsukki? ¿Estás bien? Estoy preocupado por ti. No me hablaste después de salir del colegio.", "Ah. Sí, perdón por lo de hoy tarde. Me fue peor de lo que esperaba en la prueba de la anterior semana." Con miedo pero al mismo tiempo preocupación Yamaguchi preguntó; "¿Qué nota obtuviste?". Se sentía un silencio tan fuerte mientras esperaba escuchar el sonido del teléfono diciendo que la llamada había terminado pero inesperadamente escuchó; "Ochenta y uno.", "Oh... Pero esa no es tan mala nota, ¿no?. De todos modos pasaste..." "Supongo que sí aunque estoy decepcionado de mi mismo. Esperaba una nota mayor de noventa.", hubo una pausa antes de que se escuche la voz del chico al otro lado de la línea; "¿Sabes? Las notas no definen quienes somos o cuánto sabemos. No porque hayas sacado menos de lo que esperabas significa que seas tonto o algo parecido. Para mi siempre serás el chico más inteligente que he conocido y te quiero por quien eres, no por la nota que sacaste." Otro corto silencio se anunció en el aire. Yamaguchi no lo veía pero, habían pequeñas lágrimas bajando por las mejillas algo sonrojadas del rubio.
"Yams, salgamos esta tarde para celebrar que terminamos la preparatoria. Quiero pasar tiempo con mi mejor amigo. Ambos merecemos pasarla bien." El peliverde sonrió. "¡Genial! Ven a mi casa a las cinco. Quiero mostrarte algo que me encanta y que espero que a ti también."

Al sonar el timbre, no le tomó ni un minuto para que saliera el chico de la casa. "¡Tsukki! Llegaste justo a tiempo. Toma." Le extendió una botella de jugo de fresa. Su favorita. Se sonrojó de nuevo. "Gracias... Bien, ¿qué era lo que querías mostrarme?", "Tendrá que esperar un poco más. Ven, iremos a un lugar especial.". Comenzaron a caminar hasta llegar a un parque, el cual parecía ser el favorito del más bajo. Llegaron a una pequeña colina dentro del parque y se sentaron en la cima junto al único árbol que se encontraba allí. Habían pocas personas en el lugar lo cual volvía al momento algo más íntimo y relajante. "Son las seis. Ya está empezando.", el rubio miró al contrario con confusión pero lo ignoró y continuó dándole pequeños bocados al sandwich que había hecho Yams para ambos.

"¡Mira!", tomó al chico de las mejillas y giró su cabeza para que preste atención al atardecer más lindo que ha visto en su vida. El más alto estaba sorprendido. Casi nunca prestaba atención a las cosas triviales como esa pero su mejor amigo hizo que prestara atención y admirara como el sol baja por las nubes creando colores rojizos mientras la luna anuncia su llegada haciendo que, del otro lado, se empiece a tornar de un color negro con unas pocas estrellas que acompañaban su llegada. "Esto es hermoso. Nunca pensé ver algo como esto en mi vida.", su vista regresó para ver el perfil delicado y hermoso de su mejor amigo. Admiraba también la forma en la que el pelo de color verde tapaba un poco esos ojos color miel. Sus pecas y su nariz que lo hacían lucir tan perfecto junto al suave sonrojo que cubría sus mejillas. Y sus labios de un tono rojizo que le recordaba tanto al color de las fresas. Lo tomó del mentón y se acercó rápidamente uniendo sus labios en un parpadear de ojos. El pequeño no tuvo tanto tiempo de pensar en lo que estaba pasando pero al sentir el choque de labios, cerró los ojos y tomó a su mejor amigo del cuello.

Ambos chicos, mejores amigos, se besaron por primera vez bajo ese tan hermoso atardecer después de tanto tiempo estar enamorados el uno del otro. No dijeron una palabra después de ese beso tan mágico que ambos experimentaron a las seis y cuarenta y cuatro de la tarde. Pero al anunciar las siete de la noche y la llegada de la luna llena, ambos se levantaron sin decir una palabra y caminaron juntos de la mano gritando al mundo 'este es el amor de mí vida'.

six to seven - tsukkiyamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora