7:00 p.m. (seven)

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"¡Y también quisiera tener un gato amarillo! Son los más lindos. Parecen un pedacito de sol." Se rió ligeramente el pecoso. Amaba hablar sobre su futuro. No podía pasar un solo día en el que no hable sobre lo que le gustaría hacer mañana o el día siguiente o el próximo año. Lo que iba a vestir, comer, visitar, etc. Amaba ver las cosas a futuro.

"Si, sería lindo tener uno." Tsukishima le seguía el juego. Cada que hablaba con Tadashi se olvidaba del mundo y lo que pasaba. Se olvidaba de los problemas. En esos momentos solo eran ellos. Kei y Tadashi.

"¡¿De verdad?! ¡Me encantaría!" Sonreía con las pocas fuerzas que le quedaba. Sus mejillas apenas se sonrojaban. Pero eso le importaba poco a Kei. Era perfecto para él. Sea como sea.

"Claro, peque-" " ¡Ya está comenzando mira!"

Ahí está. El atardecer que tanto ama. Extrañaba ver sus ojos iluminarse al ver al sol caer. Le encanta ver esto. Y a mi me encanta verlo a él. Cada detalle de su sonrisa, sus mejillas y sus ojos. Ah... Es perfecto.

Dos semanas habían pasado desde que Yamaguchi despertó. Todos los días veían el atardecer juntos como en los viejos tiempos.

"¿No es hermoso? Jamás me cansaré de ver esto... ¡Ah! Nuestra casa va a ser en una montaña y tendrá las ventanas más grandes para así poder ver el atardecer todos los días. Y esto no está a discusión. Lo decidí y así se hará." Puso una expresión sería y Tsukishima solo sonrió.

Claro, nuestra casa será como desees pequeño... Dónde tu quieras y como la quieras. Lo que sea para el amor de mi vida.

"Um... Tadashi tengo que decirte algo..." Se le rompió la voz. Como si fuera a llorar.

"¿Si? Dime lo que querías, no estés nervioso, no te voy a juzgar." Otra vez esa hermosa sonrisa apareció de mejilla a mejilla.

"Antes, ¿me podrías dar un beso que dure por siempre?" Una lágrima cayó por su mejilla. Parecía que últimamente no dejaba de llorar. Hasta siente que lo hace involuntariamente. Ahora sentirse así de vacío era algo habitual, aunque tenga a Yamaguchi a su lado, se sentía incompleto todo el tiempo. ¿Qué le pasaba? No entendía porqué.

"Ajá, claro, bebé, lo que tu quieras"

Dios, eres perfecto. Sigo sin creer que estés conmigo a pesar de todo lo que te hice pasar.

Sus labios se juntaron. Los labios de Yams estaban algo fríos. Aún no se acostumbraba a la sensación. De todos modos, el sentimiento era el mismo. Ese era su Tadashi.

"¿Y bien? ¿Qué era lo que querías decirme?" Dijo de manera curiosa y tan llena de vida.

¿Por qué estoy tan nervioso? Es algo simple y siempre lo sentiste. No puedes acobardarte de nuevo, Tsukishima.

"Sé que el para siempre es un largo tiempo pero sé que ahora lo quiero pasar a tu lado. Quiero ser el único que pueda levantarme todos los días a tu lado para ver esa sonrisa. Tadashi... ¿Quieres casarte conmigo?" Sacó una pequeña caja en la que se encontraba un anillo brillante y hermoso.

Comenzaron a llorar. Ambos al mismo tiempo tal y como hacen las almas gemelas.

"¡Si, si y sí! ¡Mil veces sí!" Gritó Tadashi. Estaba feliz de poder sentir que pasaría la vida entera con Kei. Y, déjenme decirles que, así fue.

"Tampoco supe como decirte esto hace tiempo y sé que debí decirlo pero me acobardé. Tuve miedo pero ahora sé que estuvo mal." Se limpió un poco las lágrimas que corrían con abundancia por su cara.

"Te amo. Más que a nadie. Te amo, Tsukishima Tadashi"

Alegría era todo lo que se sentía en el cuarto. Almas gemelas unidas por siempre y para siempre. Amándose por la eternidad. Almas unidas por el amor infinito e inmortal. Amor que, pase lo que pase, no dejará de sentirse como aquel primer beso que se dieron en tan lindo atardecer.

Sellaron su amor con un abrazo seguido de un beso. Eran esposo y esposo.

Tres semanas desde que despertó Tadashi y desde que se casaron. Esta fue la semana más feliz que pasó Tadashi en toda su vida.

Mientras veían el hermoso atardecer y hablaban de sus mil ocurrencias para su futuro y su boda llegó las 6:54 p.m. y en ese instante Kei tuvo que salir de la habitación a buscar algo de comer para su esposo.

Al volver de su corto viaje de cinco minutos vió la habitación de Tadashi inundada de doctores y enfermeros.

No supo que hacer. Se empezó a alterar. Botó todo lo que tenía en sus manos al instante y corrió a la habitación blanca. Tadashi estaba con su pulso cardiaco muy bajo, apenas se movía.

Kei lo tomó de la mano y lo miró. "No te vayas. No ahora. Por favor." Lloró.

Giró su cabeza con la poca fuerza que le sobraba. Quería ver a Kei una última vez.

"Fuiste y serás el amor de mi vida. Te encontraré en mi próxima vida y esa vez no te dejaré ir. Te amo, bebé." Sonrió como pudo y cerró sus ojos al fin.

"También te amo, mi pequeño atardecer." Fueron las últimas palabras que el chico de pelo verdoso y escaso escuchó antes de partir a perseguir al sol que tanto le gustaba ver acostarse por la tarde.

El sonido ensordecedor del monitor cardiaco inundó la habitación. Se había ido.

Tadashi se fue. Pasó su vida entera junto al chico que más amaba. Se fue, sí, pero por un tiempo. Nunca estuvo asustado de morir porque sabía que si dejaba a Kei sería por un tiempo. Estaba muy seguro de que se volverían a encontrar.

Por otro lado, Kei, no sabía que hacer. Se quedó congelado junto al cuerpo frío y esquelético de Tadashi. Soledad era lo que sentía. No podía sentir nada más que eso. Sentía que estaba siendo abandonado por su primer amor. No lo soportaba.

Ya no volveré a ver tus pecas ... Tus ojos y tu hermoso pelo... Cariño... No me dejes. Vuelve. Siento que soy nadie sin ti. Dame una señal. Dime que estás bien ahora. No puedo aceptar que me dejes por más egoísta que suene. Eras mi soporte. Mi luz, mi oscuridad. Mi sol y luna. Mis arcoiris y estrellas. Eras todo lo que tenía...

Cuando por fin procesó lo que estaba pasando simplemente bajó su cabeza y la puso en el regazo de Tadashi. Lloró y lloró. Habían pasado dos minutos de su muerte y lo extrañaba más que a nadie.

El atardecer ya había caído. Ya no era lo mismo sin su esposo. Los atardeceres eran repugnantes ahora. Sin Tadashi nada era lo mismo. Ni el sol, ni la luna. Ni la leche de fresa. Nada.

six to seven - tsukkiyamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora